Opinión
Había una vez…Una historia malvinera (2)
Muchos de nuestros héroes de Malvinas cuentan que aprendieron a amar nuestras islas en el colegio. A Don Pablo Carballo, el Capitán Cruz, le pasó lo mismo. Así lo dice: “En el secundario hicimos un concurso, en el que los alumnos debían elegir una provincia argentina. Junto a un compañero elegimos las Islas Malvinas, que en realidad no era una provincia, más allá de ser argentinas. Esperábamos la amonestación, porque nos habíamos salido de la regla, pero terminamos ganando el primer premio”.
- ¡Qué bien!
- Sí, merecido. Y marcó su vida. Como el ejemplo que recibió de sus padres: “Mi madre me enseñó a rezar, mi padre, a amar a la Patria”, le oí decir. Y aprendió bien. Hoy quiero contarles cómo un 25 de Mayo de 1982, sus Halcones supieron hacerle frente a los invasores ingleses.
- ¡A escobazos tirándole agua y aceite hirviendo! – dijo otro de los nietos.
- Eso fue antes, en las dos Invasiones Inglesas de principios de 1800… Esta vez usamos armas más modernas, ja. Hubo muchos combates, y los nuestros hundieron y averiaron a gran parte de los barcos piratas, pero hoy solamente hablaremos de uno. Los aviones de esta historia eran los A-4B Skyhawk. Ya un tanto viejitos, sin radar de combate, sin misiles, con navegación manual y bombas no guiadas. Todo dependía de la habilidad de los pilotos. No eran supersónicos y tenían que ser reabastecidos en vuelo, porque si no, no llegaban hasta Malvinas.
- ¿Cómo hacían?
- Unos aviones grandes, los Hércules, los esperaban y cargaban en el aire. Pero volvamos a ese día. Los ingleses ya estaban en las islas. De sus barcos bajaban miles de soldados y mercenarios. Eligieron un lugar en donde no había demasiados de los nuestros, pero los que estaban allí se la hicieron muy difícil. Nuestra Fuerza Aérea quiso estar acompañándolos.
Los barcos iban armados con lo mejor: toda clases de misiles, supercañones… Nadie pensaba que un avión podía llegar a atacarlos con éxito. Los libros decían que ningún piloto podría salir vivo… Y sin embargo los nuestros llegaron y los golpearon duramente. Con algo de mala suerte, porque a veces las bombas, preparadas para ataques terrestres, no explotaban. Aun así, los ingleses perdieron buena parte de su flota… aunque nunca van a decir la verdad y solo reconocen parte…
Estamos en el estrecho San Carlos, el canal que separa las dos islas grandes. Allí concentran sus fuerzas y, entre todas las naves se destaca un destructor, el HMS Coventry, joya de la Royal Navy. Lo creían impenetrable a todo ataque, aunque estaban preparados. Los chilenos les avisaban cada vez que salían nuestros aviones, pero sus radares no podían detectarlos hasta el último momento, porque volaban rozando las olas. La situación en tierra era desesperante para nuestros soldados. Por eso, un grupo de héroes, los "Halcones", desafiaron lo imposible. Al mando estaba nuestro Capitán Cruz, un guerrero fiel. Junto a él volaban sus camaradas: el teniente Carlos Rinke, el teniente Jorge Barrionuevo y el Primer Teniente Mariano Velasco.
Les recuerdo que no tenían radares, sólo brújulas y mapas difíciles de consultar en pleno vuelo. La diferencia era abismal: mientras los británicos confiaban en su maquinaria de precisión, los argentinos apostaban todo a su coraje y astucia. Perdón… me equivoco en lo principal. Volvamos para atrás. Los piratas tenían todas las armas del mundo moderno, pero los argentinos tenían Fe. La mayoría tenía el alma en Gracia, sabía la justicia de su causa, y tenía amor por su tierra. En un mundo en que la mayoría pelea por intereses, ellos tenían un Rosario en el cuello. Y eso es más poderoso.
