El país enfrenta una nueva crisis económica porque no logra generar confianza en los mercados ni inversores. Mientras la negociación con el Fondo Monetario Internacional divide aguas, la inflación sigue sin freno con precios en una disparada histórica. En muy pocos meses, el país sufrió un vertiginoso cambio de ciclo económico signado por una frágil posición externa, un paulatino pero imparable deterioro de las condiciones socioeconómicas de los sectores medios y bajos, y pocos fundamentos para esperar una mejora en el corto plazo.
¿Cómo puede ser que un país que en 2017 había empezado a mostrar indicios de recuperación (aunque no de crecimiento) y cierto ordenamiento de sus variables haya podido tener tan pocas respuestas a un cambio de condiciones internacionales?
Contrario a lo que el sentido común suele indicar sobre Argentina, si bien se trata de un país rico en recursos naturales, estos no alcanzan para dar forma a un modelo económico integrador e inclusivo. De acuerdo a la medición de Capital natural per cápita del Banco Mundial, la Argentina ocupa el puesto número 40 del ranking de países con mayor dotación de recursos explotables por habitante, detrás de naciones como Australia, Arabia Saudita, Canadá o Brasil.
Esto significa que 45 millones de personas no pueden vivir de las exportaciones primarias o de bajo valor agregado como las del complejo oleaginoso, con grandes ventajas comparativas.
Dorados noventa
En los años "90, se rompió con la falsa dicotomía campo-industria -en 1998 se registró una cosecha de granos y un nivel de producción industrial que son récord históricos. Entre 1991 y 1998, la construcción creció en el orden del 122% y, por primera vez, después de muchos años, el PBI de la construcción superó en 1998 los requerimientos anuales de viviendas e infraestructura y comenzó de esta manera a reducirse el déficit acumulado a lo largo de décadas.
Todo ha cambiado. El 2020 será difícil como consecuencia de la crisis regional e internacional, Las economías regionales se verán afectadas, en mayor o menor medida, a raíz de la fuerte caída de los precios de nuestras exportaciones, el encarecimiento del costo del crédito y la menor demanda de Brasil.
Pero más allá de la actual coyuntura, la nueva década debería ser recordada entre otras cosas, como aquella en la cuál se generó un quiebre en la tendencia estructural hacia el debilitamiento secular de las economías del interior y la megaconcentración de la actividad económica en el eje Capital Federal-GBA.
Informe desalentador
El Ag Barometer es un índice que elabora el Centro de Agronegocios y Alimentos de la Universidad Austral (CEAg). El mismo proporciona bimensualmente medidas nacionales sobre las percepciones del sector agropecuario en la Argentina que muestran la evolución de su confianza a lo largo del año.
El relevamiento recoge las respuestas de encuestas a 400 productores, cuyo valor bruto de producción es igual o mayor a u$s 200.000 dólares y es realizada por Map of Agriculture.
La muestra se ha estratificado basada en datos de INDEC, para que los resultados representen correctamente el universo total. La confianza de los productores en enero 2020 cae un 51% respecto a enero 2019. El estudio acaba de mostrar los menores niveles de confianza desde el comienzo de su medición en octubre 2018.
A pesar de los buenos rendimientos esperados, los resultados económicos serán peores a los de la campaña 2018/19. Aún en un contexto de incumplimientos de parte de actores importantes de la cadena comercial, en su mayoría los productores sostienen que mantendrán los canales comerciales habituales.
El índice total muestra un valor de 52 puntos. El Indice de Condiciones Presentes es claramente negativo con un valor de 46, mientras que el Indice de Expectativas Futuras -aún siendo también muy negativo- muestra un nivel un poco más alto, con un valor de 56.
Si observamos la serie completa, podremos ver que en el inicio hubo una tendencia ascendente en la confianza de los productores, que tuvo valores máximos en el mes de julio antes de las PASO.
A partir de allí, se produce un punto de inflexión producto del resultado de las elecciones primarias, ya que comienzan a surgir expectativas de adopción de medidas negativas para el sector, como el incremento de las retenciones, que finalmente se concretaron.
