HACE 60 AÑOS LA ARGENTINA ERA EL LIDER DEL SUBCONTINENTE; HOY NUESTRO PBI REPRESENTA EL 13 POR CIENTO DEL TOTAL REGIONAL

Historia de la decadencia argentina

La mediocridad de la clase dirigente -que dirime sus diferencias como si de batallas ideológicas se tratase- ha provocado una involución profunda y persistente. La situación no ha mejorado los últimos años, según las mediciones internacionales.

POR JORGE COLINA *

Desde una posición de liderazgo regional a mediados del siglo pasado, la Argentina ha caído en la insignificancia dentro del contexto internacional. La decadencia es la consecuencia de una sucesión de políticas desacertadas, adoptadas en la declamación de principios ideológicos, pero que la mayoría de las veces esconde intereses personales y mucha mediocridad. Esto marca la principal diferencia con los países más exitosos de la región donde prevalece el respeto por las instituciones y la toma de decisiones sobre la base de consensos, racionalidad y prudencia.

Recientemente la Cepal difundió un conjunto de indicadores que cuantifican la evolución económica de los países latinoamericanos en las últimas seis décadas. Uno de ellos es el Producto Bruto Interno (PBI), es decir, el total de bienes y servicios generados por cada país en cada año en una serie que se inicia en 1950 y termina en el 2008. Más allá de las limitaciones que caracterizan este tipo de información, los datos permiten una primera aproximación a la capacidad que tuvo cada país para enfrentar los desafíos y oportunidades que planteaba el contexto internacional y generar estrategias de desarrollo.

¿Cuál fue el desempeño de la Argentina respecto al resto de la región? Según los datos de la CEPAL aparece que:

* En la década del cincuenta, la Argentina era la economía más importante de América Latina con un PBI que representaba el 27% del PBI de la región.

* Tomando la participación promedio durante la década del ochenta, el PBI de Argentina había caído a apenas el 15% del PBI regional.

* Considerando el promedio de la década del noventa la participación de la Argentina cae al 14% y en la década actual la participación promedio cae al 13% del PBI regional.

CAIDA VERTIGINOSA

Los datos muestran que en poco menos de 6 décadas la Argentina perdió la posición de liderazgo regional que ostentaba a mediados del siglo pasado. La caída fue vertiginosa hasta la década de los ochenta. Un factor decisivo para explicar esta involución fue la falta de percepción de que el modelo sustitutivo de importaciones estaba agotado.

El estancamiento posterior, que se observa en la década del noventa y se prolonga hasta la actualidad, responde a la incapacidad para generar un esquema de organización económica, política y social alternativo que induzca un proceso sostenido de crecimiento con equidad. Otros indicadores internacionales permiten afirmar que no hay motivos para suponer que este proceso de decadencia se esté revirtiendo.

La OCDE, la principal organización que aglutina a los países desarrollados, viene incorporando a naciones de desarrollo medio con avances en reglas de organización económica, política y social. Por esta vía, México ya está integrado, Chile fue invitado y Brasil está en el grupo de los países próximos a ser aceptads. La Argentina no aparece entre los posibles candidatos.

En análogo sentido, la medición PISA sobre calidad educativa colocaba a la Argentina en el año 2000 en el 1º lugar en Latinoamérica, pero en el 2006 la ubica en la 5º posición detrás de Chile, Uruguay, Brasil y Colombia.

El Indice de Desarrollo Humano de Naciones Unidas en el 2005 colocaba el país en el puesto 34º, pero en el 2009 lo coloca en el 49º. El Indice de Competitividad del reporte Doing Business del Banco Mundial ubicaba al país en el 2005 en el puesto 93º, en el 2009 lo coloca en la posición 118º.

BATALLAS IDEOLOGICAS

Salvo que se suponga una conspiración internacional en materia de mediciones, hay que asumir que la decadencia argentina es profunda y persistente. Hasta fines de los ochenta, América Latina era un continente perdido.

A partir de los noventa comienza a crecer y tener influencia en el concierto internacional. Esto es gracias a un grupo de países que persistió, más allá de la alternancia política, en una economía de mercado bien organizada con inteligentes intervenciones públicas y el apego a las instituciones democráticas. Ejemplos cercanos, con sus particularidades y limitaciones, son Brasil, Chile, Uruguay e incluso Perú.

Mientras que en estos países tiende a prevalecer la racionalidad y el sentido estratégico, en la Argentina la toma decisiones se hace a través de batallas fundadas en gestas ideológicas.

En la discusión sobre la ley de medios, retenciones móviles, estatización de los recursos previsionales, ley de presupuesto, prórrogas de impuestos distorsivos las pujas se dirimen en base a lealtades y traiciones, alianzas espurias con intereses privados y acumulación de votos en base a presiones. Planteado como batalla, el resultado es un bando ganador -que festeja con algarabía y exitismo- y otro perdedor -que asume el resultado con desazón y revanchismo-. Son escasos o nulos los espacios para el diálogo franco, el análisis técnico desapasionado y objetivo, y la búsqueda de consensos. Bajo estas condiciones, no es raro que se imponga la mediocridad.

* Economista del Instituto para el Desarrollo Social de la Argentina.