Estudiantes termina con el monopolio de la gloria

El baúl de los recuerdos. Desde la implementación del profesionalismo y durante casi cuatro décadas, los campeonatos perecían reservados sólo a los equipos grandes. En 1967, el Pincha, con la dirección técnica de Osvaldo Zubeldía, quebró esa hegemonía goleando a Racing en la final.

Desde la instauración del profesionalismo en el fútbol argentino, tan sólo los cinco equipos considerados históricamente grandes sabían de festejos. Los títulos de la liga argentina siempre eran suyos. Boca en 1931, ´34, ´35, ´40, ´43, ´44, ´54, ´62, ´64 y ´65; River en 1932, ´36, ´37, ´41, ´42, ´45, ´47, ´52, ´53, ´55, ´56 y ´57; San Lorenzo en 1933, ´36, ´46 y ´59; Independiente en 1938, ´39, ´48, ´60 y ´63 y Racing en 1949, ´50, ´51, ´58, ´61 y ´66… Más que una supremacía era casi un monopolio de la gloria.  En 1967 apareció Estudiantes de La Plata y con su título en el Metropolitano le puso el punto final a esa era e inició una nueva, en la que con el correr del tiempo otros equipos se darían el gran gusto que antes estaba reservado a los más poderosos.

De la mano de Osvaldo Zubeldía, un técnico amante de la estrategia y que sabía explotar hasta el más difuso límite reglamentario a favor de su equipo, Estudiantes fue adquiriendo una identidad muy clara. Fuerte en el aspecto físico, ordenado tácticamente, con jugadores pícaros y algunos plenos de talento, el Pincha osó salir a disputarle la supremacía a los tradicionales dueños de los festejos.

En la primera edición del Metropolitano, en 1967, los platenses escoltaron en la Zona A por diferencia de gol a Racing, conocido en ese entonces como el Equipo de José, un elenco creado por Juan José Pizzuti que atacaba más que ningún otro en tiempos de un juego defensivo y conservador. En las semifinales, los pincharratas enfrentaron a Platense -una de las grandes revelaciones de ese año- en un partido dramático que terminaron ganando 4-3 después de haber estado 3-1 abajo y con un jugador menos por la lesión de Erny Barale. En la finalísima los esperaba La Academia, que había relegado a Independiente en una extenuante versión del clásico de Avellaneda definida en tiempo suplementario y disputado apenas 48 horas antes del pleito decisivo.

No bien el árbitro Guillermo Nimo ordenó el puntapié inicial ese 6 de agosto en el Gasómetro de avenida La Plata, quedó claro que los albicelestes habían pagado un precio muy alto en el desgastante duelo con el Rojo. Además de tener que afrontar el duelo decisivo sin piezas clave como Roberto Perfumo y Juan Carlos Rulli, estaban extenuados. Estudiantes, que había tenido un día más para reponer fuerzas, observó muy pronto ese déficit de su rival y comprendió que su mejor plan de juego consistía en hacer circular la pelota, en imponer velocidad en los desplazamientos y obligar a sus adversarios a correr detrás del balón. Así, el primer tiempo casi no tuvo acciones de riesgo, pero terminó de minar las exiguas reservas físicas del conjunto de Pizzuti.

Las corridas de Juan Miguel Echecopar, la habilidad de Juan Ramón Verón -la Bruja, el padre de la Brujita Juan Sebastián Verón-,  el sacrificio y la entrega de Carlos Salvador Bilardo, la claridad de Raúl Madero para manejar los tiempos… Estudiantes apelaba a lo mejor de su repertorio. Y su apuesta empezó a dar dividendos a los 7 minutos de la segunda etapa, cuando un tiro libre de Madero viajó sin escalas a un ángulo del arco de Antonio Spilinga.

Estudiantes dominaba a voluntad. La resistencia de Racing había sido vulnerada por completo. Verón recibió un pase de Bilardo y luego tocó para Felipe Ribaudo, quien le devolvió el balón. La Bruja les ganó en velocidad a los defensores y con un zurdazo fuerte y alto estiró la ventaja en el marcador. Tres minutos después, de otra escapada de Verón nació una jugada en la que participaron Marcos Conigliaro y Ribaudo, quien marcó el 3-0 final. El Pincha terminó así con la hegemonía de la felicidad que hasta ese momento disfrutaban los equipos grandes. 

LA SINTESIS

Estudiantes 3 - Racing 0

Estudiantes: Alberto Poletti; Oscar Malbernat, Ramón Aguirre Suárez, Carlos Pachamé, Hugo Spadaro; Carlos Salvador Bilardo, Raúl Madero, Juan Miguel Echecopar; Felipe Ribaudo, Marcos Conigliaro, Juan Ramón Verón. DT: Osvaldo Zubeldía.

Racing: Antonio Spilinga; Oscar Martín, Oscar Pedro Gómez, Alfio Basile, Nelson Chabay; Fernando Parenti, Miguel Angel Mori, Juan José Rodríguez, Joao Cardoso, Norberto Raffo, Humberto Maschio. DT: Juan José Pizzuti. 

Incidencias

Segundo tiempo: 7m gol de Madero (E); 24m gol de Verón (E); 27 gol de Ribaudo (E).

Cancha: San Lorenzo. Arbitro: Guillermo Nimo. Fecha: 6 de agosto de 1967.