Paso a paso, Javier Milei va cerrando el cerco sobre Mauricio Macri. Pese a lo que conjeturan tantos comentaristas, el jefe libertario no quiere romper relaciones con el presidente del PRO, sino más bien forzarlo a aceptar un contrato de sumisión muy alejado de la pretensión macrista de una alianza entre socios de calidad pareja en la que la mayoría accionaria del Presidente no derive en imposición, sino en negociación.
Cuando, la última semana, habló en Roma en el festival de las organizaciones juveniles de la derecha italiana, Milei expuso con bastante claridad una postura que permite comprender su actitud ante el macrismo. “Nosotros -dijo, por ejemplo- no estamos dispuestos a negociar nuestras ideas, pero todos aquellos que quieran abrazar las ideas de la libertad van a ser siempre bienvenidos”. Dijo también: “No buscamos diálogos que nos lleven a ninguna parte, ni establecer consensos que solo les sirvan a ellos. No es nuestra metodología intentar apaciguar a quienes buscan dañarnos (…) somos escépticos de todo concepto de centro que, en apariencia, es moderado, pero que, bajo la superficie, es cómplice y funcional siempre al socialismo“.
Milei no está dispuesto a adoptar los consejos y recetas del macrismo, pero no tiene problemas en cooptar al macrismo (Macri incluido): tiene mucho espacio disponible en el maldito Estado y el jefe del PRO bien podría ser un embajador de lujo para el gobierno; no un socio. Como citaba a menudo Juan Perón: “Maíz por maíz uno como un maizal”.
DECONSTRUCCIÓN
La deconstrucción del macrismo empezó con la cooptación de Patricia Bullrich, incluida en el primer gabinete libertario como subordinada de Milei a cargo de Seguridad (un área cuyo control él le había prometido a Victoria Villarruel) y no ha co ncluido. Macri ya ha perdido a uno de los más destacados barones propios del conurbano, Diego Valenzuela, a fragmentos legislativos que se fidelizaron tras Bullrich y mantiene tecleando, con un pie adentro y otro afuera a Cristian Ritondo (jefe del bloque Pro de Diputados) y a Diego Santilli, reciente candidato amarillo a gobernador de la provincia de Buenos Aires.
Milei acaba de dar otro golpe: consiguió la rápida transferencia del jefe operativo de seguridad de la Ciudad de Buenos Aires (formalmente bajo el mando de Waldo Wolf), que pasó a convertirse en el Señor 8 de la Secretaría de Inteligencia del Estadol (SIDE). Casi de inmediato, su valedor, Néstro Grindetti (a quien Kravetz sucedió como intendente de Lanús cuando Grindetti pasó a la condición de precandidato a la gobernación bonaerense) fue desplazado por Jorge Macri de la jefatura de gabinete porteña. ¿Cómo mantener en ese cargo clave a un amigo del alma del subjefe de la SIDE de Milei? Que no lo haya desplazado totalmente del gobierno de Caba (lo depositó en una oficina de estrategia) es un homenaje a los servicios prestados (y los secretos guardados) durante años por Grinndetti a la familia Macri, empezando por Don Franco, en Socma. La maniobra de quedarse con Kravetz, ideada por Santiago Caputo, elemento clave de la geometría oficial, es una carambola a muchas bandas.
Esa jugada coincidió en el tiempo con el lanzamiento del mileísmo, encabezado por la msmísima Karina Milei -“El Jefe”-, en un cine de Floresta. Los libertarios formalizan su sitio sobre la plaza fuerte del Pro, la ciudad de Buenos Aires. Avisan que van a presentarse autónomamente, es decir, que van a fraccionar el voto antikirchnerista (antiperonista) de la Capital y, como consecuencia, van a poner en dificultades la gobernabilidad del distrito cuyo poder central se dirimirá en 2027.
CANJE: PBA POR CABA
Los de Milei están seguros de que presentarse autónomamente en la ciudad de Buenos Aires les permitirá absorber ya en el comicio de medio término buena parte del electorado del PRO y no les molesta que en esta instancia el kirchnerismo se fortalezca en el distrito: consideran que esa circunstancia favorecerá la polarización del 2027, donde ellos calculan que ya habrán persuadido al macrismo de subordinarse incondicionalmente a La Libertad Avanza.
Macri cree tener una carta fuerte de negociación: estima que Milei necesita del PRO en la provincia de Buenos Aires, donde inclusive yendo juntos el macrismo y el mileísmo la elección contra el kirchnerismo en cualquiera de sus variantes (cristinismo o kicilofismo) se presenta complicada. Y donde una eventual victoria K sembraría alarma en los mercados y tendría consecuencias negativas para la estabilidad de la economía. En esas condiciones, Macri cree que podrá negociar un acuerdo bonaerense a cambio de un acuerdo porteño.
Esa eventual negociación futura determina la presente dureza recíproca de los jugadores: ambos necesitan mostrar que tienen cartas para resistir los reclamos del otro. Eso sí: Macri tiene fama reconocida con los naipes, pero Milei ejerce la presidencia. Y acaba de avisar: “la mejor defensa es siempre un buen ataque. No hay nada peor que vivir a la defensiva, siempre reaccionando a lo que hace el adversario”.
El círculo rojo no aplaude esta competencia. Sin embargo, todo parece indicar que los tironeos entre el macrismo y los libertarios ocuparán la atención política al menos hasta marzo. No son -por cierto- tan importantes como lo estiman sus protagonistas, pero responden a cierta lógica de la época, que en tiempos de pantallas, algoritmos e inteligencia artificial , necesita espectáculos que ocupen el lugar de las peleas de ciegos de la Edad Media.