Opinión
Guerra europea y la espada de Damocles Nuclear (parte IV)
“Las intervenciones mediáticas de diversos e importantes dirigentes de ambos bandos del conflicto en Ucrania, poseen el común denominador del posible uso de armas nucleares. ¿Se trata de una pantalla retórica, es decir de mensajes para engañarse unos a otros, o existe realmente el riesgo de que Europa sea escenario de un conflicto atómico?”, esto decíamos en ‘La Prensa’ el 9 de octubre de 2022.
Hoy debemos retomar esta temática porque en noticias recientes el tema vuelve al primer plano en medio del conflicto OTAN-Rusia.
Según relata el diario Clarín, el 12 de noviembre pasado: “El mundo estuvo al borde de la catástrofe nuclear el 22 de octubre del 2023”. Al menos esta es la versión de la efímera primera ministra británica conservadora,Liz Truss en el libro ‘Out of the blue’ (De la nada). Según una biografía actualizada de Liz Truss, en Gran Bretaña se celebraron reuniones de crisis debido a la preocupación de que Vladimir Putin estuviera “cerca de desplegar armas nucleares en Ucrania, en octubre de 2022”.
Extractos del libro, publicado por ‘The Sun’, exponen los horribles detalles de lo cerca que estuvo la guerra de una escalada nuclear. Dice: “El 18 de octubre de ese año, el entonces secretario de Defensa, Ben Wallace, viajó a Washington para hablar de la crisis. Al mismo tiempo, el presidente estadounidense, Joe Biden, dijo que existía una ‘amenaza directa’ de que Rusia desplegara armas nucleares si las cosas siguen por el camino que van”. “Una guerra nuclear no se puede ganar y nunca debe librarse”, según dijo Biden en ese momento.
La versión actualizada de ‘Out of the Blue’ sigue a la publicación del propio libro de Truss, ‘Diez años para salvar al Oeste’, que contenía una serie de afirmaciones explosivas sobre sus 49 días en el cargo.
Volviendo a unir nuestras crónicas anticipatorias publicadas en ‘La Prensa’, ‘La espada de Damocles de la bomba atómica (II)’ el 25 de junio de 2023.
¿FRACASO LA CONTRAOFENSIVA?
Otra noticia explosiva de estos últimos días ha sido: “Démosle a Ucrania armas nucleares para que las use como quiera contra Rusia. ¿Ha fracasado la contraofensiva? ¿Cómo evitar la victoria de Putin?”. Esta noticia salió de la boca del experto militar Michael Rubin, que desarrolló una idea y se la propone a Biden: darle a Ucrania armas nucleares tácticas para que las use ‘libremente’, sin el control de Washington. Así, Washington afirmaría no tener control y, por lo tanto, no rendir cuentas.
El punto es que Rubin es uno de los jefes del American Enterprise Institute -podemos recordar- que este poderoso Think Tank hace veinte años tuvieron mucha influencia en el poder para influir en las decisiones de vengar el asalto a las Torres Gemelas del 11 de septiembre para lanzarlo en interminables guerras contra Irak, Afganistán, Siria. Durante muchos años, American Enterprise ha influido en los Estados Unidos detrás de Bush jr. Por lo tanto, la propuesta de Rubin tiene posibilidades reales de ser aceptada. Sobre todo porque... ¿extraña coincidencia? Pedidos de propuestas extremas similares ya se están ventilando en la propia Europa, desde sectores insospechados. Desde Alemania, la presidenta de la Comisión de Defensa del Bundestag, el parlamento alemán, Marie-Agnes Strack-Zimmermann, acaba de proponer que los ucranianos no solo reciban los F16, sino también aeropuertos alemanes desde los que puedan despegar para bombardear Rusia. Con esta medida: a diferencia de los aeropuertos ucranianos, los rusos no podrían (¿?) atacar los aeropuertos en suelo germánico.
OPCION NUCLEAR
Desde hace meses en Occidente se proclama la opción nuclear, sin que ninguno de los periodistas -salvo excepciones- se haya rasgado las vestiduras. Lo que los medios han llamado ‘el discurso delirante de Putin’ no es más que la respuesta a los delirios de la parte occidental. ¿No fue Liz Truss, la efímera primera ministra británica, quien, tan pronto como fue nombrada, dijo que estaba lista para usar armas nucleares para derrocar a Rusia? ¿Acaso Jens Stoltenberg, secretario general de la OTAN, no hace un guiño constante a la posibilidad de una guerra nuclear?
Como podrá observar el lector y lo confirma el libro sobre Liz Truss recientemente publicado, estábamos en lo cierto al denunciar y publicar el peligro de catástrofe nuclear que estaba en ciernes y que aún puede existir.
