Mirador político

Frente a dos callejones sin salida

En las últimas horas dos cuestiones centrales de la agenda paralizaron al kirchnerismo como solo puede hacerlo la realidad. Se encontró en dos callejones sin salida que exhibieron las dificultades que la facción mayoritaria del peronismo enfrenta para recuperar el poder.

La primera cuestión fue el fraude en las elecciones venezolanas que provocó decenas de muertes y detenciones de opositores, producto de una violencia inconciliable con la democracia y el estado de derecho. La reacción de Cristina Kirchner fue el mutismo, mientras el gobierno nacional se hacía un festín de críticas contra Nicolás Maduro acusándolo de haber despreciado la voluntad popular. En verdad, el silencio de la dos veces presidenta, como el de su colega en ejercicio “Lula”, fue un consentimiento incómodo. La Cancillería venezolana difundió una lista con apoyos al régimen de Maduro que incluía el de La Cámpora, pero este grupo lo negó. Sin embargo, la negativa fue sin dar la cara. Ningún dirigente asumió la desmentida con nombre y apellido, lo que terminó siendo peor que no decir nada, porque puso de manifiesto que quieren evitar el costo político de avalar la salvajada de la dictadura chavista, pero sin condenarla. Ni una cosa, ni la otra, sino todo lo contrario como diría el inolvidable Saúl Ubaldini.

De las tres posiciones disponibles -apoyo, rechazo o abstención- Cristina Kirchner eligió la que la exhibe en un callejón sin salida y pone de manifiesto que su discurso es incompatible con la realidad. Hubo por otra parte dirigentes peronistas que CFK no controla que opinaron sobre el asunto. Pablo Moyano apoyó a Maduro. Andrés Larroque pidió insólitamente a los críticos del presidente venezolano que “respetasen la voluntad popular”. mientras Alberto Fernández denunció una “persecución” contra Maduro, en una impecable imitación de Joe Biden.

 

“ESCLEROSIS AVANZADA”

La segunda cuestión que mostró la esclerosis avanzada del peronismo “K” fue la pretensión de instalar un complejo exportador de gas licuado en Bahía Blanca. En este caso el despistado y paralizado fue Axel Kicillof que perdió una inversión monumental que ahora irá a Río Negro. Las empresas que la manejan, YPF y Petronas, reclamaban la protección legal de un régimen especial de las inversiones, RIGI, al que rápidamente adhirió la provincia patagónica, que compitió con Buenos Aires. Pero Kicillof no quiso avalar las concesiones impositivas, arancelarias, cambiarias y judiciales implícitas en el RIGI. Por eso primero dijo que haría su propio RIGI, pero después que no hacía falta porque la ley nacional ya rige en su provincia.

El gobernador tenía un doble condicionante: el de la realidad y el de la presión de su mentora que mandó a votar a sus legisladores en contra del RIGI en el Congreso. Su situación refleja la de los dirigentes peronistas que creen que pueden ganar el próximo año con candidatos puestos por la misma persona que los arrastró a la derrota hace apenas siete meses.