Opinión
Esperando al Senado y honrando a Menem
Feliz porque el índice de inflación volvió a caer, el gobierno libertario admite un tanto en contra: la Ley de Bases no habrá superado plenamente la prueba del Congreso para la fecha que preveía.
El 25 del mes en curso, cuando está en principio programado que se firme en Córdoba el llamado Pacto de Mayo, la llevada, traída, recortada y modificada norma que alguna vez fue conocida como “Ley Omnibus” todavía estará esperando que la Cámara de Diputados defina si aprueba las reformas que en estos días se tramitan en el Senado con la resignada colaboración del oficialismo o si insiste en la formulación que ya había merecido su media sanción.
¿DE MAYO A JULIO?
La Casa Rosada dejó trascender que el Pacto podría posponerse (hasta el 9 de Julio) pero también insinuó que el acto eventualmente se llevaría a cabo “sin leyes consumadas y sin gobernadores pero de cara al pueblo argentino”, en una demasiado ostensible maniobra de presión para que las provincias exijan a sus senadores que apuren el trámite.
Pese a estos gestos, el Gobierno está aprendiendo a asimilar con mayor serenidad los contratiempo; no se inquieta demasiado por los detalles cronológicos y vigila discretamente, en cambio, que la Ley de Bases pase de las comisiones al plenario de la Cámara Alta y complete la aprobación en general de ambas cámaras, aunque la discusión en particular demore un poco más su redacción final.
Ese dato resulta para la Casa Rosada tan importante como la consumación del Pacto de Mayo, cuyo articulado original (el que el Presidente leyó ante el Congreso al abrir el año legislativo) también habrá registrado para cuando se firme cambios en su fraseo, incorporando temas aportados desde la oposición y las provincias, como un capítulo educativo y un enfoque con sesgos más federales.
Ya en marzo, cuando el Presidente lanzó su convocatoria, en este espacio se sostuvo que “la formulación centralista del acuerdo propuesta por Milei es un punto de partida, no necesariamente un punto de llegada”. Allí se apuntaba, asimismo, que “todavía no hay a la vista un programa mínimo integral de las provincias, que contenga una propuesta innovadora sobre los recursos fiscales, capaz de reformar en la práctica la anacrónica coparticipación, y una propuesta que apunte al desarrollo productivo y exportador como marco indispensable del equilibrio fiscal”.
EL FRENTE FEDERAL
En estos meses no se ha llegado a ese resultado aún, pero los gobernadores han avanzado en su coordinación y, aunque todavía diferenciados por visiones locales o regionales, han coincidido en empujar cambios para mejorar la propuesta del Presidente así como han eludido –no todos, pero sí la mayoría de ellos- la tentación de oponerse en bloque a la búsqueda de convergencias constructivas ante una situación de emergencia. “A un gobierno que inicia hay que darle los instrumentos y las herramientas”, sentenció, por caso, el mandatario cordobés, Martín Llaryora, quien será el anfitrión del Pacto de Mayo.
Pero Llaryora advierte: “Tampoco se le puede dar cualquier instrumento, por eso en diciembre no salió la Ley de Bases. Esta ley que después se aprobó en Diputados es una ley muy modificada, más racional y por eso logró un consenso (…) Creo que en el Senado va a salir, volverá con modificaciones a Diputados y después tendrán la ley”.
Para muchas provincias es preciso modificar el punto referido al régimen de garantía de inversiones (RIGI), al que objetan que, por excesiva inclinación a favorecer el ingreso de capitales extranjeros, ofrece beneficios que perjudicarían a la producción nacional ya establecida, inclinando la cancha y desbalanceando la sana competencia. “El punto RIGI es el que hoy que está más trabado en el Senado”, ratificó Llaryora. No es el único que se discute: muchos senadores quieren restringir más la delegación de facultades que aprobó la Cámara de Diputados, varios se oponen a la privatización de Aerolíneas Argentinas y, en relación con el paquete fiscal, las provincias australes cuestionan los pisos bajos que se fijaron al reintroducido (y rebautizado) impuesto a las ganancias para la cuarta categoría. De todos modos, según el gobernador cordobés, “en el Senado va a salir, volverá con esas modificaciones a Diputados y después tendrán la ley”.
