Dirigida por Daniel Veronese, "Los amigos de ellos dos" llega al Picadero

El peso de la mirada externa

Mientras espera el estreno de la serie "Santa Evita" y del filme "Argentina, 1985", Héctor Díaz cuenta detalles de la obra que protagoniza junto a Magela Zanotta en el Picadero.

 

Después de haber presentado cinco funciones a fines del año pasado, mañana vuelve "Los amigos de ellos dos" al teatro Picadero. "Una comedia muy fresca, que poco a poco, va tomando otro color y se va volviendo una comedia existencial", asegura Héctor Díaz, el actor que junto a Magela Zanotta protagonizan la obra que se presentará los miércoles, a las 20.30. "Deja como rebotando una serie de preguntas en la cabeza respecto de hacia dónde desemboca cierto pensamiento tenebroso de esta época respecto de cómo somos observados por los otros, lo determinante que es la mirada del otro para con uno, cómo termina de configurar la identidad propia", explica Díaz.
En la obra, que dirige Daniel Veronese, dos parejas amigas se encuentra para comer todos los jueves desde hace más de una década, pero ese día Nicolás y Liza llegan y sus amigos no. A medida que pasa el tiempo, ellos empiezan a reflexionar sobre el lugar que ocupan en la vida de sus amigos.

ENCONTRAR EL RUMBO

-¿Cómo lo define a Nicolás?
-Es un neurótico obsesivo grave, lo hace con algunos toques de paranoia importante. Está muy perseguido, para él es muy importante la presencia de esta otra pareja. El termina de darse una idea de quién es en función de ellos, pero también se sabe preso de ellos, entonces está buscando alguna manera de rebelarse, escapar y poder cambiar su vida. Dejar de ser tan dependiente y empezar a encontrar el rumbo propio, pero todo esto a base de una maquinaria llena de paranoias, de complejos, de persecuciones, de cuestiones muy exageradas respecto de cómo es visto, como tiene en el fondo una personalidad muy débil porque no sabe dónde está su yo. En realidad, está bastante perdido, pero quiere por lo menos rebelarse e ir en busca de él. Se encuentra con la posición de su mujer, que es psicóloga, y un poco le opone argumentos que lo dejan confundido.

-¿Qué devolución tuvo durante las funciones que hicieron el año pasado?
-Hicimos sólo cinco viernes a fines del año pasado y fue suficiente para lo que queríamos que era hacer como un primer testeo de la obra y la verdad es que nos encontramos, como siempre pasa con las comedias, que al principio te sorprende la aparición del público en relación a que la gente se expresa. Y, entonces, era notable ver como había ciertas zonas, que uno no tiene detectadas y cuando aparece el público las terminás de identificar. Vas encontrando junto con el público el timing. Paradójicamente creo que la obra también habla sobre la actuación porque en un sentido esta dependencia que tenemos los actores de ser observados es un ritual de presencia absoluta y estás todo el tiempo pendiente de esas respuestas, así que en principio muy sorprendidos de eso. 

-¿Alguna vez se preguntó qué piensan sus amigos sobre usted?
-La verdad es que es un componente que funciona en mí, la mirada de los otros. Porque también quizás creo que queda más en evidencia cuando uno tiene una mirada muy fuerte, muy autocrítica y autoexigente para con uno mismo. En la medida en que uno tiene esa mirada, la de los otros llámese amigos o compañeros de trabajo o de ruta sí me incide. Bueno, de hecho, a mí me parece que hay casi un chiste de parte de Daniel Veronese y de Matías Del Federico porque nos conocemos mucho. Ellos empezaron a escribir este material y al toque pensaron en mí, pero porque me conocen mucho y saben que algunos de los componentes están en mi cóctel. Obviamente que acá a mí me permite jugar con eso y está totalmente llevado al extremo. 

-¿Cuánto pesa en usted la mirada del otro?
-Pesa. La tengo muy presente en el campo emocional, en relación a ciertas zonas de la responsabilidad, de cumplir lo que supongo que son las necesidades de los otros, de hacerlos sentir cómodos. Hay rasgos de esa naturaleza que tiene que ver con la exigencia de que el otro al lado mío pase un momento agradable y no perturbarlo. 

OTROS PROYECTOS

-¿Cómo vivió la experiencia del rodaje de "Santa Evita"?
-Fue un proyecto que, en principio habiendo hecho tantas cosas, me sorprendió el nivel de producción que tenía, tan enorme, todas las áreas estaban cubiertas con gente muy renombrada. Me sentí muy contenido por estar ingresando a semejante proyecto, a la vez tan cuidado. Eso fue una impresión que comentamos entre los actores. Era como cuando uno dice que tiene una producción a nivel internacional. Y artísticamente tenía bastantes escenas con Natalia Oreiro, que no la conocía y fue la verdad una compañera de lujo. Yo hacía el peluquero de ella, que es prácticamente uno de sus descubridores en la década del 40 cuando Evita hacía películas y la acompaña hasta el final. Fue un trayecto lindo porque la serie hace un recorrido de todos esos años, aunque sucede en los "70.

-¿Cómo sigue su año?
-Estrenamos ahora, esperando que funcione la obra. Después yo ya tuve una primera lectura de una obra nueva que se va a estrenar en el Picadero que se llama "Laponia", que es de autores catalanes y es divina con un elenco precioso: Jorge Suárez, Malena Solda y Laura Oliva y la dirige Nelson Valente, eso sería para mayo. Y después espero con muchas ganas el estreno de "Argentina, 1985", la película de Santiago Mitre en la que tuve un personaje en un punto horroroso, pero buenísimo. La película va sobre el Juicio a la Juntas y yo hago el abogado defensor de Videla, que fue un defensor público porque él no quiso contratar a un abogado privado porque fue su manera de desconocer, de alguna manera el valor del juicio.

-¿Qué le pasa a usted como persona cuando le toca componer estos personajes tan polémicos?
-Lo primero que busco saber es el marco, que te lo da la lectura del guion y saber que está Santiago Mitre al frente. Desde la actuación trato de vivir los personajes de un color y de otro con la misma sensación de juego. No es que al tener que actuar un personaje oscuro me condiciona mal, me parece que es el juego al que me convocaron. Y por eso también depende qué tipo de película sea, esta toma claramente una posición con la que concuerdo. Entonces me parece que, dejarlo parado como queda este personaje en la película, está bien. Si, de última yo fui un vehículo para eso, creo que está bueno. Es un lindo desafío. No le temo a que te pueda estigmatizar o esas cosas.