Salieron por sorpresa detrás de un cerro. El Capitán Cruz ordenó a sus hombres formar y lanzarse al ataque. Había dos buques como blancos. El cielo se encendió: los misiles enemigos trazaban arcos mortales, y desde todos los buques atacaban a esos cuatro avioncitos dispuestos a todo. ¡La diferencia de fuerzas era increíble! Cruz, liderando la carga, ascendió apenas lo suficiente para apuntar. Todos disparaban contra los Halcones que zigzagueaban provocantes. Esquivaban los cañonazos y los misiles como un Messi de los aires, y soltaron sus bombas con precisión. Y, aunque no todas explotaron, grandes estruendos hicieron temblar el mar. Por radio los pilotos gritaron: ¡Viva la Patria! El Coventry fue herido de muerte y comenzó a sangrar humo negro. En pocos minutos se inclinó y, vencido para siempre, se hundió en las aguas heladas de una tierra extranjera. El otro barco, el HMS Broadsword, se salvó de pura suerte. La bomba que debió hundirlo, pegó en el blanco, pero rebotó en su cubierta sin explotar.
Así fue ese combate, un 25 de Mayo, cuando nuestros halcones cumplieron lo que siempre habían cantado: “Oh, juremos con gloria morir…” También en tierra los gritaron más que nunca: ¡Viva la Patria! Ese día pudieron volver todos y, al llegar al aeropuerto, nuestro Capitán avisó con orgullo: “¡Regresando todos y con la misión cumplida!
- Pero, ¿el Capitán Cruz tenía miedo? Prometiste contarlo…
- ¡Por supuesto! Los valientes saben lo que es el miedo, pero no se dejan vencer. Él lo cuenta en uno de sus libros. Sabía que era muy probable que muriese cumpliendo su misión, pero por nada del mundo dejaría de intentarla. Para eso se había preparado. Y lo que se jura, hay que cumplirlo, ¿no? Entonces: ¡Viva el Capitán Cruz y vivan los halcones!
- ¡Vivan!
- ¿Cómo gritan en los actos nuestros Veteranos de Guerra?
-¡Malvinas, volveremos! – gritar es lo que más les gusta, así que dije:
- ¡De nuevo!
-¡Malvinas, volvereeeeemoooos!
- ¡Qué bien!
- Sí, merecido. Y marcó su vida. Como el ejemplo que recibió de sus padres: “Mi madre me enseñó a rezar, mi padre, a amar a la Patria”, le oí decir. Y aprendió bien. Hoy quiero contarles cómo un 25 de Mayo de 1982, sus Halcones supieron hacerle frente a los invasores ingleses.
- ¡A escobazos tirándole agua y aceite hirviendo! – dijo otro de los nietos.
- Eso fue antes, en las dos Invasiones Inglesas de principios de 1800… Esta vez usamos armas más modernas, ja. Hubo muchos combates, y los nuestros hundieron y averiaron a gran parte de los barcos piratas, pero hoy solamente hablaremos de uno. Los aviones de esta historia eran los A-4B Skyhawk. Ya un tanto viejitos, sin radar de combate, sin misiles, con navegación manual y bombas no guiadas. Todo dependía de la habilidad de los pilotos. No eran supersónicos y tenían que ser reabastecidos en vuelo, porque si no, no llegaban hasta Malvinas.
- ¿Cómo hacían?
- Unos aviones grandes, los Hércules, los esperaban y cargaban en el aire. Pero volvamos a ese día. Los ingleses ya estaban en las islas. De sus barcos bajaban miles de soldados y mercenarios. Eligieron un lugar en donde no había demasiados de los nuestros, pero los que estaban allí se la hicieron muy difícil. Nuestra Fuerza Aérea quiso estar acompañándolos.