Desde Roma, donde asistió a un simposio sobre el cambio climático organizado por la Santa Sede, el gobernador de Catamarca, Raúl Jalil coincidió en el espíritu cooperativo en declaraciones a la corresponsal del diario La Nación: “Para la Argentina sería muy bueno que nos pongamos de acuerdo y que salga la Ley Bases, tal vez con algunas modificaciones, pero hay algunos capítulos que la sociedad argentina estaba esperando desde hace mucho discutir”. A diferencia de su colega cordobés, que encarna una variable autónoma del peronismo, el mandatario catamarqueño se mantiene en el seno del Partido Justicialista y, por esa vía, en el sello Unión por la Patria; por eso su punto de vista resulta especialmente significativo: “Creo que el peronismo, Unión por la Patria, tiene que dialogar. Creo que se está cometiendo un error al no dialogar. Hay que dialogar, llegar a un acuerdo, porque la sociedad nos pide a los políticos que en algunos puntos estemos de acuerdo para avanzar. Desde hace muchos años tenemos un gran problema que es la inflación y creo que si la política tiene dos componentes, un componente cultural y un componente macroeconómico, creo que sería bien visto desde la Argentina y desde otros países que nos pongamos de acuerdo en diez o doce puntos con el Gobierno”.
Los dichos de Jalil indican que hay que mirar más allá del dato estático de que el conglomerado Unión por la Patria cuenta con 33 senadores, apenas cuatro menos que los que requiere para ser mayoría en las votaciones ordinarias del cuerpo. Por debajo de la cifra discurre la realidad de una fuerza política que debate su posicionamiento y necesita hacer un balance de los motivos de su derrota electoral, así como de los cambios sociales y de época que explican, entre otras cosas, la irrupción de la figura y las ideas de Javier Milei. “Tenemos que cambiar nuestra agenda, la agenda nuestra tiene que ser de acuerdo a esta nueva era de la humanidad”, argumenta Jalil.
CAMBIO DE EPOCA
En un refinado artículo publicado este mes en la revista Panamá, Pascual Albanese reflexiona, en el mismo sentido: “No estamos sólo ante un cambio de gobierno sino frente a un cambio de época cuya radicalidad remite a una cita de la antropóloga estadounidense Margaret Mead: cuando creía haber aprendido todas las respuestas me cambiaron todas las preguntas (…) La extinción de la sociedad industrial y el advenimiento de la sociedad del conocimiento, fundada en el avance de las tecnologías de la información y potenciada hoy por las redes sociales, generó una progresiva pero profunda modificación en la estructura social (…) la desaparición de la sociedad industrial constituye el punto de partida del fenómeno de ascenso de la juventud como un nuevo actor social”.
En ese contexto, señala Albanese: “resulta una paradoja cargada de sentido que tanto la columna vertebral del electorado de Milei como la movilización universitaria del 23 de abril compartan una base juvenil. No se trata entonces de contraponerlos mecánicamente sino de integrarlas en una perspectiva estratégica más amplia”. Estos rasgos de la nueva época al mismo tiempo determinan el crepúsculo del viejo sistema político e incitan a quienes no quieren marginarse a plantearse, como hace Jalil, la necesidad de una nueva agenda.
En el caso del peronismo esto aparece con más evidencia por el hecho de que lo que desde la perspectiva numérica encarna el partido más numeroso del país, desde la política efectiva resulta una fuerza sumida en la impotencia, aislada de alianzas y anclada por el kirchnerismo a una agenda anacrónica.
Por ese motivo se observan tensiones, dispersión y una tendencia a buscar nuevos rumbos. Muchos gobernadores han iniciado ya un proceso de toma de distancia de la estructura que tiene epicentro tanto en el kirchnerismo como en la influencia del conurbano bonaerense, y no excluyen una actitud de colaboración con el Poder Ejecutivo basada en la obtención de ventajas para sus provincias o regiones.
Este proceso no ha madurado aún como para que, sea desde el peronismo o desde otras fuerzas políticas, esté madura la formulación de alternativas, aunque puedan entreverse.
Quizás podría compararse esta etapa con la que se desarrolló inmediatamente después de la victoria de Raúl Alfonsín en 1983, cuando gobernadores como Carlos Menem prefirieron acompañar el liderazgo del presidente que había derrotado al peronismo en cambio de plantarse en una oposición intransigente. De esa actitud, que se enfrentó con la conducción oficial del justicialismo, surgiría unos meses después la llamada renovación peronista.
