"EL REÑIDERO" DE SERGIO DE CECCO, EN UNA INTELIGENTE LECTURA DE EVA HALAC

Guapos fueron los de Palermo

Ficha técnica:
"El reñidero" de Sergio De Cecco. Dirección: Eva Halac. Escenografía: Micaela Sleigh. Vestuario: Constanza Balduzzi y Micaela Sleigh. Iluminación: Leandro Pérez. Actores: Antonio Grimau, Joaquín Furriel, Julieta Vallina, Marita Ballesteros, Tony Lestingi, Monina Bonelli y María Urdapilleta. Regio (Córdoba 6056).

En "El reñidero" las mujeres, como en algunas obras de García Lorca, se mantienen expectantes detrás de las ventanas, o metidas puertas adentro de sus casas. No están por ahí "coqueteando" con los otros, como le reprocha a su mujer, en un momento Pancho Morales, el guapo más cotizado de Palermo.

En casa de los Morales hay un "mar de fondo" que necesita resolverse y eso lo saben todos. Nélida Morales, es amante de Soriano, supuesto hombre de confianza de Pancho y el que se supone que lo asesinó.

Mientras Nélida, hace oídos sordos a los reproches de su hija por andar con Soriano; Elena va sembrando en su interior, las raíces de un intenso odio a su madre y sólo espera el regreso de su hermano Orestes, que está en la cárcel para convencerlo de que sea él quien debe matar al asesino que anda suelto.

LA CONDENA

Orestes purga una condena en la cárcel por habérsele ido la mano y matar a un hombre, al que su padre sólo le encargó amedrentar para que no molestara.

La acción se presume que transcurre hacia 1900, en Palermo, el mismo barrio que inspiró a Borges y sus relatos sobre guapos y en los que también se inspiró De Cecco para "El reñidero", cuyo conflicto está basado en el mito de la "Electra" de Sófocles.

La puesta en escena de Eva Halac ilumina la pieza de De Cecco. Respeta la época y a la vez le otorga un refinado tratamiento espacial, en el que a lo largo de la historia se presiente la tragedia que más tarde se va a desencadenar y parece sintetizada en ese título que resume esa sed de sangre (muy bien diseñadas las escenas de violencia), que angustia el alma de los personajes ideados por el autor del "Gran deschave".

La directora Eva Halac acentúa con inteligencia los oscuros deseos que mueven al cuarteto protagónico conformado por el padre, la madre y los dos hijos.

Mientras el padre obliga a su hijo a entrenarse para matar él, de raíces menos violentas, sabe que para ser aceptado, deberá convertirse en una máquina de destrucción. La pregunta que se hará años después, cuando a instancias de su hermana se prepara para matar al asesino, es si la moral de su padre, Pancho Morales, fue tan intachable como para seguir aceptando sus mandatos.

EL INCESTO

Por su lado, la hija siente un amor obsesivo, incestuoso por su padre. Mientras la relación entre Pancho y su mujer Nélida, parece unida a través de la humillación, la violencia y el adulterio.

La pieza exigía manejar ciertos instintos primitivos de los personajes y Halac supo trasladar con acierto esas marcaciones en sus actores, aunque no todos hayan logrado entender con claridad su propuesta.

En la puesta en escena de Eva Halac se percibe una lectura profunda de la pieza de De Cecco, un compromiso con un texto, que tal vez, nunca fue mostrado con tanta claridad necesaria en sus resoluciones escénicas. No obstante el equipo actoral impuesto no siempre estuvo a la altura de las circunstancias.

Desde ese punto de vista se destacan la intensa y comprometida actuación de Julieta Vallina y Antonio Grimau; un magnífico y en extremo sutil, como su personaje lo requería, Joaquín Furriel, como Orestes; una estupenda Marita Ballesteros y la revelación de Monina Bonelli, como la vecina de los Morales.

Juan Carlos Fontana