Flores entre los escombros

Transcurrido el primer semestre de gestión, el gobierno libertario que encabeza Javier Milei puede jactarse de un puñado de logros económicos obtenidos merced a un amplio abanico de daños colaterales. Cosecha flores entre los escombros, se cuelga medallas sobre un pecho raquítico.

Bien hay que decir que ha cumplido algunas de las promesas hechas a su electorado. No es costumbre. Ya se sabe cómo es el encadenamiento electoral: campaña-propuestas-votación-triunfo-asunción-desilusión-frustración. A las palabras se las lleva el viento.

Es cierto que no ejecutó la mayor de sus amenazas, el cierre del Banco Central, esa proclama que Milei lanzaba a los gritos y que enardecía hasta el éxtasis a sus seguidores libertarios. Tampoco dolarizó la economía, otro de sus sueños lisérgicos, ni quitó el cepo.

Pero más allá de estas cuestiones inconclusas, donde la mismísima realidad le puso un límite, el equipo económico consiguió lo más buscado: bajar la inflación a un dígito. Junto a esto se encolumnan el superávit primario de las cuentas públicas, el superávit comercial y la emparchada Ley Bases con su esquema de promoción para las inversiones.

Los logros le sirven al Gobierno como un escudo ante los inevitables daños colaterales que genera el ensayo de su política económica restrictiva. Se ajusta, fuerte y constante, y en el camino quedan los escombros.

En la fila del Haber la administración libertaria tiene para ostentar que logró en mayo un superávit fiscal de $1,1 billones, con lo cual en los primeros cinco meses del año acumuló 1% del PBI de excedente primario, lo que se traduce en un 0,4% del Producto al sumar en la cuenta los intereses de deuda. Estas cifras le permitieron cumplir la meta fiscal del segundo trimestre pautada con el Fondo Monetario Internacional.

Como toda historia, siempre hay un lado B. Puestos los números bajo la lupa, de acuerdo a la investigación realizada por el Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf), queda develado que buena parte del esfuerzo en el recorte fue soportado por las espaldas de los jubilados.

“Se aprecia que las Jubilaciones y pensiones soportaron el 31% de la reducción total (su participación disminuyó 4 p.p. respecto al mes anterior), la inversión real directa el 16%, las transferencias a provincias el 14%, subsidios a la energía el 10% y salarios el 7%, entre los más importantes”, recalca el documento de la consultora conducida por Nadin Argañaraz.

Otro de los números positivos es el del superávit comercial, que en mayo redondeó la cifra de u$s 2.656 millones. Se destaca, en la maraña de números, un crecimiento del 50% en la venta de combustibles al exterior. Se trata de divisas que el Banco Central -ahora vendedor de reservas- necesita como el aire.

¿Pero qué hay detrás del superávit? Una enorme recesión. Basta leer el informe del Indec para que salgan a la luz las respuestas. Las exportaciones crecieron 21,7%, mientras que las importaciones se desplomaron un 32,8%. Una economía con la producción parada y estadísticas en rojo no demanda insumos.

Podrá argumentar el gobierno que en mayo de 2023 se había registrado un déficit de u$s 1.124 millones, y que más saludable es el superávit. Pero, una vez más, los daños colaterales en el encadenamiento productivo y su impacto en el empleo ya se hacen notar.

Tal vez la mejor noticia de la semana la dio la empresa Transportadora Gas del Sur (TGS), vinculada al sector energético, quien le propuso al Gobierno una inversión de u$s 700 millones para ampliar la red del gasoducto Néstor Kirchner y así generar un fuerte ahorro fiscal en materia de importación del fluido. Es la primera reacción de una empresa privada a la aprobación del Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI), uno de los puntos fuertes de la Ley Bases que pasó por el Congreso, podado y maltrecho. Ese parece ser el camino.