BUSCANDO LA FORMULA DEL LIDERAZGO Es también cierto, sin embargo, que el resultado no será mera obra del toma y daca, sino también de hacerse cargo del cambio de rumbo que la sociedad aguardaba y al que, en principio le ha tocado a Javier Milei liderar.
Liderazgo fue el principal valor que, justamente, Milei destacó el martes 14 en su semblanza de Carlos Saúl Menem cuando descubrió el busto del expresidente en la Casa Rosada.
En un discurso muy pensado, de una modulación diferente (no habló de economía, mantuvo un tono coloquial y por momentos abierto a exponer sentimiento, no cerró con su grito de guerra : “¡VLLC!”). Milei afirmó que “estamos reconociendo su liderazgo, su trayectoria política y sus gobiernos”, explicó los motivos por los que considera que fue “el mejor presidente de los últimos cuarenta años” y también porqué está acompañado en ese ámbito por figuras como Bartolomé Mitre, Domingo Faustino Sarmiento, Carlos Pellegrini y Julio Argentino Roca (no se refirió as Marcelo Torcuato de Alvear, cuyo busto también está en ese hall).
Más allá de que varios familiares directos de Carlos Menem (Martín, presidente de la Cámara de Diputados y Eduardo “Lule”, subsecretario general de la Presidencia) ya forman parte del gobierno libertario, resulta interesante destacar que de los dos o tres centenares de personas que asistieron al acto, la enorme mayoría sigue formando parte del peronismo, por cierto con marcada distancia de las corrientes que siguen a la señora de Kirchner.
El homenaje permite conjeturar que la construcción de un partido libertario propio, cuya arquitecta es Karina Milei, la hermana y secretaria general de la Presidencia, buscará en primera instancia pasar por la puerta que Milei abrió y procurará atraer a esa fuerza vacante, una perspectiva que quizás no satisfaga a la vicepresidenta Victoria Villarruel ni a la ministra de Seguridad Patricia Bullrich (la silla que ésta tenía reservada en el homenaje a Menem no fue ocupada).
Las fuerzas centrífugas que operan en el peronismo incluso desde antes de la presidencia de Alberto Fernández (y mucho más después de la derrota del último año) seguramente se acelerarán. El peronismo no podrá retener su caudal sin renovarse y actualizar su agenda. El proceso de cambio está lejos de haber concluido.
El 25 del mes en curso, cuando está en principio programado que se firme en Córdoba el llamado Pacto de Mayo, la llevada, traída, recortada y modificada norma que alguna vez fue conocida como “Ley Omnibus” todavía estará esperando que la Cámara de Diputados defina si aprueba las reformas que en estos días se tramitan en el Senado con la resignada colaboración del oficialismo o si insiste en la formulación que ya había merecido su media sanción.
¿DE MAYO A JULIO?
La Casa Rosada dejó trascender que el Pacto podría posponerse (hasta el 9 de Julio) pero también insinuó que el acto eventualmente se llevaría a cabo “sin leyes consumadas y sin gobernadores pero de cara al pueblo argentino”, en una demasiado ostensible maniobra de presión para que las provincias exijan a sus senadores que apuren el trámite.
Pese a estos gestos, el Gobierno está aprendiendo a asimilar con mayor serenidad los contratiempo; no se inquieta demasiado por los detalles cronológicos y vigila discretamente, en cambio, que la Ley de Bases pase de las comisiones al plenario de la Cámara Alta y complete la aprobación en general de ambas cámaras, aunque la discusión en particular demore un poco más su redacción final.
Ese dato resulta para la Casa Rosada tan importante como la consumación del Pacto de Mayo, cuyo articulado original (el que el Presidente leyó ante el Congreso al abrir el año legislativo) también habrá registrado para cuando se firme cambios en su fraseo, incorporando temas aportados desde la oposición y las provincias, como un capítulo educativo y un enfoque con sesgos más federales.
Ya en marzo, cuando el Presidente lanzó su convocatoria, en este espacio se sostuvo que “la formulación centralista del acuerdo propuesta por Milei es un punto de partida, no necesariamente un punto de llegada”. Allí se apuntaba, asimismo, que “todavía no hay a la vista un programa mínimo integral de las provincias, que contenga una propuesta innovadora sobre los recursos fiscales, capaz de reformar en la práctica la anacrónica coparticipación, y una propuesta que apunte al desarrollo productivo y exportador como marco indispensable del equilibrio fiscal”.
