IA en 2025: innovación, regulación y el desafío energético

El 2025 se perfila como el año bisagra para la inteligencia artificial (IA) en el mundo corporativo. Así lo confirma el informe con las perspectivas de este año publicado por UBS, al que tituló “How to ride the AI wave in 2025”. Si bien la euforia por esta tecnología continúa, también habrá que prestarles atención a nuevas complejidades, como restricciones regulatorias, volatilidad geopolítica y una creciente necesidad de optimizar el consumo de energía en entornos empresariales. En este contexto, las organizaciones deben mirar más allá de los lanzamientos de productos, es decir en el día a día, y poner el foco también en inversiones estratégicas de largo plazo que aseguren dos cosas: eficiencia y sostenibilidad.

El informe de UBS destaca que la demanda de tecnologías de IA sigue en crecimiento, lo que se traduce en un aumento del gasto en chips avanzados y centros de datos (esto último, sin embargo, ha sido puesto en duda con el lanzamiento de Deepseek, el modelo de IA chino). La inversión en capital de las principales empresas tecnológicas alcanzaría los 280 mil millones de dólares en 2025, un incremento del 25% interanual. Sin embargo, esta expansión también genera un desafío clave: el consumo energético.

Las compañías que apuesten por la IA deberán tener en cuenta estrategias que optimicen la eficiencia energética de sus infraestructuras. UBS destaca distintas tecnologías a tener en cuenta en ese sentido, como la refrigeración líquida para servidores, el uso de energías renovables o la adopción de arquitecturas de chips más eficientes. Todas estas iniciativas tienen el poder de marcar la diferencia este año, en un entorno donde los costos energéticos van a seguir aumentando.

Las restricciones a la exportación de chips de IA impuestas por la administración de Biden y la incertidumbre en torno a las políticas tecnológicas del nuevo gobierno de EE.UU. podrían afectar la cadena de suministro global. Según UBS, las nuevas regulaciones dividirán a los países en tres niveles, limitando el acceso a tecnologías avanzadas para ciertos mercados. Esto es algo que también hay que tener en cuenta: de toda esta transición saldrán ganadores, pero también puede haber perdedores.

Las empresas deben hacer un seguimiento de estos cambios e intentar diversificar su cadena de proveedores para evitar interrupciones en el acceso a hardwares que son clave. Además, UBS señala que podría ser el momento de explorar alternativas de procesamiento más eficientes en términos energéticos, como los chips específicos para IA que ya están optimizados para generar menos consumo energético.

El crecimiento explosivo de la IA en el sector corporativo también obliga a repensar la sostenibilidad de estas inversiones. La implementación de modelos de IA generativa y el análisis de datos a gran escala demandan una infraestructura energética considerable. Lógicamente, esto podría generar un impacto negativo en la huella de carbono de estas organizaciones. En este sentido, las empresas que decidan tomar este camino no sólo deben centrarse en el desarrollo de nuevos productos y servicios basados en IA, sino también en encontrar la manera de optimizar los recursos. Con herramientas que permiten prever patrones de consumo y optimizar el uso de energía en centros de datos y oficinas inteligentes, lo más increíble es que la inteligencia artificial misma puede ser una aliada en este proceso.

Para las empresas, el 2025 no solo representa un año de oportunidades en IA, sino también de desafíos relacionados con la regulación y el consumo energético. La clave estará en realizar inversiones estratégicas que no sólo impulsen la innovación, sino que también garanticen eficiencia y sostenibilidad a largo plazo. En este escenario, aquellas organizaciones que integren la IA con una gestión energética responsable tendrán una ventaja competitiva clara en el futuro del mercado argentino.