DURA REALIDAD

Más allá de las giras internacionales en las cuales Milei recibe medalla, saludo y beso, en la Argentina hay una realidad acuciante. Los datos duros de la economía dejan entrever un panorama donde la actividad productiva se retrae y eso comienza a tener consecuencias por el lado del empleo.

Según datos de FIEL, la actividad industrial cayó 10,9% en mayo en la comparación interanual y acumula un retroceso de 11,2% en los primeros cinco meses del año. Los economistas debaten si la recuperación será en V o si experimentará una mejora paulatina, pero lo cierto es que aún no existen señales de que la recesión haya tocado un piso. De hecho, Acindar anunció que detuvo la producción de tres de sus plantas por la caída de la demanda de acero, insumo vital para la construcción.

Los datos vinculados al consumo son clave para tener en claro si los números positivos que exhibe el gobierno tienen su contrapartida en la calidad de vida de la población. El último informe de la Cámara de la Industria y Comercio de Carnes y Derivados indica que “en lo que respecta al consumo aparente de carne vacuna por habitante, en enero-mayo de 2024 habría sido equivalente a 44,0 kilos/año, quedando 15,9% por debajo del promedio correspondiente a enero-mayo de 2023”.

En otro terreno, la merma de la demanda de productos lácteos provocó un descenso del 14,5% en la producción de leche durante el primer cuatrimestre del año, de acuerdo a los datos aportados por el Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (OCLA). La canasta alimentaria cruje ante el estancamiento de los salarios, el empleo en negro y la recesión.

En este escenario, las últimas encuestas muestran que la mayor preocupación de la población ya no es el azote de la inflación, sino la pérdida del empleo. Cualquier semejanza con la década del ‘90 no es mera coincidencia.

“Lo que puede apreciarse es que el total del empleo privado asalariado formal tuvo una caída del 1,4% entre el mes de noviembre y el mes de marzo. En términos absolutos, es una caída de 92.000 personas -destaca el informe del Iaraf-. Lo primero que surge es que en 21 de las 24 jurisdicciones (provincias y CABA) cayó el empleo privado asalariado formal. Solamente subió en Salta, Chubut y en Mendoza, un 1%, 0,8% y un 0,1%, respectivamente. Del resto, en 15 jurisdicciones la caída fue mayor que el promedio”. Y agrega: “El freno de la obra pública y la caída del consumo tuvo seguramente un impacto mayor en estas jurisdicciones que en el resto”.

ALTA TENSION

El umbral de tolerancia es bajo, bajísimo. De allí que Javier Milei, presidente de la Nación, estalle cada vez que lo contradicen o le marcan un dato negativo de su gestión. Le ocurre cuando algún osado economista se atreve a cuestionar la sustentabilidad de su amado dígito de inflación o el alza del riesgo país, pese a haberse aprobado la Ley Bases.

Durante la semana, atosigado por esta realidad, el mandatario no tuvo más respuesta que echarle la culpa al Congreso de la Nación, cuyo debate de la Ley Bases habría producido un tsunami que barrió con la estabilidad del tipo de cambio, la parábola descendente del proceso inflacionario y la consideración que los mercados mundiales tienen para con esta Argentina en crisis. “La culpa es de la política”, argumentó.

Como si la realidad no le planteara problemas, Milei se los auto inflige también intramuros. Coquetea con la idea de darle un cargo a Federico Sturzenegger, algo así como un fantasma liberal que ronda los pasillos de la Casa Rosada. Sabida es su mala relación con el ministro de Economía, Luis Caputo. Agua y aceite, no ven la economía con el mismo prisma.

Pero Milei reacciona, iracundo, cuando le plantean la situación. "Acá nadie le toca el culo a Caputo. Le corto la mano", enfatizó en un reportaje otorgado a periodistas amigos, de esos que no cuestionan ni repreguntan. Cómodo entre esos algodones, el presidente narra sus sueños de una Argentina libertaria donde el Estado quede reducido a su mínima expresión. Por ahora, sin embargo, sólo cosecha flores entre los escombros.