En el Avenida, meritoria versión de 'Hansel y Gretel' en alemán

El cuento de los hermanos Grimm, por el Opera Festival Buenos Aires.


'Hansel y Gretel’. Opera en tres actos, con texto de Adelheid Wette y música de Engelbert Humpedinck. Escenografía, iluminación y régie: Emilio Urdapilleta. Vestuario: Mariela Daga. Con: Lídice Robinson, Ana Sampedro, Luis Gaeta, Virginia Lía Molina, Luchi de Gyldenfeldt, Lorena Sayegh, Coro (dir: Damián Roger) y Orquesta del Ópera Festival Buenos Aires (dir: Helge Dorsch). El sábado 6 en el teatro Avenida.


 

Convertida ya sin duda en la segunda sala de ópera de nuestra metrópolis, el sábado se presentó en el teatro Avenida una agradable edición de ‘Hansel y Gretel’. Siempre bajo la dirección general de Graciela de Gyldenfeldt, el Opera Festival Buenos Aires había ofrecido hace poco en el mismo escenario ‘El holandés errante’, y ahora revivió el celebérrimo cuento de los hermanos Jacob y Wilhelm Grimm, con música de Engelbert Humperdinck (1893), a través de una edición prolija como esbelta.

Archifamosa desde el mismo día de su estreno hasta hoy, sin hiatos, esta ópera-cuento-mágico fue conducida a lo largo de las décadas por figuras de la talla de Richard Strauss, Gustav Mahler y Arturo Toscanini, y en su contexto exhibe en un marco de atrayente simpleza, envolventes melodías sinfónicas de inspiración wagneriana, giros folklóricos germanos y cautivantes líneas vocales. La representación que nos ocupa se dio esta vez en alemán y no en castellano, lo que por un lado resultó meritorio por su fiel apego a las raíces y espíritu de la obra, aunque por otro restringió su acceso al público infantil, sector con obvias dificultades para seguir velozmente el sobretitulado.

En el cuadro de cantantes sobresalió desde ya Luis Gaeta (70, Padre), quien dentro del molde de una larga y brillante trayectoria, hizo oír una voz baritonal redonda, amplia, absolutamente homogénea en toda la tesitura. En la pareja protagónica, de impecable labor actoral, la soprano Ana Sampedro (Gretel) mostró cristalino metal lírico, al tiempo que a la mezzo ecuatoriana Lídice Robinson (Hansel), desde hace mucho radicada entre nosotros, la encontramos algo disminuida en su potencia. Virginia Lía Molina (Madre) completó muy correctamente el reparto. Y en cuanto a Luchi de Gyldenfeldt (Bruja), autodefinida como “trans no bio” (buscar en Google), bien puede decirse que expuso un registro inclasificable, rígido y estentóreo.

REGIE Y ORQUESTA

En el podio estuvo el maestro alemán Helge Dorsch, quien se manejó con elocuente destreza, convicción y seguridad, dentro de la mejor tradición estilística, al tiempo que el coro, preparado por Damián Roger, puso en evidencia bello sonido global.

Distanciada de cualquier interpretación freudiana, la puesta en escena constituyó por cierto otro de los puntales de la representación. A cargo de Emilio Urdapilleta, dinámica, sencilla y de mensaje claro, fue si se quiere minimalista pero efectiva en la recreación de ambientes, además de particularmente encomiable respecto de la marcación teatral en todos sus detalles.

La última: en una de las noches más frías del invierno, por problemas con el suministro de gas, la calefacción del Avenida no funcionó. Un problema que requiere urgente solución.

Calificación: Bueno