Por Iris Speroni *
Estamos todos un poco cansados del debate por el aborto que el presidente abrió el 1° de marzo de este año. Sostengo que debió informar su intención en octubre del año pasado para que pudiéramos votar según nuestras convicciones. Pareciera humo para tapar otras agendas. La del Fondo Monetario, tal vez.
¿Cuál es la postura que los de derecha debemos tener sobre el aborto? Para nosotros es fácil: la vida está protegida por la Constitución y esta ley si sale será anticonstitucional.
Es un tema demasiado importante para que los diputados voten sin consultarnos a nosotros. Aunque los abogados sostienen lo contrario, soy de la opinión que una modificación tan trascendente debe ser ad referéndum. Más aún porque no fue un tema sujeto a debate en el último período electoral y nosotros no pudimos elegir a nuestros diputados acorde a nuestra preferencia sobre el aborto.
Después uno se puede perder por los meandros de los argumentos proaborto. Buscar datos, contrarrestarlos, etc. Hay que hacerlo, para desenmascarar mentiras e incongruencias. No me interesa discutir los argumentos hoy. Para debatir se debe presuponer la buena fe de la contraparte.
Pero quiero detenerme en el aspecto político y estratégico. La decisión del aborto es personalísima, es muy complicado en lo emocional y moral. En mi caso en particular muté de una posición a favor a mi actual en contra con el correr de las décadas. Así que cada uno que piense lo que quiera; nadie cambiará de posición ni aunque vengan degollando.
LA AGENDA
Vamos a lo práctico. Existe una agenda internacional para modificar todos los hábitos relacionados con la constitución de la familia y la sexualidad. No es algo reciente, es una movida post Segunda Guerra Mundial y que llega a su cenit con el informe Kissinger al presidente Nixon (NSSM 200). En él sostiene que la manía de copular de los pobres de los países del tercer mundo es una amenaza geopolítica para Estados Unidos y que debía evitarse -a como diera lugar -. Los principales riesgos: India, Bangladés, Pakistán, Indonesia, Tailandia, Filipinas, Turquía, Nigeria, Egipto, Etiopía, México, Colombia y Brasil.
El departamento de Estado decidió que había que obligar a los países a controlar su natalidad y que el enforcement (la obligación de controlar que las pautas anuales se cumplieran) lo debía hacer la ONU. Eligieron Unicef. Y presentaron su propuesta en Bucarest en 1974.
La Argentina trabajó con empeño la conferencia de Bucarest. Básicamente, sostuvo que la decisión de las políticas de natalidad eran soberanas y que ningún país u organismo internacional debía inmiscuirse. Que sostener que los pobres no deben nacer es contrario a la dignidad humana, que se deben eliminar las causas de la pobreza y no los pobres. Obtuvo el apoyo mayoritario de los países del Tercer Mundo. En resumen, la postura de Estados Unidos fue neutralizada.
Bucarest sirvió para saber con crudeza los planes de Washington:
- Difundir toda forma de anticonceptivos, incluso la ligadura de trompas sin consentimiento de la mujer,
- Difundir la práctica del aborto con o sin consentimiento y,
- Cambiar los hábitos sexuales de las personas de tal forma de buscar uniones no fértiles.
Estados Unidos insistió con su postura excepto durante la presidencia de Ronald Reagan (Conferencia de México 1984). La última reunión en 1994 tuvo los mismos resultados.
PARADOJAS
Una política concebida para controlar las poblaciones de los países del tercer mundo finalmente fue aplicada casi exclusivamente en Europa, Estados Unidos, Canadá y Australia-NZ. Las consecuencias, cincuenta años después, están a la vista. Mínimas tasas de natalidad en los países europeos y población trashumante ingresando a pie a Estados Unidos y Europa. La realidad odia el vacío.
