“El rock nacional es erudito, está impregnado de sabiduría”

Ricardo Soulé en la antesala de su concierto del sábado en La Trastienda. El músico, figura indiscutible del cancionero nacional, repasó con ‘La Prensa’ sus inicios y el presente, desde las épocas de conservatorio hasta el estallido con ‘La Biblia’ y los shows con La Bestia Emplumada.

Hay grupos y solistas que han marcado nuestra historia musical. Hablar de Vox Dei es recorrer las bases fundacionales del rock argentino. Una banda que, desde sus comienzos a fines de los años ´60, cautivó a generaciones con su distintiva mezcla de rock y poesía, dejando un legado imborrable. En el centro de esa creación estuvo Ricardo Soulé, cuya guitarra y lírica definieron el sonido y el alma de Vox Dei, banda de la que fue fundador y uno de los principales compositores.
Entre sus obras, ‘La Biblia’ es considerada una joya indiscutible, no sólo del rock sino de la cultura popular argentina; lo mismo ocurre con ‘Presente’, canción que para su creador es “triste pero a la vez fuerte. Porque la verdad a veces es eso; la verdad es muy dura, durísima. Y esa canción habla de una verdad que es irrefutable”.

LOS INICIOS
Hoy, con décadas de trayectoria en la música, Soulé sigue esparciendo su arte por el país con La Bestia Emplumada, su banda desde hace más de veinte años, y también con Grace, su esposa y compañera de toda la vida, con quien tiene un ensamble de música litúrgica.
El show que brindará en La Trastienda el próximo sábado a las 20.30 junto a La Bestia Emplumada (compuesta por Cesar Coulatti, en bajo; Daniel Oroño, en guitarra y coros; Diego Tiki Suárez, en batería y coros, y el propio Soulé en voz, violín, guitarra, armónica y viola d'amore, una creación de su faceta de lutier), es una excusa por conversar con el Artista (así, en mayúscula).
-¿Cómo comenzó su camino en la música?
-Tuve una familia muy musical, muy artística pero a nivel aficionado. Tanto mi padre como mi madre y su familia me mostraron la música tocada en vivo y a mí me emocionaba mucho. Cuando tenía seis o siete años empecé con mi papá a tocar el violín, él vio que más o menos andaba y entonces me mandó a una profesora para estudiar.
-¿Y a partir de ahí siguió el camino de la música hasta que a arrancó con Mach 4, el precursor de Vox Dei?
-Sí, con Mach 4 comencé los 17, pero previamente había hecho otras formaciones. A los 13 años tuve mis primeros grupos de rock, que en ese momento era música pop. Así que cuando me llegó la hora con Mach 4 ya tenía una experiencia aquilatada que me fue muy útil después con Vox Dei. No solamente de la música sino también del fútbol, porque había jugado en Quilmes, y me dio una especie de práctica en lo que era tener tácticas y preparación, y trabajar en equipo.
-¿Cómo se dio eso de cambiar de música de conservatorio al rock?
-Sencillamente escuchando Los Beatles. Ellos le dieron vuelta la cabeza al mundo entero, no solamente a mí; quedamos todos con la cabeza mirando para el otro lado. Fue algo extraordinario, una cosa que al día de hoy lo sigue siendo para todos aquellos que seguimos escuchándolos; son insuperables.

LA REUNION
-¿Cómo se gestó Vox Dei?

