El último romántico'

La biografía futbolera del Flaco­

Presentaron el libro `Menotti - El último romántico', editado por librofutbol.com­. Escrito por Gustavo Fabián García y Carlos Viacava, periodistas de La Prensa, repasa la trayectoria deportiva y la filosofía de juego del DT que le dio el primer título del mundo al Seleccionado nacional.

 ­La cancha no tiene el aspecto de siempre. Le falta césped. Tampoco se ven los arcos. Se divisa algo similar a lo que podría antojarse como una tribuna, pero no está construida con los viejos tablones del pasado ni con el moderno cemento que, como decía José Amalfitani, ``es mudo pero elocuente''. Esta cancha decididamente no parece una cancha. Pero, llamativamente, está a punto de jugarse un partido. De fútbol, por supuesto. No se juega con corazón y pases cortos, sino con palabras, con recuerdos, con anécdotas... Este partido no es un duelo de dos rivales deseosos de vencerse mutuamente, sino que todos visten la misma camiseta, la del amor por el juego y por las palabras.

Se trata de la presentación del libro Menotti - El último romántico, escrito por los redactores de La Prensa Gustavo Fabián García y Carlos Viacava y editado por librofutbol.com. La obra fue presentada en el auditorio de la escuela de periodismo Deportea, que fue una suerte de estadio en la que todos salieron a jugar con la idea de llevar la pelota al pie, hilvanando maniobras que no buscan introducir la pelota en el arco del adversario, sino evocar la figura de César Luis Menotti, el técnico que condujo a la Selección argentina a su primer título del mundo, en el 1978, y que aún hoy es el abanderado de una filosofía que entiende este deporte como un arte en el que ganar no es todo, sino una consecuencia de la creatividad puesta en marcha para expresarse dentro de la cancha.

Junto a los autores, el partido lo protagoniza Carlos Babington, otrora fantástico número 10 del memorable Huracán campeón del Metropolitano de 1973, el conjunto con el que Menotti no sólo hizo feliz a todo Parque de los Patricios, sino que legó un equipo inolvidable que vence sin misericordia al paso del tiempo. A su lado está Juan José Panno, periodista, escritor, director de Deportea, un hombre con fino gusto por los textos bien redactados y de estrecha relación con el DT rosarino.

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RESPETO POR LAS PALABRAS­

Tras la invitación a jugar efectuada por los autores de esta biografía futbolera de Menotti, Panno da el puntapié inicial. ``Me gustó el título. El último romátnico... El romanticismo es un movimiento artístico del siglo XIX que valoraba mucho la creación, el arte, la fantasía. Y los románticos eran tipos que salían de lo prestablecido y se amparaban mucho en la creación. Eso le viene fenómeno a la figura del Flaco Menotti, que era efectivamente un romántico. Hoy esa palabra en el periodismo deportivo está bastante desvalorizada. Romántico hoy es antónimo de práctico, de efectivo. Romántico es el tipo que juega sin arcos, el tipo al que le importa más jugar que ganar... y ésa es una falacia porque no conozco a nadie que salga a la cancha de fútbol que diga a mí me gusta perder. A todo el mundo le gusta ganar y creo que al Flaco Menotti le gustaba más que a nadie. Alguna vez (el periodista) Horacio Pagani lo sintetizó muy bien con esto de que algunos decían se juega para ganar. Bueno, decía Horacio, es como decir que se vive para respirar. Es una obviedad realmente. Uno lo que quiere es ganar. El tema es cómo se gana. En este libro ellos ganaron jugando un partido con notable dignidad''.

Por su extensa trayectoria, Panno repara en aspectos técnicos de Menotti - El último romántico. Lo desmenuza letra por letra, concepto por concepto y la obra sale bien parada a su juicio. Celoso custodio de la exacta ubicación de las palabras dentro del texto, objeta un par de párrafos que comienzan con la expresión ``sin embargo'', pero rápidamente soslaya la situación y explica que ``me sorprendió lo bien escrito que está. Está muy cuidado. No tiene una palabra de más''. Inmediatamente destaca: ``Me tocó estar muy cerca de Menotti en su etapa en la Selección argentina. Me tocó escribir dos libros para (editorial) Atlántida, junto a Carlos Ferreira, y me reencontré en este libro con muchas cosas que había vivido muy bien tratadas''. Su análisis se hace más profundo aún: ``Primera virtud: todo lo que dicen está muy bien. Segunda virtud: tiene un enorme laburo. Estos chicos se deben haber pasado horas y horas en el archivo buscando todos los datos. Hay un laburo que no está a la vista, no es tan fácil como suponen los alumnos de una escuela de periodismo: no todo está en Wikipedia''.

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UN ESTILO IRRENUNCIABLE­

Cuando le llega la pelota, Babington, el Inglés, la recibe como en sus días de exquisito mediocampista creativo y distribuye el juego con precisión. Así traza una radiografía perfecta de lo que fue Menotti como entrenador. ``El se enojaba mucho cuando nosotros jugábamos mal o cuando nosotros no jugábamos como el nos pedía que jugáramos. Un día perdimos 4-0 con Colón en cancha de Huracán. Un partido totalmente atípico. Nosotros habremos creado 15 situaciones de gol. Ese día estábamos cruzados para el arco y Colón nos acertó cuatro veces. Uno sabe cuándo juega bien y cuándo juega mal, pero perder 4-0 tira por la borda todo pensamiento, porque evidentemente cometimos errores. Lo primero que nos dijo en el vestuario fue: muchachos hemos perdido, pero jugando así no creo que perdamos más partidos de los que vamos a ganar''.

Ese recuerdo define con precisión quirúrgica el estilo futbolístico que pregonó Menotti desde su irrupción triunfal con ese Globo que voló tan alto. La idea se mantuvo inalterable, aunque pocas veces los equipos del técnico rosarino repitieron funciones de gala como las de aquellos días. Tanto Panno como Babington coinciden que ni siquiera la Selección campeona de 1978 alcanzó ese nivel de brillo, más allá de que siempre conservó la intención de jugar respetando lo que eternamente se conoció ``como la nuestra'', es decir dándole a la creatividad un espacio preponderante.

La charla, bien futbolera, fue desfilando por todos y cada uno de los equipos que dirigió Menotti. Brotaron las anécdotas y los recuerdos, por ejemplo del Trinche Tomás Carlovich, un vago fenomenal que jugaba como los dioses y que habría sido la epítome del fútbol que pregonaba el Flaco. El Inglés narró la sorpresa generalizada que causó en Huracán la llegada de inolvidable René Houseman: ``No lo conocía nadie, pero apareció y fue una cosa de locos''. Y sorprende diciendo que ``René nunca sabía contra quién jugaba. Apagaba el pucho antes de jugar y en la cancha hacía un desastre...''. Hasta se atreve a postular que ``fue el mejor jugador que vio en su vida''. 

También se desterró la idea de que el fútbol de Menotti no pudo triunfar en Europa (``porque no lo entendían'', acotan) y deja en claro que su visión del juego resiste el paso del tiempo, porque, como apunta Babington, ``es el fútbol que nos caracteriza a los argentinos, pese a que hoy la historia dice que no intentamos jugar así. No todos practican el fútbol que le gusta a sus hinchas. Me duele mucho cuando veo esos equipos que le pegan para arriba, sin ton ni son. Esos equipos que quieren ganar de cualquier manera. Nosotros, gracias al Flaco, levantábamos la bandera de los que no quieren ganar a toda costa''.

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