La demografía fue una disciplina extremadamente importante para la Argentina cuando la nación era dirigida por estadistas. Sólo voy a nombrar tres personas -de una larga lista- obsesionadas por la disciplina: Alberdi, Roca y Perón. Porque Gobernar es Poblar.
Cada uno de nosotros podemos tener razones a favor o en contra del aborto. Mi postura es que no es el momento de discutirlo y que hay que atrasar este debate todo lo que sea posible ¿El costo? 40 muertes anuales.
Hay que dificultar la despenalización del aborto y hacerla lo más costosa posible porque es demorar y oponer resistencia a la agenda de las élites, a la agenda socialdemócrata. Existe una agenda socialdemócrata que busca destruir la familia, los hábitos sexuales, las formas de relacionarse entre los sexos.
¿El objeto? La búsqueda de la esterilidad de las relaciones humanas y la descomposición de lazos afectivos entre las personas, de forma de aislarlas. Hay una palabra más técnica: alienarlas. Un individuo aislado es más débil, en particular para luchar u oponerse o protestar contra el poder.
La asociación siempre ha sido el fuerte de la especie humana. La asociación permite crear una Nación y defenderla, o una comunidad, o un sindicato o un conservatorio musical o un taller ferroviario o la instalación de una fábrica o el Brexit o la Bolsa de Cereales o una cámara empresarial o una cooperativa agrícola. La asociación es un hábito, una cultura, una forma de relacionarse. Si uno enseña a una persona desde joven que está sola, que siempre va a estar sola, le quita herramientas de supervivencia y es más fácil para terceros controlarla o subyugarla.
ESTRATEGIA
Nosotros (la derecha) no gobernamos desde hace muchos años. La agenda de Occidente en general y la de Argentina en particular es socialdemócrata. Nosotros somos simplemente una oposición desmembrada y anárquica. La socialdemocracia gobierna la agenda de todos los partidos políticos argentinos.
La agenda de sexo, género, etc. la propulsan desde el poder. Es, hoy, la ideología del poder vendida, en un acto de travestismo y prestidigitación insuperable, como una épica para liberar pueblos oprimidos. Genios. Pero nosotros sabemos que es un engaño. Por eso los Pueblos, en mayúscula, rechazan estas imposición que presuponen -correctamente- de dominación por parte de las élites. Los rednecks votan Trump, la gente del Norte de Inglaterra -en las zonas mineras e industriales- votan Brexit, los obreros del norte de Italia y los sufridos del sur votan el contrasistema, los húngaros y polacos se pelean con la UE y nosotros, en algún momento, sabremos tocar la cuerda correcta.
EPICA
No puedo dejar de darle una óptica histórica y nacional. Toda nación tiene su historia, su épica y sus condicionantes. Desde que nacimos, hace doscientos años, nuestro problema fue la falta de densidad demográfica. ``La extensión'', como decía Alberdi. Otra cara de la misma moneda.
Los políticos argentinos tanto en el XIX como en el XX ocuparon territorio, no lo cedieron. Sólo en los últimos años tenemos episodios de riesgo sobre el territorio. Eligieron aumentar la población. Alberdi lo puso clarísimo en sus Base, en Sistema económico y, obvio, en la Constitución, art. 26.
Desde Urquiza tímidamente, y más decididamente desde Sarmiento-Avellaneda, la Argentina tuvo la voluntad política de incentivar la inmigración, lo que dura hasta hoy. El presidente Perón, en el Plan Trienal, lejos de evaluar la población como una "decisión de las mujeres", de "ampliar derechos" o "de salud", hace geopolítica: propone estímulos a las familias numerosas, poblar el interior, evitar extranjeros en zonas de frontera, etc. Ese mismo espíritu, inspiró el excelente documento de referentes del Partido Justicialista sobre el tema aborto dado a conocer la semana pasada.
Quien olvida quien es, mal futuro le depara. Miren a Suecia.
* Lic. Economía, UBA. Master en Finanzas, Ucema. Postgrado Agronegocios, Agronomía, UBA.