POR BERNARDINO MONTEJANO
Gracias a Infovaticana, en este rincón de la pampa argentina, me entero de una carta magnífica de un joven de 26 años que responde al cardenal Cobo, similar allí a lo que el Cuervo, “Cuesta bajo en la rodada”, representa en Buenos Aires, para la castigada Iglesia Católica en la Argentina.
Sus argumentos son los nuestros y renuevan la fidelidad a las enseñanzas de la Iglesia de siempre, la del “sí, sí, no no”, evangélico, la de las Sagradas Escrituras, la de la patrística y de la escolástica, la de san Agustín, santo Tomás de Aquino y san Buenaventura, la de Francisco de Vitoria, la de los grandes papas que nos regalaron la doctrina social de la Iglesia en los tiempos modernos.
El informe se titula: “José Andrés Calderón, organizador del Rosario de Ferraz, responde al cardenal Cobo: No venimos desde el odio, sino desde el profundo amor a Cristo, a la Virgen y a España”.
A un periodista intrigante e insidioso, como tantos abundan entre nosotros, desde La Nación (Diario) hasta Vómito 12, quien le preguntó acerca del Rosario de Ferraz, Cobo respondió: “Creo que es cuando la ideología se pone por encima de nuestra experiencia de fe, que está por encima del planteamiento político”.
En la respuesta, Calderón, primero se presenta y después, aclara que rezan por la salvación de España y del mundo.
Y como eso molesta, comenzaron las dificultades con el delegado del gobierno de Madrid, que prohíbe los rosarios.
Ante esta orden injusta, lo que cabe es desobedecer y lo hace con fundamento en las Sagradas Escrituras, en grandes teólogos, en el papa León XIII. Por la desobediencia sufre multa, hostigamiento y acoso del gobierno y de los medios de comunicación.
Pero el gran problema es que el Estado ha abandonado la fe católica y hoy es “confesionalmente ateo”. Esta deriva está produciendo efectos letales para millones de almas.
E insiste el joven perseguido: “España está intrínsecamente ligada a la Fe católica. Nuestra nación carece de sentido si eliminamos la Cruz del corpus social”.
Describe la situación actual: “una sociedad atomizada por la dictadura relativista, nihilista, hedonista, en la cual reina el libertinaje y las oligarquías que desprecian a Dios”.
Nos dice que la alternativa a todo esto es “la restauración del Reinado Social de Cristo” y cita al papa Pío XI (Encíclica Quas Primas).
Con relación a los dichos de Cobos, manifiesta: “Afirmar que rezamos por motivos ideológicos es un agravio”, aclarando, con mucha razón, que “todas las ideologías nos separan o alejan de Dios”, y también aclara que “en el Rosario del Corazón de María no se congregan fanáticos ultras ni sectarios ideológicos”.
EN LA PATRIA
Todo lo que este valiente joven dice de España es aplicable a la Argentina de hoy, en la cual no existen persecuciones directas, pero sí hostilidad, apoyo de los gobiernos del matrimonio Kirchner, de Mauricio Macri y del feminista golpeador, Alberto Fernández al relativismo, nihilismo, hedonismo, libertinaje, promoción de la ideología de género y de la sodomía, corrupción de los menores en la escuela, promoción de nuevas formas de familia democrática, ajenas a la tradicional.
No hablemos de lo sucedido en la Ciudad Apóstata de Buenos Aires, con los gobiernos de Mauricio Macri, con su colaboradora María Eugenia Vidal y su Chau Tabú, Rodríguez Larrata, inmorales los tres, con la pasividad cómplice de las autoridades religiosas.
¿Por qué no aparece entre nosotros algún
Calderón que vincule de nuevo a la oración
con la patria, con una verdadera movilización
que sacuda la modorra de los argentinos?
¿Y LA JUVENTUD?
Pero ¿qué sucede con nuestra juventud adormecida para las grandes causas? ¿Por qué no aparece entre nosotros algún Calderón que vincule de nuevo a la oración con la patria, con fundamentos sólidos, con una verdadera movilización que sacuda la modorra de los argentinos?
Tenemos grandes maestros muertos, empezando por Meinvielle y Castellani, pero también maestros vivos como el P. Alfredo Sáenz y nuestro hermano oriental el P. Horacio Bojorge, pero nuestra juventud no los frecuenta ni los cultiva. Los que mejor pintaban, han vendido su herencia por miserable un plato de lentejas, hundidos en un puro activismo.
Pero no debemos perder la esperanza. Roguemos a Dios para que, como en España, suscite entre nosotros jóvenes inteligentes y esforzados, que piensen la Patria y se lancen a una gran gesta para que recupere sus esencias espirituales.
Como escribió en 1955 Enrique von Grolman, en una carta entregada personalmente al general Franklin Lucero, con relación a la Argentina postrada de entonces:
“Siento profundamente la Argentina mía. Ella se realizará por la presencia espiritual de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana. Por el honor y la capacidad de sus clases dirigentes. Y por la dignidad de sus ciudadanos. Ella será y nosotros seremos.”