Los barcos iban armados con lo mejor: toda clases de misiles, supercañones… Nadie pensaba que un avión podía llegar a atacarlos con éxito. Los libros decían que ningún piloto podría salir vivo… Y sin embargo los nuestros llegaron y los golpearon duramente. Con algo de mala suerte, porque a veces las bombas, preparadas para ataques terrestres, no explotaban. Aun así, los ingleses perdieron buena parte de su flota… aunque nunca van a decir la verdad y solo reconocen parte…
Estamos en el estrecho San Carlos, el canal que separa las dos islas grandes. Allí concentran sus fuerzas y, entre todas las naves se destaca un destructor, el HMS Coventry, joya de la Royal Navy. Lo creían impenetrable a todo ataque, aunque estaban preparados. Los chilenos les avisaban cada vez que salían nuestros aviones, pero sus radares no podían detectarlos hasta el último momento, porque volaban rozando las olas. La situación en tierra era desesperante para nuestros soldados. Por eso, un grupo de héroes, los "Halcones", desafiaron lo imposible. Al mando estaba nuestro Capitán Cruz, un guerrero fiel. Junto a él volaban sus camaradas: el teniente Carlos Rinke, el teniente Jorge Barrionuevo y el Primer Teniente Mariano Velasco.
Les recuerdo que no tenían radares, sólo brújulas y mapas difíciles de consultar en pleno vuelo. La diferencia era abismal: mientras los británicos confiaban en su maquinaria de precisión, los argentinos apostaban todo a su coraje y astucia. Perdón… me equivoco en lo principal. Volvamos para atrás. Los piratas tenían todas las armas del mundo moderno, pero los argentinos tenían Fe. La mayoría tenía el alma en Gracia, sabía la justicia de su causa, y tenía amor por su tierra. En un mundo en que la mayoría pelea por intereses, ellos tenían un Rosario en el cuello. Y eso es más poderoso.
Salieron por sorpresa detrás de un cerro. El Capitán Cruz ordenó a sus hombres formar y lanzarse al ataque. Había dos buques como blancos. El cielo se encendió: los misiles enemigos trazaban arcos mortales, y desde todos los buques atacaban a esos cuatro avioncitos dispuestos a todo. ¡La diferencia de fuerzas era increíble! Cruz, liderando la carga, ascendió apenas lo suficiente para apuntar. Todos disparaban contra los Halcones que zigzagueaban provocantes. Esquivaban los cañonazos y los misiles como un Messi de los aires, y soltaron sus bombas con precisión. Y, aunque no todas explotaron, grandes estruendos hicieron temblar el mar. Por radio los pilotos gritaron: ¡Viva la Patria! El Coventry fue herido de muerte y comenzó a sangrar humo negro. En pocos minutos se inclinó y, vencido para siempre, se hundió en las aguas heladas de una tierra extranjera. El otro barco, el HMS Broadsword, se salvó de pura suerte. La bomba que debió hundirlo, pegó en el blanco, pero rebotó en su cubierta sin explotar.
Así fue ese combate, un 25 de Mayo, cuando nuestros halcones cumplieron lo que siempre habían cantado: “Oh, juremos con gloria morir…” También en tierra los gritaron más que nunca: ¡Viva la Patria! Ese día pudieron volver todos y, al llegar al aeropuerto, nuestro Capitán avisó con orgullo: “¡Regresando todos y con la misión cumplida!
- Pero, ¿el Capitán Cruz tenía miedo? Prometiste contarlo…
- ¡Por supuesto! Los valientes saben lo que es el miedo, pero no se dejan vencer. Él lo cuenta en uno de sus libros. Sabía que era muy probable que muriese cumpliendo su misión, pero por nada del mundo dejaría de intentarla. Para eso se había preparado. Y lo que se jura, hay que cumplirlo, ¿no? Entonces: ¡Viva el Capitán Cruz y vivan los halcones!
- ¡Vivan!
- ¿Cómo gritan en los actos nuestros Veteranos de Guerra?
-¡Malvinas, volveremos! – gritar es lo que más les gusta, así que dije:
- ¡De nuevo!
-¡Malvinas, volvereeeeemoooos!