EN 1933 EL POETA GRANADINO VIVIO SEIS MESES GLORIOSOS EN LA CIUDAD
García Lorca en Buenos Aires
Federico García Lorca fue el poeta de mayor influencia y popularidad de la Literatura de habla castellana de la primera mitad del siglo XX. Llegó a la ciudad de Buenos Aires con 35 años de edad. Había nacido el 5 de junio de 1898 en Fuentevaqueros, Granada (España); era hijo de campesinos con cierta fortuna (Federico García Rodríguez y Vicenta Lorca Romero), y se encontraba en la plenitud de su trabajo creador, su curiosidad, su inventiva.
Era su tercer viaje a América del Sur y el primero al Río de la Plata. Su estadía en la ciudad porteña había sido planificada para ser corta; incluyendo algunas entrevistas periodísticas, así como tiempo para reunirse con colegas y promocionar su tan querida compañía de teatro popular y ambulante que dirigía en España junto a Eduardo Ugarte, La Barraca. Pero lo cierto es que terminó extendiéndose por seis meses.
El diario La Nación reflejó así el hecho: “Llegará hoy a Buenos Aires Federico García Lorca, joven que ha alcanzado vasta fama y la consagración respetuosa y es en España uno de los exponentes más representativos quizá el más, de su nueva literatura, moderna e inquieta…”.
Cuando arribó al puerto de Buenos Aires lo esperaban periodistas, fotógrafos y admiradores. Cuenta su biógrafo, Ian Gibson, que fue recibido con honores y que, asombrado, le contó a su madre: "Me tratan como a un ministro".
Le esperan, además de un sinfín de periodistas, Gregorio Martínez Sierra, Lola Membrives y su marido, y sus tíos Francisco y María, que como dice de una manera muy gráfica Pedro Villarejo en su libro García Lorca en Buenos Aires, en su capítulo “Anoche llegó el poeta”, “no dejaron en Granada el pañuelo grande que empapan las emociones”.
El escenógrafo Manuel Fontanals añade que también asistió a su encuentro la que había sido su niñera en Granada, que residía en Buenos Aires desde hacía tres años.
LA AVENIDA
Buenos Aires contaba con excelente vida propia. La Avenida de Mayo, espaciosa y clásica, situada en el barrio de Montserrat, era el ámbito más español y tradicional de la ciudad; había sido inaugurada el 9 de julio de 1894.
Avenida que merece un recorrido literario, donde se sitúa el lugar en el que José Hernández escribió Martín Fierro; donde se situaba el diario La Prensa, en el que Borges hizo sus primeras colaboraciones periodísticas; donde se encuentra el bar London, en el que Julio Cortázar imaginó el ambiente de Los premios, de 1960 y tantos otros acontecimientos de gran valor cultural. Desde 1997, la Avenida de Mayo es reconocida como lugar histórico nacional.
Este es el espacio de vida que frecuentó Federico García Lorca, engalanado con lo mejor del arte modernista europeo y universal que dejaría tan significativos vestigios de una pomposidad que aún hoy nos mueve por su belleza.
Quizás esa haya sido la atracción para este joven, todavía de fama moderada, quien llegó a Buenos Aires el 14 de octubre de 1933, invitado por la actriz Lola Membrives y su esposo, el empresario español Juan Reforzo, quien lo había contratado para presentar la obra Bodas de sangre, con la cual Lorca vivenció el éxito.
También dirigió otras dos de sus obras: La zapatera prodigiosa y Mariana Pineda.
ESTADIA
Buenos Aires fue un momento cumbre en su vida. Según reconstruye Daniel Feliu (autor de García Lorca, el duende en Rosario), el escritor había venido sólo por unos días y se quedó por seis meses, en los que atravesó un verdadero boom de popularidad.
"Tuvo que contratar un secretario porque la gente se agolpaba en la puerta de la habitación 704 del Castelar", cuenta. "Hasta ese momento, García Lorca gozaba de cierto éxito menor en España, pero lo que vivió acá fue inaudito", agrega el investigador, quien reconstruyó su historia en Buenos Aires y en Rosario gracias a una copiosa cantidad de artículos y crónicas que contaban las peripecias de la bohemia de esa época.
