Con perdón de la palabra

La Vuelta de Obligado

En otra nota publicada aquí, hablando de sordos me referí a Juan Bautista Thorne, que perdió el oído por haber actuado como artillero en el combate de La Vuelta de Obligado. Y ahora quiero extenderme un poco respecto a dicho combate.

El cual, si bien no impidió que buques ingleses y franceses terminaran forzando el paso, tuvo también consecuencias favorables. Por lo pronto, sirvió para que en Europa la tomaran en cuenta a la Argentina y a don Juan Manuel de Rosas, determinando que El Gran Capitán, José de San Martín, le legara su sable como reconocimiento al modo como El Restaurador de las Leyes supo defender la soberanía nacional.­

Y cabe recordar que la flota europea era una fuerza considerable ya que, custodiando a los buques mercantes que la conformaban, incluyó once de guerra, entre los que se contaban un vapor -el Fulton- una fragata, corbetas, bergantines y una goleta. Armados con modernos cañones de ánima rayada y cohetes Congreve, que eran los misiles de la época. Señalo la circunstancia de que los cañones fueran de ánima rayada, pues esto era una novedad y aumentaba notablemente la precisión del tiro. 

Rosas se había quedado sin escuadra e instaló baterías, no sólo en la Vuelta de Obligado sino también en el Paso de la Ramada, sobre el Paraná Pavón; en las barrancas de Tonelero, próximas a Ramallo; en Acevedo, junto a San Nicolás y en San Lorenzo, allí donde los granaderos a caballo recibieran su bautismo de fuego.­

Sobre el combate de San Lorenzo cabe señalar que algún libro de historia español da una curiosa versión de los hechos, informando que tripulantes de la flotilla que patrullaba el Paraná bajaron en San Lorenzo para hacer una visita al Santísimo en el convento que allí existe, desde atrás de cuyas tapias salieron los granaderos como energúmenos y los ardieron a palos. Claro que la versión del descenso piadoso resulta insostenible si se tienen en cuenta que desembarcaron llevando artillería. Al menos un cañón.­

­

LAS CADENAS­

­Respecto a La Vuelta de Obligado se tiene por cierto que Rosas había hecho tender cadenas desde una orilla hasta la otra del río. Tanto es así que, en el monumento que conmemora la batalla, aparecen varios eslabones, enormes, que habrían formado parte de esas cadenas. ­

Pero tales eslabones no corresponden a dichas cadenas. Pues, según me explicó Héctor Obligado, dueño de la estancia próxima al lugar y que ya existía entonces, su peso volvería imposible transportarlas y menos tenderlas a lo largo de una larga extensión. ­

 

La defensa montada consistió, realmente, en una sucesión de botes y pontones unidos entre sí mediante la cadena de sus anclas. ­

Años atrás me invitó ATC a relatar desde la misma Vuelta de Obligado los detalles del suceso, a la misma hora en que tuvo lugar. Debí madrugar pero me resultó emocionante hacerlo, reviviendo para los espectadores una fecha gloriosa de la patria.     ­

Quiero terminar esta nota con una estrofa de Alberto Merlo referida al combate, adecuada como cierre:­

Que los tiró a los gringos­

ju'una gran siete,­

navegar tantos mares­