En los conflictos geopolíticos, muchas veces olvidamos, también tienen su peso factores espirituales, filosóficos, histórico-culturales, identitarios e incluso religiosos. No sólo, por tanto, intereses económicos, estrategias, relaciones de poder y posiciones militares.
Vale la pena recordar el artículo de Kissinger ‘Armas nucleares y política exterior’, donde dice: "Desde el comienzo de la agresión contra Ucrania, había que evitar una victoria de Rusia. Con mayor razón debemos evitar que busque una venganza nuclear. No podemos permitir que el uso de armas nucleares se vuelva convencional, se normalice. No sólo por lo que sería el tremendo resultado inmediato, sino por las consecuencias sobre la interpretación y legitimación del poder por parte de quienes lo ejercen". Además, el mayor teórico vivo de la diplomacia quiere volver precisamente a eso: la diplomacia.
"Un diálogo, aunque sea exploratorio, es fundamental en este ambiente nuclear. No es relevante si nos gusta o no Putin. Una vez que el arma nuclear entrara en acción, el sistema mundial sufriría una interrupción de importancia histórica. No debemos vincular la acción diplomática a la personalidad de quienes están frente a nosotros. Nos corresponde a nosotros concebir un diálogo que preserve nuestra seguridad pero que nos devuelva al espíritu de convivencia. El derrocamiento del líder contrario no debe aparecer como condición previa".
Ante este panorama podemos deducir que no se podrá confiar demasiado en la cordura de los líderes atlantistas para evitar el paso del conflicto a las bombas atómicas.
En estos días, el actual primer ministro británico Starmer presionará a Biden, nos dicen los medios occidentales. Ahora Sir Keir Starmer está dispuesto a instar a Joe Biden a liberar fondos para un préstamo de US$ 20 mil millones (15,5 mil millones de libras) a Ucrania antes de que Trump asuma el cargo cuando se reúnan la próxima semana. El Primer Ministro está presionando para mantener conversaciones cara a cara con Biden, el presidente saliente de los Estados Unidos, cuando ambos asistan a la cumbre del G20 en Brasil.
LAS PRESIONES SIGUEN (Y MUY FUERTES)
Las recientes palabras de un asesor de Donald Trump sobre el posible fin del conflicto ucraniano han puesto el foco en el posible impacto del segundo mandato de Donald Trump en la guerra que divide a Kiev y Rusia desde hace casi tres años. En el círculo Trump, entre los exponentes más influyentes de la paz en Ucrania se encuentra el sobrino de John Fitzgerald Kennedy, Robert Kennedy Jr., excandidato independiente a la presidencia.
Esta guerra, según Robert Kennedy Jr., nunca debería haber ocurrido. Rusia buscará durante mucho tiempo encontrar soluciones pacíficas con condiciones favorables tanto para Ucrania como para los Estados Unidos, siempre y cuando la OTAN no se expanda a Ucrania.
Sin embargo, Kennedy sostiene que los grandes contratistas de defensa estadounidenses, como Northrop Grumman, Raytheon, General Dynamics, Boeing y Lockheed Martin , presionan para la expansión de la OTAN, ya que esto obliga a los nuevos miembros a comprar armas que cumplan con los estándares de la alianza, garantizándoles ganancias seguras.
En marzo de 2022, los Estados Unidos asignó 113.000 millones de dólares para apoyar a Ucrania. Según Kennedy, con esa cantidad se podrían haber construido viviendas para todos los estadounidenses sin hogar. Desde entonces, se han asignado 24 mil millones de dólares adicionales y el presidente Biden ha solicitado otros 60 mil millones de dólares. Los mayores gastos, sin embargo, surgirán después de la guerra, para reconstruir lo destruido. Mitch McConnell habría confirmado que estos fondos no acaban en Ucrania, sino en los bolsillos de los fabricantes de armas estadounidenses, revelando que se trata de un plan de blanqueo de dinero que beneficia a grandes empresas como BlackRock.
Según se informa, Tim Scott dijo que los fondos a Ucrania eran préstamos y no regalos, pero Kennedy cree que estos préstamos nunca serán reembolsados. La razón para llamarlos “préstamos” es imponer condiciones económicas severas a Ucrania, como un programa de austeridad que mantendría a la población en la pobreza. Además, Ucrania se vería obligada a vender sus activos estatales a multinacionales occidentales, incluidas sus valiosas tierras agrícolas, que representan uno de los recursos más importantes del país.
Hasta el momento, el 30 por ciento de estos terrenos ya han sido comprados por DuPont, Cargill y Monsanto, todas ellas empresas vinculadas a BlackRock. En diciembre pasado, la administración Biden adjudicó a BlackRock el contrato para la reconstrucción de Ucrania, reforzando la idea de que los actores habituales se benefician de las crisis internacionales. Kennedy concluye que la élite global perpetúa los conflictos para alimentar sus propios intereses económicos, manteniendo a la gente dividida e involucrada en guerras constantes. Kennedy, aunque todavía no ha abordado el tema en profundidad, sugiere que una dinámica similar está en la base del apoyo financiero.