Fue un lapso de poca escritura, pero de muchas vivencias para García Lorca. Desde su habitación escribió a sus padres, de quienes todavía entonces dependía económicamente, que aquí gozaba de la "fama de un torero".
Cuenta Feliu que gracias al dinero que ganó en Buenos Aires pudo al fin cortar esa dependencia. En esta misma ciudad, cayó preso en vísperas de unas elecciones junto al periodista e historiador Edmundo Guibourg. Cuando la policía le preguntó en la comisaría sobre su profesión, García Lorca contestó "poeta" y desató las carcajadas de los uniformados.
VIDA SOCIAL
Durante esos meses, Lorca se pasea por la ciudad como un porteño más. Se incorpora con naturalidad a la vida social de Buenos Aires. Verlo tomar un café en el Tortoni, pasear por el Tigre, caminar por la Avenida Corrientes o la calle Florida, pasaron a ser imágenes cotidianas. Brindó muchas entrevistas y fue constante su presencia en los medios de comunicación de la época.
García Lorca hacía base en el Hotel Castelar, ubicado en Avenida de Mayo 1152, llamado así porque los dueños quisieron recordar al primer presidente de la Primera República Española, don Emilio Castelar. El hotel está construido bajo los cánones de la época y en él se hospedó el poeta, en la habitación 704.
En su inauguración se llamó Hotel Excelsior, y en su subsuelo funcionó la peña “Signo”. Por allí desfilaron Oliverio Girondo, Alfosina Storni, Norah Lange, Raúl Gonzáles Tuñón, Vicente Ruiz Huidobro, Jorge Luis Borges, Pablo Neruda, David Siqueiros, y muchos más.
El Castelar siguió funcionando durante décadas y aquella habitación que fuera residencia de García Lorca se transformó en un museo al cual podían acceder tanto los hospedados como la gente interesada en conocer aquel histórico ámbito. Empero, durante la pandemia el hotel cerró y al día de hoy continúa sin funcionamiento guardando, oculta, esa valiosa reliquia.
Lorca participaba de la peña y recitaba poesías en la radio Stentor, que transmitía desde los sótanos del hotel. "No se encontraron los archivos de audio de ese momento, solo hay una filmación sin sonido dando vueltas", advierte Feliu.
El video está en YouTube: son 40 segundos en los que se lo ve sonriente, de mirada penetrante, engominado, saludando a cámara y enfundado en una polera con saco de traje, acompañado de Reforzo, a quien le hace entrega de un libro.
En el Teatro Avenida (inaugurado en 1908) se representaron obras de Lorca. En 1933 será Lola Membrives quien, en un brillante montaje de Bodas de sangre, convierta a Lorca en figura famosísima en Argentina.
Lorca recuerda el día del estreno en una carta a la familia en la que cuenta el éxito de la obra que llegó a alcanzar las 100 representaciones, y que la prensa anunció así:
“La compañía de comedias de la actriz Lola Membrives celebrará esta noche en el Teatro Avenida, con una función extraordinaria en honor del autor las cien representaciones del poema dramático de Federico García Lorca, Bodas de sangre”.
CON NERUDA
Los dos poetas llegaron a Buenos Aires el año 1933. Neruda sería uno de los primeros nombres que Lorca conocería. Al instante de la primera reunión que tuvieron, se eligieron como interlocutores y confidentes, dando paso a interminables veladas donde compartían, con mutua admiración, impresiones acerca de la literatura y la vida. Así forjaron una gran amistad.
Resulta interesante reproducir la opinión de uno sobre otro:
Federico García Lorca opina: “Y digo que os dispondréis para oír a un auténtico poeta de los que tienen sus sentidos amaestrados en un mundo que no es el nuestro y que poca gente percibe. Un poeta más cerca de la muerte que de la filosofía, más cerca del dolor que de la inteligencia, más cerca de la sangre que de la tinta, un poeta lleno de voces misteriosas que afortunadamente él mismo no sabe descifrar, de un hombre verdadero que ya sabe que el junco y la golondrina son más eternos que la mejilla dura de la estatua”.