-Había acá en Quilmes, en el año ‘67, una academia de música popular donde acudían muchos chicos a aprender distintos géneros. En una cartelera donde se ponían mensajes colgué uno en donde me ofrecía como bajista. Rubén Basoalto vino a mi casa a buscarme y fuimos juntos a la suya, donde tenía la batería, y nos pusimos a tocar. Ahí le dije “mirá Rubén, me parece fantástico, me encantaría hacer algo con vos”. Luego él trajo a Juan Carlos Godoy, que tenía una Yakim modelo Stratocaster y una réplica del VOX de Los Beatles, y nos encantó como tocaba. Después nos faltaba un guitarrista y por intermedio de un amigo llegamos a Willy (Quiroga). El fue el último en entrar al grupo y lo hizo como cantante y guitarrista. Cuando ya empezamos a ensayar tocábamos temas de Los Beatles y los Rolling Stones, y en un momento dijimos “empecemos a tocar temas nuestros también”.
-¿Y cuándo cambió el bajo por la guitarra?
-Cuando empezamos a pelar las composiciones que tenía cada uno, para poder pasar mis temas le pedí a Willy que me prestara la guitarra y me puse a tocar. Entonces se engancharon el ‘Gordo’ Godoy y Rubén a tocar, y Willy se quedaba de brazos cruzados. Hasta que agarró el bajo mío y se puso a tocar él también. Ahí empezó a hacerse el cambio, y así quedamos.
-¿Cómo se dio la primera grabación?
-Primero grabamos ‘Azúcar amarga’ y ‘Quiero ser’ con Mandioca. Un editor de libros en Talcahuano y Lavalle que tenía un sello grabador nos concertó una cita con la gente de Mandioca y nos vinieron a escuchar, a (Jorge) Alvarez le gustó mucho lo que hacíamos pero le parecía que estaría mejor si lo hacíamos en castellano. Poco tiempo después estábamos en el teatro Payró con los Almendras y los Manales, y cuando actuamos nos fue bárbaro, entonces vino Luis Alberto (Spinetta) y nos dijo “che, qué bueno lo que hacen, qué voces que tienen, pero sería bueno que en lugar de en inglés cantaran en castellano, porque la verdad que tienen todo un idioma para hacer poesía”, y tenía razón. Fue así que seguimos los pasos que estaba dando Lito Nebbia, que había dado muestras de que se podían hacer cosas buenas con ‘La balsa’. Evidentemente se podía cantar en castellano y no ser un grasa.
-Y llegó ‘Caliente’, su primer disco.
-Ahí teníamos canciones que fueron muy emblemáticas en la primera época. ’Canción para una mujer’, por ejemplo; la gente adoraba esa canción, y la sigue adorando. También tenía ‘Reflejos’, ‘Compulsión’, ‘Total que’, y al final de todo tenía ‘Presente’, en el lado B, última, o sea en el peor de los lugares. Sin embargo, del disco ese fue el tema más reconocido de nuestro repertorio. Hace cincuenta años que tocamos ‘Presente’, es la canción que más trascendencia tuvo como tema aislado.
-Hace unos años, cuando salió la película ‘Tango Feroz’, hubo un revival del rock nacional y esa canción volvió a aparecer en los primeros planos.
-Sí, por supuesto que fue un apoyo muy importante para la obra porque la puso en órbita nuevamente y una generación que no la había escuchado tuvo la oportunidad de escucharla. La canción tenía y tiene una fuerza que escapa a todas estas cosas artificiales, como es la promoción y la difusión de los productores. Y se sirve de la difusión y la promoción de la gente porque la gente, los chicos y los jóvenes la tocan y es infinitamente más potente eso que lo otro. ‘Presente’ tuvo el halago, el honor y la honra de poder disponer de ese medio.

‘LA BIBLIA’
-‘La Biblia’ podría decirse que ya es un patrimonio de la humanidad rockera. ¿Cómo se les ocurrió hacer algo así, impensado para la década del ’70?

-Es un trabajo original, que no pertenece al rock de ninguna manera, es universal. La cantan en la iglesia o en la escuela. Yo quería hacer una obra ecuménica, no de la Iglesia Católica Apostólica Romana únicamente, y así fue. Y el ejemplo es que en las primeras épocas uno de los consumidores más grandes que teníamos eran los centros judíos, les encantaba, y era una gloria que tuviésemos a los hermanos judíos como público. Ellos alucinaban, sobre todo con ‘Moisés’.
-Después de tanto recorrido en la música y tanta búsqueda sonora y espiritual, ¿cómo surge La Bestia Emplumada?
-El grupo ya cumplió veinte años. Empezó en Córdoba, todavía no nos llamábamos así pero la raíz estaba. Con el ‘Tano’ Colauti, en el bajo y el australiano Chris Nable en la batería, nos invitaron a tocar en un concierto en La Falda y ahí debutamos. Yo venía de un viaje y tenía la idea de tocar con ellos porque habíamos hecho un laburo. Al poco tiempo, en 2005, entró Gabriel, mi hijo mayor, como guitarrista y cantante. Y fue ahí cuando hicimos nuestro primer disco, casi sin quererlo, en Río Turbio, que se llama ‘Concierto patagónico’. Después de ese disco grabamos ‘Buddy Middler’, que fue el primer disco en estudio, y ahí apareció La Bestia Emplumada, pero era la misma formación.
-Todos sus hijos se dedican a la música. Podemos decir que los Soulé están trascendiendo y dejando un legado que viene de herencia de los bisabuelos.
-Sí y de la madre también, porque Graciela Hildebrand, mi esposa, es soprano y canta conmigo. Yo tengo un ensamble de música litúrgica también, hace muchos años, y Grace es la voz principal. Ella también les dio mucha manija a los chicos con la música. Es una melómana y hace 53 años que estamos juntos.

