Páginas de la historia

Gabriel ‘Chula’ Clausi

Los instrumentos de música poseen cada uno de ellos una voz, un idioma propio y una personalidad definida, hecha de sonidos, claro.
Y cada instrumento es la expresión de una forma musical, jazz, tango, folklore. Sin este elemento, estas diferentes expresiones, no podrian alcanzar su plenitud.
¿Qué sería del jazz por ejemplo, sin la trompeta o el saxofon? ¿Qué de nuestro folklore sin la quena, el charango o la guitarra? ¿Pero qué sería de una orquesta de tango sin el bandoneon?
Caso curioso el del tango. Todas las musicas populares, todas, han surgido fuera de las ciudades, en ambientes rurales y campesinos. El jazz, por ejemplo, surgió en los algodonales del sur de los Estados Unidos; el samba brasileño en los cafetales poblados de esclavos.
Nuestro folklore nació en las amplias llanuras argentinas, cerca de las sierras o en la precordillera andina. El tango, en cambio, es la única expresión popular que nació en una ciudad. Fuese esta Buenos Aires o Montevideo.
Pero volvamos al bandoneón: ¿de dónde surge su nombre?
Pareceria que lo habría ideado en Alemania, en 1830, un señor Uhlig. Y que un comerciante vecino lo pefeccionó y lo fabricó en escala comercial. Se llamaba Band este señor y puso al instrumento el nombre de Bandolium.
El bandoneón surgió de una necesidad. Alemania sufría una crisis en la fabricación de órganos. Además, su elevado costo y su peso, imposibilitaba llevar la música sacra al exterior. Se trataba de buscar un instrumento portatil, pero que conservara la solemnidad majestuosa del órgano. En Alemania no tuvo repercusión.
A este instrumento nuevo, lo esperaba una tierra nueva, una patria nueva, como la nuestra, compuesta de muchas razas y pueblos distintos.
Los primeros bandoneones que entraron al país se remontan a mediados del siglo XIX. Y aparecen posteriormente los grandes ejecutantes. Vicente Greco, a principios del siglo XX, Juan Maglio Pacho, posteriormente y luego Arolas y Maffia, Fresedo, Laurenz, Ciriaco Ortiz, Troilo. Y ya cercanos en el tiempo, Héctor Varela, Osvaldo Piro. En fin. Estos nombres que hemos mencionado han sido adornados simbolicamente con carteles luminosos, no dudo que merecidamente.
Pero hoy queremos aludir a otro bandoneonista de primerismo nivel, cuyo talento musical ha sido reconocido, pero que no tuvo el mismo predicamento popular que los recien mencionados.
 
SU CARRERA
Se llama Gabriel ‘Chula’ Clausi y fue contemporáneo de varios de los nombrados anteriormente. Es catorce años menor que Fresedo, once años menor que Maffia y 9 años menor que Pedro Laurenz. A su vez es mayor que Troilo, 3 años mayor.
Clausi fue además de bandoneonista, director de orquesta y compositor. A los 8 años tocaba mas que aceptablemente el bandoneón. A los 16 años integraba, nada menos que la orquesta de Juan Maglio Pacho: ¡realmente precoz! Estuvo despues en la orquesta de Roberto Firpo, y luego en la de Pedro Maffia. A los 23 años, fue requerido por Julio De Caro.
En todas partes dejó el sello de su señorio como hombre y de su aptitud musical. Despues, las circunstancias lo llevaron a Chile, donde permaneció diez años. Allí grabó unos 200 temas, varios con cantores argentinos, Rufino y Ricardo Ruiz, entre ellos.
Gabriel ‘Chula’ Clausi, nació en el porteño barrio de Almagro un 30 de agosto de 1911 y falleció el 17 de febrero de 2010.