EL FRENTE FEDERAL
En estos meses no se ha llegado a ese resultado aún, pero los gobernadores han avanzado en su coordinación y, aunque todavía diferenciados por visiones locales o regionales, han coincidido en empujar cambios para mejorar la propuesta del Presidente así como han eludido –no todos, pero sí la mayoría de ellos- la tentación de oponerse en bloque a la búsqueda de convergencias constructivas ante una situación de emergencia. “A un gobierno que inicia hay que darle los instrumentos y las herramientas”, sentenció, por caso, el mandatario cordobés, Martín Llaryora, quien será el anfitrión del Pacto de Mayo.
Pero Llaryora advierte: “Tampoco se le puede dar cualquier instrumento, por eso en diciembre no salió la Ley de Bases. Esta ley que después se aprobó en Diputados es una ley muy modificada, más racional y por eso logró un consenso (…) Creo que en el Senado va a salir, volverá con modificaciones a Diputados y después tendrán la ley”.
Para muchas provincias es preciso modificar el punto referido al régimen de garantía de inversiones (RIGI), al que objetan que, por excesiva inclinación a favorecer el ingreso de capitales extranjeros, ofrece beneficios que perjudicarían a la producción nacional ya establecida, inclinando la cancha y desbalanceando la sana competencia. “El punto RIGI es el que hoy que está más trabado en el Senado”, ratificó Llaryora. No es el único que se discute: muchos senadores quieren restringir más la delegación de facultades que aprobó la Cámara de Diputados, varios se oponen a la privatización de Aerolíneas Argentinas y, en relación con el paquete fiscal, las provincias australes cuestionan los pisos bajos que se fijaron al reintroducido (y rebautizado) impuesto a las ganancias para la cuarta categoría. De todos modos, según el gobernador cordobés, “en el Senado va a salir, volverá con esas modificaciones a Diputados y después tendrán la ley”.
Desde Roma, donde asistió a un simposio sobre el cambio climático organizado por la Santa Sede, el gobernador de Catamarca, Raúl Jalil coincidió en el espíritu cooperativo en declaraciones a la corresponsal del diario La Nación: “Para la Argentina sería muy bueno que nos pongamos de acuerdo y que salga la Ley Bases, tal vez con algunas modificaciones, pero hay algunos capítulos que la sociedad argentina estaba esperando desde hace mucho discutir”. A diferencia de su colega cordobés, que encarna una variable autónoma del peronismo, el mandatario catamarqueño se mantiene en el seno del Partido Justicialista y, por esa vía, en el sello Unión por la Patria; por eso su punto de vista resulta especialmente significativo: “Creo que el peronismo, Unión por la Patria, tiene que dialogar. Creo que se está cometiendo un error al no dialogar. Hay que dialogar, llegar a un acuerdo, porque la sociedad nos pide a los políticos que en algunos puntos estemos de acuerdo para avanzar. Desde hace muchos años tenemos un gran problema que es la inflación y creo que si la política tiene dos componentes, un componente cultural y un componente macroeconómico, creo que sería bien visto desde la Argentina y desde otros países que nos pongamos de acuerdo en diez o doce puntos con el Gobierno”.
Los dichos de Jalil indican que hay que mirar más allá del dato estático de que el conglomerado Unión por la Patria cuenta con 33 senadores, apenas cuatro menos que los que requiere para ser mayoría en las votaciones ordinarias del cuerpo. Por debajo de la cifra discurre la realidad de una fuerza política que debate su posicionamiento y necesita hacer un balance de los motivos de su derrota electoral, así como de los cambios sociales y de época que explican, entre otras cosas, la irrupción de la figura y las ideas de Javier Milei. “Tenemos que cambiar nuestra agenda, la agenda nuestra tiene que ser de acuerdo a esta nueva era de la humanidad”, argumenta Jalil.
CAMBIO DE EPOCA
En un refinado artículo publicado este mes en la revista Panamá, Pascual Albanese reflexiona, en el mismo sentido: “No estamos sólo ante un cambio de gobierno sino frente a un cambio de época cuya radicalidad remite a una cita de la antropóloga estadounidense Margaret Mead: cuando creía haber aprendido todas las respuestas me cambiaron todas las preguntas (…) La extinción de la sociedad industrial y el advenimiento de la sociedad del conocimiento, fundada en el avance de las tecnologías de la información y potenciada hoy por las redes sociales, generó una progresiva pero profunda modificación en la estructura social (…) la desaparición de la sociedad industrial constituye el punto de partida del fenómeno de ascenso de la juventud como un nuevo actor social”.
