Páginas de la historia

‘Imperio Argentina’

En 1936, época en que comenzaba en España la sangrienta Guerra Civil, esa triste guerra -todas lo son- pero esta era entre hermanos, hacía ya varios años que una actriz cinematográfica, bailarina y cantante era la estrella indiscutida y más cotizada del cine español. Su nombre: Magdalena Niles del Río.
Pero no era española. Y tampoco era ese su nombre artístico. Era argentina y tenía un seudónimo que muchos de ustedes recordarán: Imperio Argentina.
Filmó películas no sólo en España, sino también en Francia y en Hollywood. Y allí acompañó nada menos que a Carlos Gardel en una película nostálgica para todos los argentinos, los gardelianos muy especialmente: ‘Melodía de arrabal’.
Sus padres, españoles, residían en Buenos Aires. Era la época -Imperio Argentina había nacido en 1906- en que una mujer en un escenario era muy mal mirada. Y sus padres además eran de una rigidez absoluta en ese sentido.

SU DEBUT
Se cuenta que teniendo 14 años Imperio engañó a sus padres y se presentó en el Centro Gallego de Buenos Aires donde cantó tres canciones españolas y un tango. Y luego -ella estudiaba baile clásico- bailó una jota que ni siquiera había ensayado antes.
El éxito fue clamoroso. Pero pese a ello, esa actuación se hubiese olvidado con el devenir del tiempo. Un detalle inicialmente ingrato para Imperio Argentina atizó el fuego de su éxito. Estaba presente la noche de su actuación un cronista del diario ‘La Prensa’, con un fotógrafo.
Dos días después de la función, el padre de Imperio Argentina, leyendo el diario, observó sorprendido y disgustado el rostro de su hija en ‘La Prensa’ con un amplio y muy conceptuoso comentario.
Un castigo y una penitencia parecieron sellar el episodio. Pero quien nació para cantar no puede vivir en jaula. La muchacha fue invitada meses después al Centro Asturiano de Buenos Aires y otra vez desafió secretamente el rigor paterno. Otro éxito clamoroso.
Su padre, sospechando de su hija, estaba entre el público. Hombre sensible no pudo disimular su emoción. Al finalizar la abrazó con ternura. El perdón estaba otorgado. Su extraordinaria belleza de mujer ayudó a su talento y gracia natural. Ya no dejaría nunca más ese mundo que la fascinaba y se radicó sola, joven aún, en España.
El famoso dramaturgo español y Premio Nobel de literatura, Jacinto Benavente, que escribió entre tantas obras famosas ‘Los intereses creados’, la rebautizó con el nombre de Imperio Argentina. Rápidamente protagonizó en el cine -mudo todavía- dos películas, que entraron en la historia del cine español. Luego las repetiría con el cine sonoro: ‘Nobleza baturra’ y ‘La hermana San Sulpicio’.
Filmó, después de la Guerra Civil Española, que finalizó en 1939, varias películas en España y algunas en la Argentina. ‘La maja de los cantares’, entre ellas, en 1946 y en la que desempeñó el rol protagónico. La dirigió Benito Perojo. Grabó también numerosas composiciones musicales, incluso varios tangos. Dejó siempre el sello de su señorío, de su delicadeza personal, de su don de gentes.
Tuve la suerte de conocerla y tratarla personalmente hace muchos años atrás.
El director cinematográfico Enrique Carreras me había contratado para colaborar -como guionista- en una obra teatral suya en Mar del Plata; y allí escribí también un monólogo por separado de la obra que la famosa actriz interpretó desde el escenario del teatro Odeón de Mar del Plata (hoy teatro Enrique Carreras).
No he podido olvidar, la emoción que experimenté el día del estreno. No la olvidaré jamás. Y recuerdo que le escribí para ella, como final, como cierre del monólogo, una especie de aforismo con el que ella concluía su actuación.
Emocionado, se lo oía repetir con sus casi 85 años noche a noche desde mi platea. Y esta es la frase con la que ella cerraba el monólogo. Recordemos que siendo argentina triunfó y vivió varias décadas en España. Ella decía al final: “Volví a mi pueblo transformada en árbol. Y reencontré… mis raíces”.
Y quiero dedicarle ahora, este aforismo para el ser humano, ya no para la actriz Imperio Argentina, una virtual embajadora espiritual de nuestro país y triunfadora total en el extranjero, que falleció en agosto de 2003: “Los grandes del arte fueron sus propios maestros…”.