Hoy debemos retomar esta temática porque en noticias recientes el tema vuelve al primer plano en medio del conflicto OTAN-Rusia.
Según relata el diario Clarín, el 12 de noviembre pasado: “El mundo estuvo al borde de la catástrofe nuclear el 22 de octubre del 2023”. Al menos esta es la versión de la efímera primera ministra británica conservadora,Liz Truss en el libro ‘Out of the blue’ (De la nada). Según una biografía actualizada de Liz Truss, en Gran Bretaña se celebraron reuniones de crisis debido a la preocupación de que Vladimir Putin estuviera “cerca de desplegar armas nucleares en Ucrania, en octubre de 2022”.
Extractos del libro, publicado por ‘The Sun’, exponen los horribles detalles de lo cerca que estuvo la guerra de una escalada nuclear. Dice: “El 18 de octubre de ese año, el entonces secretario de Defensa, Ben Wallace, viajó a Washington para hablar de la crisis. Al mismo tiempo, el presidente estadounidense, Joe Biden, dijo que existía una ‘amenaza directa’ de que Rusia desplegara armas nucleares si las cosas siguen por el camino que van”. “Una guerra nuclear no se puede ganar y nunca debe librarse”, según dijo Biden en ese momento.
La versión actualizada de ‘Out of the Blue’ sigue a la publicación del propio libro de Truss, ‘Diez años para salvar al Oeste’, que contenía una serie de afirmaciones explosivas sobre sus 49 días en el cargo.
Volviendo a unir nuestras crónicas anticipatorias publicadas en ‘La Prensa’, ‘La espada de Damocles de la bomba atómica (II)’ el 25 de junio de 2023.
¿FRACASO LA CONTRAOFENSIVA?
Otra noticia explosiva de estos últimos días ha sido: “Démosle a Ucrania armas nucleares para que las use como quiera contra Rusia. ¿Ha fracasado la contraofensiva? ¿Cómo evitar la victoria de Putin?”. Esta noticia salió de la boca del experto militar Michael Rubin, que desarrolló una idea y se la propone a Biden: darle a Ucrania armas nucleares tácticas para que las use ‘libremente’, sin el control de Washington. Así, Washington afirmaría no tener control y, por lo tanto, no rendir cuentas.
El punto es que Rubin es uno de los jefes del American Enterprise Institute -podemos recordar- que este poderoso Think Tank hace veinte años tuvieron mucha influencia en el poder para influir en las decisiones de vengar el asalto a las Torres Gemelas del 11 de septiembre para lanzarlo en interminables guerras contra Irak, Afganistán, Siria. Durante muchos años, American Enterprise ha influido en los Estados Unidos detrás de Bush jr. Por lo tanto, la propuesta de Rubin tiene posibilidades reales de ser aceptada. Sobre todo porque... ¿extraña coincidencia? Pedidos de propuestas extremas similares ya se están ventilando en la propia Europa, desde sectores insospechados. Desde Alemania, la presidenta de la Comisión de Defensa del Bundestag, el parlamento alemán, Marie-Agnes Strack-Zimmermann, acaba de proponer que los ucranianos no solo reciban los F16, sino también aeropuertos alemanes desde los que puedan despegar para bombardear Rusia. Con esta medida: a diferencia de los aeropuertos ucranianos, los rusos no podrían (¿?) atacar los aeropuertos en suelo germánico.
OPCION NUCLEAR
Desde hace meses en Occidente se proclama la opción nuclear, sin que ninguno de los periodistas -salvo excepciones- se haya rasgado las vestiduras. Lo que los medios han llamado ‘el discurso delirante de Putin’ no es más que la respuesta a los delirios de la parte occidental. ¿No fue Liz Truss, la efímera primera ministra británica, quien, tan pronto como fue nombrada, dijo que estaba lista para usar armas nucleares para derrocar a Rusia? ¿Acaso Jens Stoltenberg, secretario general de la OTAN, no hace un guiño constante a la posibilidad de una guerra nuclear?
Como podrá observar el lector y lo confirma el libro sobre Liz Truss recientemente publicado, estábamos en lo cierto al denunciar y publicar el peligro de catástrofe nuclear que estaba en ciernes y que aún puede existir.
En los conflictos geopolíticos, muchas veces olvidamos, también tienen su peso factores espirituales, filosóficos, histórico-culturales, identitarios e incluso religiosos. No sólo, por tanto, intereses económicos, estrategias, relaciones de poder y posiciones militares.