La opinión de Neruda: “He visto en Buenos Aires el apogeo más grande que un poeta de nuestra raza haya recibido, las grandes multitudes oían con emoción y llanto sus tragedias de inaudita opulencia verbal. En ella se renovaba cobrando nuevo fulgor fosfórico el eterno drama español, el amor y la muerte bailando una danza furiosa, el amor o la muerte enmascarados o desnudos”.
DESPEDIDA
El 26 de marzo de 1934 el poeta granadino se despidió con una función de títeres de cachiporra para sus amigos en el Teatro Avenida.
Su paso por Buenos Aires fue tan impactante e intenso que, inclusive con el correr de los años, se siguió rememorando aquella visita. Tanto, que se crearon circuitos culturales para recrear las salidas, caminatas y los lugares frecuentados por el poeta.
No fue un viaje más; fueron seis meses en donde el dramaturgo fue partícipe del Buenos Aires de los años treinta, pujante culturalmente y políticamente incorrecto. Para el poeta español más leído de todos los tiempos fue un viaje que lo marcó en lo personal y en lo profesional.
El día de su despedida, por los micrófonos de Radio Stentor, cuyo estudio estaba ubicado en el subsuelo del Hotel Castelar, Federico García Lorca se despedía de Buenos Aires de esta manera:
“Cuando llegué a Buenos Aires, me pidieron que saludara al público desde el balcón invisible de la radio, y rehusé porque, dentro de mi carácter sencillo, encontré desorbitada la proposición. Tengo miedo siempre de ser molesto y me da rubor la popularidad adquirida siempre a costa del paisaje tranquilo de nuestra vida íntima”.
“Hoy yo mismo acudo a despedirme de vosotros, porque ya entre los que me escuchan hay muchos cientos de amigos míos. Yo vengo solamente a dar gracias por el interés y la cordialidad con que me habéis tratado en estos seis meses. Me voy con gran tristeza, tanta, que ya tengo ganas de volver. Ahora pienso en los días de nostalgia que voy a pasar en Madrid recordando el ahora barro fresco, olor a búcaro andaluz, que tienen las orillas del río, y el deslumbra-miento de la tremenda llanura donde se anega la ciudad, en una melancólica música de hierbas y balidos. Yo sé que existe una nostalgia de la Argentina, de la cual no me veré libre y de la cual no quiero librarme porque será buena y fecunda para mi espíritu. Adiós a todos y salud. Dios quiera que nos volvamos a ver y desde luego yo, siempre que escriba mis nuevas obras de teatro, pensaré siempre en este país que tanto aliento me ha dado como escritor. Hasta la vuelta.”
En mayo de 1935 Federico García Lorca, desde Madrid y a través de la emisora Radio Prieto, dedicó tres conferencias a los porteños. En un reportaje, a través de la misma emisora, le preguntaron “¿Está en sus cálculos una nueva visita a Buenos Aires?”
“Ojalá (respondió él). Pero no quiero ir para estrenar ni para dar conferencias. Me gustaría ir para estar con mis amigos, para remar en el Tigre, para oír el magnífico alarido de los partidos de fútbol, para escuchar los tristes bandoneones de notas verdes y acongojadas, para beber el vodka ruso en las tabernillas de la calle 25 de Mayo con el grupo de poetas más sensible y más simpático que he encontrado en mi vida.”
Pero Federico no podría volver. El 18 de agosto de 1936, fue fusilado por las milicias falangistas en el barranco de Viznar, en la carretera que une las localidades de Víznar y Alfacar, a diez kilómetros de Granada.
Antonio Las Heras es autor del libro ‘Las búsquedas espirituales de Ricardo Güiraldes y otros escritos sobre sobre escritores y escrituras’. En 2024, la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires lo designó “Personalidad destacada en el ámbito de la cultura.” Mail: alasheras@hotmail.com.