En este sentido, en la primera lectura posterior al cambio de gobierno, y ya con las medidas en marcha, vemos en enero 2020 una caída todavía mayor en la confianza de los productores. Como parte de este proceso, los productores adelantaron la comercialización de trigo, maíz y soja de la campaña 2019/20, según lo reflejan las estadísticas oficiales de compras, ventas y embarques.
El pesimismo además es alimentado por el incremento en la presión impositiva. Tal es el caso de la provincia de Buenos Aires y otras provincias donde la suba de los impuestos inmobiliarios rurales en muchos casos ha superado a la inflación, incrementando los costos fijos de los productores, sin tener en cuenta las condiciones de rentabilidad de sus explotaciones.
Clima y pronóstico
A pesar de condiciones climáticas favorables con buenos rendimientos, los productores esperan tener peores resultados. Normalmente el clima y la expectativa de rendimientos en el mes de enero, que es clave para la producción de maíz y soja, se traslada en una expectativa optimista.
Sin embargo, en esta medición vemos que a pesar de que casi el 80% de los encuestados ve condiciones climáticas favorables o en línea con el promedio, y que de hecho un 77% de los encuestados estima tener rindes iguales o mejores frente a un año promedio, la expectativa de rentabilidad es, en un 62% de los casos, peor que la del año anterior.
Dado que la variable productiva es buena, el condicionamiento negativo estaría provocado por los valores a los que se venderá la producción. El incremento de las retenciones juega un papel muy importante en la caída de los precios, a esto se suma la baja en los precios internacionales de la soja y el desdoblamiento cambiario.
Los precios internacionales están en niveles similares a los del año anterior, pero en esta oportunidad la carga impositiva es mucho mayor. Pasamos de un 23% de impuestos en soja a un 30%, y en cereales de 7% a 12%. A esto hay que agregarle que el excedente que pueda generarse entre ingresos y costos, se ve licuado al llevarse a dólares por la brecha cambiaria.
Por ejemplo, si tomamos el precio máximo que llegó a tocar la soja de 260 u$s/tt, y lo pesificamos al tipo de cambio oficial de 60, vemos que corresponden 15.600 $/tt, pero esto llevado a dólares usando el dólar bolsa, que es hoy la única alternativa legal para hacerlo, llegamos a 195 u$s/tt.
Como si esto fuera poco, ya se está alertando que la presión de cosecha podría generar bajas todavía mayores en los precios, y con menos jugadores del lado de los compradores, las posibilidades de negociación se verán reducidas.
A pesar de los problemas de default en actores importantes tanto del corretaje como de la industria/exportación, los productores no van a modificar sustancialmente sus estrategias comerciales.
El caso Vicentin
El año 2019 será recordado por el sistema comercial de granos argentino con mucho dolor. A mediados de año dos corredores de mediana envergadura tuvieron problemas para honrar sus compromisos, y más sobre el final se sumó un tercero que generó mucho impacto. Pero justo cuando las aguas comenzaban a calmarse, surgieron problemas para uno de los principales exportadores de capitales nacionales.
Los dos casos más resonados tienen un elemento común: ambos venían haciendo inversiones muy grandes en activos fijos, lo que terminó conduciendo a un severo problema de liquidez que no pudieron sortear.
Frente a esto sería razonable pensar que el productor se volvería más cauteloso al elegir sus canales comerciales, y es por eso se incorpora esta pregunta en el relevamiento de enero 2020. Sin embargo, el 75% de los encuestados manifestaron que van a mantener la forma en la que manejan su comercialización. De quienes sí van a cambiar, el grueso piensa buscar contrapartes con mayor respaldo, sólo 8% manifestó que buscará aumentar operaciones con exportadores de primera línea y sólo 3% manifiesta que evitará las firmas corredoras que manejan acopios dentro de su estructura.
Si bien los resultados dan un panorama preliminar, podría decirse como conclusión que los productores interpretan a esta situación como algo puntual de los actores involucrados, pero no del sistema comercial en su conjunto. En este sentido, es que no se ve una expectativa masiva en búsqueda de un cambio en los canales comerciales.
La confianza de los productores en enero 2020 cae un 51% respecto a enero 2019.