Vale la pena recordar el artículo de Kissinger ‘Armas nucleares y política exterior’, donde dice: "Desde el comienzo de la agresión contra Ucrania, había que evitar una victoria de Rusia. Con mayor razón debemos evitar que busque una venganza nuclear. No podemos permitir que el uso de armas nucleares se vuelva convencional, se normalice. No sólo por lo que sería el tremendo resultado inmediato, sino por las consecuencias sobre la interpretación y legitimación del poder por parte de quienes lo ejercen". Además, el mayor teórico vivo de la diplomacia quiere volver precisamente a eso: la diplomacia.
"Un diálogo, aunque sea exploratorio, es fundamental en este ambiente nuclear. No es relevante si nos gusta o no Putin. Una vez que el arma nuclear entrara en acción, el sistema mundial sufriría una interrupción de importancia histórica. No debemos vincular la acción diplomática a la personalidad de quienes están frente a nosotros. Nos corresponde a nosotros concebir un diálogo que preserve nuestra seguridad pero que nos devuelva al espíritu de convivencia. El derrocamiento del líder contrario no debe aparecer como condición previa".
Ante este panorama podemos deducir que no se podrá confiar demasiado en la cordura de los líderes atlantistas para evitar el paso del conflicto a las bombas atómicas.
En estos días, el actual primer ministro británico Starmer presionará a Biden, nos dicen los medios occidentales. Ahora Sir Keir Starmer está dispuesto a instar a Joe Biden a liberar fondos para un préstamo de US$ 20 mil millones (15,5 mil millones de libras) a Ucrania antes de que Trump asuma el cargo cuando se reúnan la próxima semana. El Primer Ministro está presionando para mantener conversaciones cara a cara con Biden, el presidente saliente de los Estados Unidos, cuando ambos asistan a la cumbre del G20 en Brasil.
LAS PRESIONES SIGUEN (Y MUY FUERTES)
Las recientes palabras de un asesor de Donald Trump sobre el posible fin del conflicto ucraniano han puesto el foco en el posible impacto del segundo mandato de Donald Trump en la guerra que divide a Kiev y Rusia desde hace casi tres años. En el círculo Trump, entre los exponentes más influyentes de la paz en Ucrania se encuentra el sobrino de John Fitzgerald Kennedy, Robert Kennedy Jr., excandidato independiente a la presidencia.
Esta guerra, según Robert Kennedy Jr., nunca debería haber ocurrido. Rusia buscará durante mucho tiempo encontrar soluciones pacíficas con condiciones favorables tanto para Ucrania como para los Estados Unidos, siempre y cuando la OTAN no se expanda a Ucrania.
Sin embargo, Kennedy sostiene que los grandes contratistas de defensa estadounidenses, como Northrop Grumman, Raytheon, General Dynamics, Boeing y Lockheed Martin , presionan para la expansión de la OTAN, ya que esto obliga a los nuevos miembros a comprar armas que cumplan con los estándares de la alianza, garantizándoles ganancias seguras.
En marzo de 2022, los Estados Unidos asignó 113.000 millones de dólares para apoyar a Ucrania. Según Kennedy, con esa cantidad se podrían haber construido viviendas para todos los estadounidenses sin hogar. Desde entonces, se han asignado 24 mil millones de dólares adicionales y el presidente Biden ha solicitado otros 60 mil millones de dólares. Los mayores gastos, sin embargo, surgirán después de la guerra, para reconstruir lo destruido. Mitch McConnell habría confirmado que estos fondos no acaban en Ucrania, sino en los bolsillos de los fabricantes de armas estadounidenses, revelando que se trata de un plan de blanqueo de dinero que beneficia a grandes empresas como BlackRock.
Según se informa, Tim Scott dijo que los fondos a Ucrania eran préstamos y no regalos, pero Kennedy cree que estos préstamos nunca serán reembolsados. La razón para llamarlos “préstamos” es imponer condiciones económicas severas a Ucrania, como un programa de austeridad que mantendría a la población en la pobreza. Además, Ucrania se vería obligada a vender sus activos estatales a multinacionales occidentales, incluidas sus valiosas tierras agrícolas, que representan uno de los recursos más importantes del país.
Hasta el momento, el 30 por ciento de estos terrenos ya han sido comprados por DuPont, Cargill y Monsanto, todas ellas empresas vinculadas a BlackRock. En diciembre pasado, la administración Biden adjudicó a BlackRock el contrato para la reconstrucción de Ucrania, reforzando la idea de que los actores habituales se benefician de las crisis internacionales. Kennedy concluye que la élite global perpetúa los conflictos para alimentar sus propios intereses económicos, manteniendo a la gente dividida e involucrada en guerras constantes. Kennedy, aunque todavía no ha abordado el tema en profundidad, sugiere que una dinámica similar está en la base del apoyo financiero.