Fuego cruzado
Si esto fuera una película de acción la cámara seguiría en una toma rápida a Javier Milei y Luis Caputo, que corren agachados y en zigzag para evitar las balas del tiroteo. En el Fondo Monetario Internacional parecen haber encontrado un refugio precario. Ha estallado una guerra global y las esquirlas, en mayor o menor medida, impactan sobre todas las naciones.
Las últimas semanas han sido de un frenético devenir noticioso en materia de aranceles, amenazas, golpes y contragolpes en el terreno comercial. Los expertos quieren analizar la conducta de Donald Trump desde mil flancos diversos pero, al final de cuentas, no es más que un empresario millonario devenido en presidente, que negocia como el más hábil de los hombres de negocios.
Corrió a todos con su andanada arancelaria, convenció al mundo y le produjo un tiritar nervioso a los liberales con la idea de que se venía una era de proteccionismo como una nueva glaciación. Y al final de la jornada los tuvo a todos en fila, tratando de acordar. Trump es un bicho pragmático. No le hacen falta muchas palabras para explicar lo sucedido: “Todos vinieron a besarme el culo”, dijo en el Congreso frente a más de un legislador sorprendido. Lo más triste es que es cierto.
En el fragor de la contienda los mercados perdieron mucho y, luego, también ganaron mucho. Fueron y vinieron, subieron y bajaron, actuaron con la sensibilidad extrema de una criatura en carne viva y sembraron en los diarios y sitios webs del mundo titulares catástrofe. Cuando el polvo decantó, cuando se pudo apreciar mejor el campo de batalla, quedó en claro que el único enemigo era China.
Ese es el gran rival de los Estados Unidos y hacia esa potencia comercial, militar y geopolítica es que Trump lanza sus más feroces golpes. El problema es que los demás no encuentran la manera de evitar el entrevero. En esta economía globalizada con cadenas de valor que se integran de manera transversal, nadie puede salir indemne del conflicto. La pregunta para nosotros es cuán maltrechos quedaremos después de todo esto.
De alguna manera la Argentina ha quedado en medio del fuego cruzado. Estados Unidos es bajo la gestión Milei su aliado ideológico principal, aunque la potencia lo mire con el desdén propio con que se mira a los genuflexos. China, en cambio, es el segundo socio comercial luego de Brasil. Hacia allá viajan la soja, principal producto exportador del agro argentino, y la carne.
De acuerdo al último informe del Intercambio Comercial Argentino (ICA) elaborado por el Indec, en febrero exportamos a China por u$s 372 millones –una caída del 6%- e importamos por u$s 1.490 millones –una suba de 104%-. De esta manera, el Gigante asiático es el quinto destino de las ventas argentinas pero el primero en vendernos productos de todo tipo, principalmente bienes finales e insumos.
El documento que publica la Cámara de la Industria y Comercio de Carnes y derivados de la República Argentina (Ciccra) arroja datos interesantes:
* En febrero las exportaciones de carne vacuna registraron una recuperación con relación al piso que marcaron en el primer mes del año, merced a la estabilización de las ventas a China.
* En total se certificaron exportaciones de carne vacuna por 40,87 mil toneladas peso producto, cantidad que resultó 6,3% mayor a la verificada en enero.
* Las exportaciones a China sumaron 22.723 tn pp en el segundo mes del año, lo que arrojó una recuperación de 3,2% mensual. Asimismo, se registraron importantes incrementos (alcanzados también por cuestiones estacionales) en los envíos a Estados Unidos (+27,1%); Alemania (+52,9%); Países Bajos (+97,1%); Brasil (+31,0%); e Italia (+27,6%).
* Del otro lado, entre los países más importantes, se registraron bajas en las entregas a Israel (-7,9%), Chile (-35,3%) y México (-18,1%).
* Las exportaciones a China equivalieron a 44,73 mil tn pp en el primer bimestre del año. La caída interanual fue de 46,1%, con lo cual la participación descendió de 75,9% a 56,4%.
* A Estados Unidos se vendieron 7.148 tn pp, lo que arrojó un crecimiento de 140,9% anual (9,0% del total).
El nuevo escenario exige para la Argentina movimientos inteligentes, la cautela del gato. Es clave repensar la estrategia del alineamiento incondicional con Washington, algo que no ocurrirá porque La Libertad Avanza no se quitará la venda ideológica y, además, en política exterior no se mueven como un felino sino como un elefante en un bazar.