En ese contexto, señala Albanese: “resulta una paradoja cargada de sentido que tanto la columna vertebral del electorado de Milei como la movilización universitaria del 23 de abril compartan una base juvenil. No se trata entonces de contraponerlos mecánicamente sino de integrarlas en una perspectiva estratégica más amplia”. Estos rasgos de la nueva época al mismo tiempo determinan el crepúsculo del viejo sistema político e incitan a quienes no quieren marginarse a plantearse, como hace Jalil, la necesidad de una nueva agenda.
En el caso del peronismo esto aparece con más evidencia por el hecho de que lo que desde la perspectiva numérica encarna el partido más numeroso del país, desde la política efectiva resulta una fuerza sumida en la impotencia, aislada de alianzas y anclada por el kirchnerismo a una agenda anacrónica.
Por ese motivo se observan tensiones, dispersión y una tendencia a buscar nuevos rumbos. Muchos gobernadores han iniciado ya un proceso de toma de distancia de la estructura que tiene epicentro tanto en el kirchnerismo como en la influencia del conurbano bonaerense, y no excluyen una actitud de colaboración con el Poder Ejecutivo basada en la obtención de ventajas para sus provincias o regiones.
Este proceso no ha madurado aún como para que, sea desde el peronismo o desde otras fuerzas políticas, esté madura la formulación de alternativas, aunque puedan entreverse.
Quizás podría compararse esta etapa con la que se desarrolló inmediatamente después de la victoria de Raúl Alfonsín en 1983, cuando gobernadores como Carlos Menem prefirieron acompañar el liderazgo del presidente que había derrotado al peronismo en cambio de plantarse en una oposición intransigente. De esa actitud, que se enfrentó con la conducción oficial del justicialismo, surgiría unos meses después la llamada renovación peronista.
BUSCANDO LA FORMULA DEL LIDERAZGO Es también cierto, sin embargo, que el resultado no será mera obra del toma y daca, sino también de hacerse cargo del cambio de rumbo que la sociedad aguardaba y al que, en principio le ha tocado a Javier Milei liderar.
Liderazgo fue el principal valor que, justamente, Milei destacó el martes 14 en su semblanza de Carlos Saúl Menem cuando descubrió el busto del expresidente en la Casa Rosada.
En un discurso muy pensado, de una modulación diferente (no habló de economía, mantuvo un tono coloquial y por momentos abierto a exponer sentimiento, no cerró con su grito de guerra : “¡VLLC!”). Milei afirmó que “estamos reconociendo su liderazgo, su trayectoria política y sus gobiernos”, explicó los motivos por los que considera que fue “el mejor presidente de los últimos cuarenta años” y también porqué está acompañado en ese ámbito por figuras como Bartolomé Mitre, Domingo Faustino Sarmiento, Carlos Pellegrini y Julio Argentino Roca (no se refirió as Marcelo Torcuato de Alvear, cuyo busto también está en ese hall).
Más allá de que varios familiares directos de Carlos Menem (Martín, presidente de la Cámara de Diputados y Eduardo “Lule”, subsecretario general de la Presidencia) ya forman parte del gobierno libertario, resulta interesante destacar que de los dos o tres centenares de personas que asistieron al acto, la enorme mayoría sigue formando parte del peronismo, por cierto con marcada distancia de las corrientes que siguen a la señora de Kirchner.
El homenaje permite conjeturar que la construcción de un partido libertario propio, cuya arquitecta es Karina Milei, la hermana y secretaria general de la Presidencia, buscará en primera instancia pasar por la puerta que Milei abrió y procurará atraer a esa fuerza vacante, una perspectiva que quizás no satisfaga a la vicepresidenta Victoria Villarruel ni a la ministra de Seguridad Patricia Bullrich (la silla que ésta tenía reservada en el homenaje a Menem no fue ocupada).
Las fuerzas centrífugas que operan en el peronismo incluso desde antes de la presidencia de Alberto Fernández (y mucho más después de la derrota del último año) seguramente se acelerarán. El peronismo no podrá retener su caudal sin renovarse y actualizar su agenda. El proceso de cambio está lejos de haber concluido.