PLATAFORMAS
-Con las nuevas tecnologías tan en boga, ¿cree que las plataformas le están dando una mano a los músicos o que es algo que los perjudica?

-Desde el punto de vista de la difusión es algo muy bueno porque es amplísima. Pero desde lo económico todavía no está organizado de manera de poder cobrar en proporción a lo que se escucha. Eso evidentemente llevará un tiempo, como todas las cosas.
-¿Cómo ve la escena musical nacional?
-Hay una oferta enorme de música en este momento. Es impresionante la cantidad de cantantes, solistas, compositores y grupos, hay de todo. Ahora, si hablamos de calidades, también hay de todo. Hay bueno, muy bueno y hay de lo otro, como en todas las cosas y en todas las épocas. Y si me preguntás, comparándolo con la época de esplendor del rock nacional y la calidad de la música que se hacía en aquella época, era consonante con la época que se vivía. Porque era una época muy rica en la parte intelectual, en lo cultural. Ahora no es así, se cargaron las tintas mucho para el lado tecnológico.
-Claramente, la intelectualidad de los ’60 y ’70 era muy diferente a la que se ve ahora.
-Esos muchachos reflejan la realidad de la sociedad que estamos viviendo, tenemos que agradecerles demostrar lo que está pasando en nuestra sociedad. Es gente inculta porque no la han cultivado. Nosotros fuimos cultivados, la sociedad de la década del ’60 era una sociedad culta. El rock nacional es un rock erudito, estaba impregnado de sabiduría universitaria. La mayoría eran universitarios o estaban vinculados con los claustros de estudio, por eso escribían de la manera que escribían. No era que tenían esas palabras, ese lenguaje tan florido de casualidad. Esos acordes que se tocaban no eran acordes que salían de chiripa, era que habían estudiado música.
-Y eran estudiantes de conservatorio, no es que de la nada empezaban a pegarle al bajo.
-Yo agarré la guitarrita y el bajo alegremente. Lo que pasó era que tenía atrás un bagaje de conocimiento que, en un momento, a pesar mío, afloró totalmente. Yo empecé a componer como compone una persona que estudia composición, por eso compuse ‘La Biblia’, no fue una casualidad ni fui un iluminado. Tuve la posibilidad de estudiar obras como la ‘Pasión’ de Bach o el ‘Requiem’ de Mozart, y eso traté de volcarlo humildemente y en mi pequeñez en la música que escribía.
-¿Con qué nos va a sorprender el sábado en La Trastienda?
-Habrá una andanada de amor por parte de La Bestia Emplumada, porque le estamos dando con un fierro al ensayo y al repertorio para poder tener un manojo de canciones suficientemente representativas como para que nuestro público se vaya súper contento del concierto. Estamos preparando clásicos, algunos temas de nuestro repertorio y otros que la gente no conoce para nada. También ingresará un nuevo instrumento. Yo estoy dedicado a la lutería ahora y construí algo que se llama viola d'amore, un instrumento barroco que adapté con un micrófono para hacerlo eléctrico.
-Es un músico de toda la cancha, como cuando era futbolista.
(Risas) -Yo jugaba al arco porque se ve que al centro era bastante maleta. A mí, si me hubieran preguntado de qué me gustaba jugar, hubiera sido de nueve, me encantaba, era alto y en los córneres me defendía, pero era medio maleta con el asunto de las gambetas, nunca las pude controlar.