Espectáculos
Crítica: "Historias que solo existen al ser recordadas", evoca el genio de García Márquez
En un Macondo a la brasileña
Ficha técnica:
"Historias que solo existen al ser recordadas". Coproducida entre Brasil, Argentina y Francia, 2011. Dirección: Julia Murat. Guión: Julia Murat, María Clara Escobar y Felipe Sholl. Fotografía: Lucio Bonelli. Música: Lucas Marcier. Actores: Sonia Guedes, Lisa Favero, Luiz Serra, Ricardo Merkin y Antonio dos Santos. Presenta: Taiga Filmes. Duración: 98 minutos. Calificación: Para todo público.
Un pueblo perdido en el tiempo. Donde Madalena (Sonia Guedes), olvidada de cumplir años amasa bollitos, tan escasos como sus vecinos que van a misa casi todos los días. Donde don Antonio (Luiz Serra) no puede evitar rezongar ante las mañas de Madalena, tan tozuda para ubicar los pancitos en su despensa de la manera en que él no quiere. Macondo brasileño sin generales, pero con un sacerdote llamado Josías y mujeres que como Madalena todavía leen y escriben cartas.
Con la selva cercana, con caminos que nadie transita y cementerios cerrados con llave. Rutinas de eternidad a la que llega Rita (Lisa Favero), una joven con su cámara fotográfica, la que como esos vecinos, detiene el tiempo en sus placas, los embellece y de alguna manera les exhibe el alma, creando un lazo por el que transita el pasado y el futuro.
REALISMO MAGICO
Quien ve la película de Julia Murat, puede evocar lo que se conoció como realismo mágico y que García Márquez, o Juan Rulfo lograron llevar a la literatura. Relato poético, mínimo, austero, casi sin palabras, pero con conceptos bellos, como ese que susurra Madalena a la joven que mira los retratos en las paredes: "ellos se fueron y quedaron las fotos". Fotos que recuerdan un hijo muerto, el de esa mujer que amasa el pan.
Con exquisita fotografía, encuadres pictóricos, sonido directo y algunos toques musicales tan sutiles como el filme, Murat maneja una cámara creadora de atmósferas, de movimientos lentos, casi morosos. Su guión es un modelo de precisión y sus personajes, casi evangélicos (Madalena invitando a la forastera a "sentir el pan" y lamentando no ver el alma de su esposo amado).
Personajes casi emblemáticos, exactos en su composición y una Sonia Guedes, en el papel de Madalena, que alcanza su tope actoral en la fotografía final, donde vuelve a la juventud en un instante, cristalizado en la placa de la visitante.
Calificación: Muy buena