El 16 de marzo se cumplirán 207 años de la creación del Regimiento de Granaderos a Caballo, por disposición del Primer Triunvirato, al frente del cual puso al teniente coronel don José de San Martín. Generalmente es recordado y no sin motivo el sargento Juan Bautista Cabral “que murió en el campo del honor” en el combate de San Lorenzo, entre sus efectivos. Pero cercanos a la fecha de creación de esa unidad vale recordar a Juan Rabuffi, un granadero de casi un siglo después.
Fue un grupo de argentinos residentes en Francia entre ellos Tomás Viera, Lorenzo Inurrigarro y Enrique Demaría, a la que se sumó como miembro honorario el funcionario francés Roger Fighiera, los que tuvieron la idea de inmortalizar al general San Martín en el bronce, en esa ciudad hospitalaria en la cual residiera desde 1848 y en la que terminara su existencia. En amable réplica Gregorio Viera, Enrique B. Crotto y el doctor Gregorio Aráoz Alfaro, formaron otra en Buenos Aires, que de inmediato contó con el auspicio del gobierno nacional y de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires.
El monumento obra del reconocido escultor Henri Allouard, el primero en tierra europea, se inauguró con la solemnidad de estilo el domingo 24 de octubre de 1909. La Prensa y los diarios y revistas de la época informaron con lujo de detalles la ceremonia que presidió el ministro de Guerra de Francia general Jean Brun, cargado de medallas y condecoraciones; el ministro argentino doctor Ernesto Bosch, el alcalde la ciudad Charles Vincent Péron, los ministros argentinos en Italia y Bélgica, Roque Sáenz Peña y Enrique Moreno, la nieta del Libertador Josefa Balcarce y San Martín de Gutiérrez Estrada, y descendientes de camaradas de armas como Marcelo T. de Alvear y Francisco Lavalle.
Más de 10.000 personas participaron de la ceremonia, en la que la banda de música de la Fragata Sarmiento rindió los honores, junto con su tripulación, junto con las cañoneras Parana y Rosario que integraron la delegación naval.
Para tan importante acontecimiento las autoridades argentinas dispusieron el envío de 120 efectivos del Regimiento de Granaderos a Caballo, con sus cabalgaduras que embarcaron en el transporte Pampa (luego obsequiados al gobierno francés): que participaron del acto, junto a otros efectivos, compartiendo la camaradería con los soldados franceses.
Fue un día desapacible, como corresponde a esa ciudad y en esa estación y una persistente garúa acompañó a los presentes, luego hubo un banquete para 500 invitados, por la noche un desfile de antorchas, y un baile para los soldados y marineros en el Casino local y hasta un partido de futbol que terminó empatado. Todos recordaban la palabra de Belisario Roldán que conmovió al auditorio a modo de rezo laico:
“Padre nuestro que estás en el bronce. Las progenies multiplicadas levantan su corazón para exclamar: hemos hecho la Patria que soñaste… aquellos hijos de nuestros hijos que recorran Europa sientan descubierta la cabeza y arrodillada el alma, que tiembla en sus corazones la plegaria sin palabras de todas las gratitudes”.
Entre los granaderos clase 1888 se encontraba Juan Rabuffi, hija de Juan y de Santina Zorzzoli, nacido en Chacabuco. La familia estuvo radicada también en Carmen de Areco y en Suipacha, donde pude encontrar la partida bautismal de algún hermano, pero no la de él, para tener la fecha exacta de su nacimiento; como también en Castilla donde eran muy conocidos. La foto que se acompaña que nos permite conocer su fisonomía está tomada poco antes del viaje.
Este granadero no pudo participar de las ceremonias, porque llegó enfermo de neumonía en aquellos tiempos era una enfermedad mortal, fue internado en el hospital “Pierre Bertrand” de Boulogne Sur Mer. En, recuerda el historiador suipachense Arístides Testa Díaz que allá quedó cuando sus compañeros emprendieron el regreso, siendo asistido “con verdadero afecto de hermano” por el soldado francés Pollet, del 8 de línea, en cuyos brazos murió el 9 de noviembre de 1909.
Sus camaradas del regimiento conocieron la noticia cuando estaban embarcando en Southampton, el mismo día el comandante de armas de Boulogne Sur Mer coronel Maindreville, emitió un comunicado dando cuenta del fallecimiento “lejos de su tierra natal, de su familia y de su escuadrón. Los oficiales, suboficiales y soldados de la guarnición vendrán, seguramente, a dar una prueba muy especial de simpatía a este hermano de armas que desaparece en condiciones tan particularmente dolorosas”. Por esta razón resolvió conceder toda clase de facilidades a la tropa de la guarnición para asistir a las exequias, dispuso además que el regimiento 8 de infantería, de conformidad al ceremonial de estilo iba a rendir los honores de ordenanza.
El gobierno argentino a través del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto a cargo del doctor Victorino de la Plaza, adhirió al duelo, encargándole la representación ministro en Francia el doctor Ernesto Bosch. A su vez integraron esa comitiva el agregado militar coronel Urquiza y el cónsul argentino Miguel Martínez de Hoz. La ceremonia fue imponente, presidió el funeral el abate O´Kelly en la capilla del Hospicio de San Luis, mientras que la inhumación se hizo en el cementerio del Este, en una tumba ofrecida por la comuna. Las autoridades francesas encabezadas por el alcalde Perón, presidieron las exequias, en las hablaron los coroneles Urquiza y Maindreville, en presencia de numeroso público y agregados militares de otras naciones.
Los diarios de Buenos Aires, así como dieron noticia de la celebración de la inauguración del monumento, y dio motivos a grandes festejos en la ciudad por la comisión de homenaje a Francia que presidía el doctor Adrián C. Escobar, también dieron la noticia del deceso de Rabuffi.
De nuevo en casa
Sus compañeros del Regimiento mantuvieron la camaradería de esos días en el tiempo, y consiguieron repatriar los restos 59 años después. Llegaron a la dársena norte en la fragata “Libertad” el 31 de enero de 1968 al retornar de su quinto viaje. Fue recibido por autoridades, familiares y sus ya octogenarios amigos que no lo olvidaron y después de los honores correspondientes, fueron trasladados a Castilla, donde reposan hasta el presente.
Cuando las dos Guerras la ciudad de Boulogne Sur Mer sufrió bombardeos, pero sólo unas esquirlas dieron en su base. Durante la segunda conflagración la ciudad fue ocupada por los alemanes y soportó 487 ataques aéreos y gran cantidad de ataques navales, en los que desaparecieron barrios enteros y edificios. El 6 de junio de 1944 fue el día del desembarco de Normandía, el día D. El 15 de junio unos 300 aviones arrojaron 1200 toneladas de proyectiles, tenían como destino la base de submarinos, instalada apenas a 200 metros de la estatua del Libertador.
Cuando el humo y el polvo desaparecieron, allí estaba intacta la estatua de San Martín, un milagro y muy cerca el granadero Juan Rabuffi, como un custodio celestial que merece aquellos versos del peruano Ricardo Palma:
“Y hoy que tu nombre inmortal
va a ser monumento alzado
decir cumple a tu soldado
¡Presente mi general!”.