En medio de todo esto, cuando a Milei más le interesa disimular el vínculo con Pekín, un vocero de la cancillería china salió a dejar en claro que el swap de monedas convenido entre ambos países contribuye a la estabilidad económica y financiera de la Argentina. De hecho, el jueves fue renovado. Lo hizo luego de que Mauricio Claver Carone, encargado del Departamento de Estado para América Latina de la administración Trump, dijera hace unos días que Estados Unidos ayudó en la negociación con el FMI para que el país se distancie de China y que querían "que termine la famosa línea de crédito que tiene Argentina con China". Para que quede claro, acá nadie saca los pies del plato.
EL ACUERDO
En medio de tanto olor a pólvora llegó el comunicado del Fondo Monetario Internacional confirmando un acuerdo técnico con la Argentina mediante el cual el Gobierno recibirá la suma de u$s 20.000 millones para reforzar las reservas del Banco Central, que rondan los u$s 24.000 millones pero que son negativas en su versión neta.
El desembolso previsto a lo largo de 2025 es de u$s 15.000 millones, informó el Banco Central el viernes. Milei aclaró que el conjunto del blindaje (FMI + Banco Mundial + BID + Repo) llega a u$s 32 mil millones.
Hay quienes piensan que el salvavidas llegó justo a tiempo, y quienes aseguran que las divisas se terminarán yendo por la canaleta si el equipo económico no modifica la política monetaria de dólar barato utilizado como ancla para contener la inflación. Sincerarse implicaría dar un salto devaluatorio, con su lógico latigazo sobre los precios.
Lo cierto es que un importante y variopinto arco de economistas venían advirtiendo que el esquema monetario que fenece hoy estaba acabado y que, acuerdo mediante, el Gobierno debía implementar algunas modificaciones. Como eliminarl dólar Blend –ingeniería utilizada para que los exportadores obtengan un tipo de cambio más competitivo ya que liquidan un 80% al precio oficial y un 20% al Contado con Liquidación- y que se irá hacia un modelo de flotación entre bandas.
Algo hay que hacer, se dice en los cafés de la city porteña cuando llegan los datos de que el Banco Central perdió u$s 2.000 millones en 17 ruedas cambiarias y que, bajo la estrategia actual de tipo de cambio apreciado, los dólares atraviesan la frontera para irse en modo importaciones o bien en formato turismo. Hacer implica para el Gobierno pagar el precio de un incremento de la inflación en los meses venideros; no hacer, desprenderse de divisas y sufrir el daño colateral que las importaciones generan en el entramado productivo local.
PUERTAS ADENTRO
Aunque el foco está puesto en la guerra comercial y el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, la vida cotidiana de los argentinos transcurre por otros carriles. Hay la necesidad de llegar a fin de mes, pagar las cuentas, tener trabajo registrado, no ceder en la calidad de vida, seguir adelante, pese a todo.
El trazo grueso de la economía muestra que el brote verde de la reactivación se consolida. El próximo 22 saldrán a la luz los datos del Estimador Mensual de la Actividad Económica (EMAE), elaborado por el Indec. Sin embargo, existen algunos adelantos. De acuerdo al Indice Líder de Ceres (ILC), la economía mejoró un 0,2% en marzo y lleva ocho meses al alza, de manera que consolida su tendencia positiva y anticipa un primer trimestre de crecimiento. Según el documento del Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social, los motores fueron el agro y el buen momento de la ganadería.
En tanto, la Industria y la Construcción, dos sectores tomadores de mano de obra y que mueven el amperímetro del empleo, registraron sendas mejoras. El rubro industrial creció en febrero 0,5% y se ubicó 5,6% por encima del nivel del 2024, mientras que las construcciones avanzaron 2% luego de transitar un severo estancamiento, principalmente por la paralización de la obra pública.
En el lado oscuro de la luna están, en cambio, sectores como el textil, que claman por verse afectados ante la apertura económica. En la semana los dirigentes de la Fundación ProTejer explicaron ante la Cámara de Diputados que las importaciones subieron 79%; cayó 9% la capacidad instalada de la industria; la producción textil con respecto a enero 2023 se desplomó 15% y la industria, 9,4%; y se perdieron 100.000 puestos de trabajo. “Se estima un efecto de las reducciones arancelarias prácticamente nulo en precios al consumidor (máximo 2%) y pérdidas significativas en empleo (50.000 puestos a corto plazo)”, argumentan.
La Argentina está pariendo otro modelo, y está pariendo con dolor.