La amante adolescente del general

En "Amor y violencia", Juan Ovidio Zavala revela documentos y testimonios sobre la relación que unió a Nelly Rivas con el presidente Juan Domingo Perón, 44 años mayor.

"El odio es la venganza de un cobarde intimidado" (George Bernard Shaw)

La etapa que siguió a la autodenominada Revolución Libertadora de septiembre de 1955 estuvo repleta de excesos, aún peores que los que había prometido exterminar.

Más allá de una valoración moral del hecho en sí, uno de aquellos episodios fue el caso de Nélida Haydeé Rivas, la adolescente de 14 años que vivió con Perón (que tenía 58) en el palacio Unzué, la entonces residencia presidencial, desde 1954 hasta el golpe.

Por esta relación, el fundador del justicialismo fue acusado de estupro por el tribunal que lo juzgó tras el golpe. Y mientras esta "relación secreta" -que Perón siempre negó- fue utilizada por los detractores del ex presidente para hablar de su decadencia moral; la persecución contra la menor y su familia no tuvo límites.

Casi sesenta años después sale a la luz Amor y violencia (Editorial Planeta. 312 páginas) escrito por el abogado de la adolescente y su familia, Juan Ovidio Zavala, basado totalmente en las declaraciones y testimonios de Nélida. El libro, vale destacar, remite a un sitio web para poder leer todos los documentos judiciales que sirvieron como fuente.

Zavala -quien nació en San Luis hace 90 años, ha sido militante radical desde su juventud, fue torturado durante el gobierno peronista e integró la administración de Frondizi- recibió a La Prensa para relatar parte de la historia en la que le tocó ser protagonista.

Con hablar pausado, admite su sorpresa por la repercusión que está teniendo el libro, incluso a nivel internacional. No es para menos: por primera vez se puede acceder al testimonio directo de Nélida Rivas y los tormentos que padeció merced al odio de los nuevos amos del poder.

EN LA CAÑONERA

Todo comenzó a los pocos días que Perón decidió refugiarse en la cañonera Paraguay, a fines de septiembre de 1955. A partir de ese momento vinieron las persecuciones contra Nélida y su familia.

-¿Cómo se hizo cargo de la causa?

-Tuve que consultar a Frondizi porque en esa época -septiembre de 1955- yo trabajaba en la promoción de su candidatura y no quería perjudicarlo. "El abogado que cumple con su deber no le hace daño al candidato", me dijo y entonces tomé el caso.

-¿Hubo alguna lectura oculta en la denuncia contra Perón por estupro?

-Los de la Libertadora eran ignorantes y de muy bajo nivel. Con la persecución contra Nelly ellos querían que Perón, refugiado en la cañonera Paraguay, volviera al país. Porque en realidad cuando hay una denuncia por estupro la menor es protegida y acá fue todo al revés. Le sacaron la patria potestad a los padres -que acusaron y encarcelaron por complicidad en el delito de estupro- y a ella la pusieron en un asilo de prostitutas. Ahí estuvo 218 noches. En el libro, ella relata lo que sufrió en aquellos días. Cuando logré sacarla de ahí se estaba muriendo. También conseguí que el juez le otorgara la patria potestad a la abuela.

-¿Cómo era el clima que se vivió durante el proceso?

-Ella desde un primer momento me dijo que si pensaba que le iba a hablar mal del general, no había diálogo. Pero yo siempre la traté correctamente. Fue un verdadero combate. Hubo una veintena de apelaciones. A mí no me dejaban entrar a las audiencias y los jueces eran corruptos. Se negociaban las entrevistas con medios extranjeros, como el New York Tribune, con el pretexto de que Nelly necesitaba plata y a ella no le daban nada. A la madre de Nelly, una encargada en una casa de rentas, en la calle un grupo antiperonista la tomó y le cortó el pelo. Cuando a ella la fueron a buscar, tras el golpe, el marino que encabezaba el grupo el dijo: "¡Ah vos sos la put..!". Y ahí le robaron la plata, las joyas y las cartas que le había dado Perón. Nunca le devolvieron nada. A los padres les dieron 6 años de prisión. Todo esto en derecho fue una aberración jurídica.

-¿Qué imagen le quedó de Nélida Rivas?

-Era una chica muy inteligente, era la mejor alumna del grado. No era linda, pero tenía la frescura de la edad. Ella integraba la UES, cuya rama femenina funcionaba en la residencia de Olivos y fue ahí donde se originó el primer contacto con Perón. Ella llegó a ocupar el dormitorio de Evita en la residencia Unzué. Hasta celebró sus 15 años con una fiesta en los salones.

TREN DE LA HISTORIA

-¿Cómo fue la relación entre Nelly y Perón?

-Perón la aconsejaba mucho y veían televisión juntos. El le cambió la vida. Ella lo volvió loco y estaba perdidamente enamorada de él y fue ella la que insistió en la relación. En un principio, Perón disimulaba el vínculo. Hasta el festival internacional de Cine de 1954 en Mar del Plata, donde se mostraron públicamente. En una carta que él le envía desde la cañonera Paraguay en 1955 le pide "venite... sos lo único que me queda". Y ella se niega porque tenía que cuidar a los padres que estaban muy viejos. Ella a mi me dijo: "Ahí perdí el tren de la historia".

-¿Hubo alguna manifestación de culpa por parte de Perón?

-En una de esas noches cuando ya habían comenzado a tener relaciones sexuales, Perón se despierta muy nervioso y protestando: "Te estoy haciendo mucho daño, esto no puede seguir". Sin embargo, eso pasó. Fue un arranque de Perón pero después la relación continuó.

-¿Cómo siguió la vida de la adolescente?

-Los padres de ella siguieron presos durante un buen tiempo y salen bajo fianza. Sin embargo, ella para lograr la independencia se casa en 1958 y tiene dos hijos, quienes hasta último momento estuvieron muy resentidos con ella. En 1973, ella junto a su marido visita a Perón en Gaspar Campos. Luego, yo tuve contacto con ella en 1989 cuando me cuenta de sus necesidades económicas. Nelly muere, muy pobre, el 31 agosto de 2012.

EL ODIO

El relato de estos hechos poseen un valor histórico y llevan a reflexionar no sobre una cuestión moral de la intimidad de las personas, más allá de que uno de los protagonistas fuera presidente de la Nación y lo privado toque el ámbito público, sino sobre el odio. Porque, incluso de haber existido una falencia moral, el odio fue la respuesta equivocada.

El odio y la venganza presentes en esta historia son un ejemplo que refleja claramente la ceguera que produce cuando se los utiliza y las consecuencias que originan. El odio como elemento político nunca construye nada estable. Al contrario, siembra más odio e intolerancia. Y, lamentablemente, fue esta una constante en la historia argentina que parece difícil de erradicar. Sólo con modelos políticos íntegros podrá superarse.