El final en primera persona

 

Camina lento pero seguro por un pasillo mientras mira a la cámara de reojo. Se sienta sobre una silla de su casa de cuentos, esa que está pegada al lago Övre Fryken, a 280 kilómetros de Estocolmo. Un espacio de ensueño donde fue muy feliz junto a su mujer Yaniseth Bravo. “Sonrían y vivan la vida hasta el final”, aconseja. La escena es un adelanto que muestra la plataforma Amazon Prime Video sobre la historia del sueco Sven-Goran Eriksson, quien murió el lunes y, además de dejar un enorme legado al fútbol mundial, aceptó que se filmara el documental que recorre su vida, pero también su partida de este mundo. Porque, cuando lo hizo, sabía que le quedaba poco tiempo.

En el tráiler que repasa su historia, Eriksson habla de victorias y derrotas. De sus campeonatos ganados y de su inminente muerte. Cuenta su cáncer de páncreas y cómo lo atravesó en los últimos meses. Se esfuerza, mientras habla de lo que le está sucediendo, en no dar lástima. Todo lo contrario. El hombre desea que se lo recuerde como alguien que fue feliz. “Tuve una linda vida, tal vez demasiado linda. Y por esto se debe pagar”, dispara polémico y agradecido, como si estuviera en deuda. Como si el precio por tantas alegrías fuera devolver todo eso con una enfermedad terminal.

Svennis, como le decían con cariño, además del filme sobre sus vivencias escribió una carta conmovedora que publicó en el famoso diario inglés The Telegraph, a fines de junio. El querido entrenador sabía que llegaba la escena final. Y no quiso irse sin decir unas palabras más. “Desde que supe que padecía cáncer viajé por toda Suecia, Inglaterra, Italia y Portugal y me saltaron lágrimas muchas veces por la amabilidad de la gente. Normalmente todo el mundo habla muy bien de la gente que está muerta... Tengo suerte de que hablen bien de mí mientras estoy vivo. El calor y el amor me han dado energía y felicidad. Hasta ahora estoy bien. Todavía me mantengo en pie… Si les preguntas a los médicos cuánto tiempo me queda no podrán responder. ¿Me preocupa? Creo que es mejor no saberlo”, dijo en el texto que publicó en el matutino.

Sven-Goran Eriksson decidió dejar un conmovedor testimonio de los últimos días de su vida.

A los 76 años, el maestro dejó enormes enseñanzas. El exDT sueco nació en Sunna, una ciudad conocida por la belleza natural de sus paisajes, que combinan montañas y lagos asombrosos. El lugar cuenta con reservas naturales que protegen extraños ejemplares de flora y fauna. Nació y murió en el paraíso.

El fútbol mundial estuvo de luto esta semana. Eriksson luchaba contra su enfermedad desde el año pasado. Ese maldito cáncer lo obligó a dejar el cargo de director deportivo del Karlstad, un modesto club de su país. Por elección, el hombre terminó como empezó. En una institución humilde, después de haber dado toda la vuelta manejando los vestuarios más poderosos del planeta.

Acuñado por el cariño que le tenía el mundo del fútbol, Eriksson protagonizó uno de los momentos más emotivos de su vida cuando cumplió su sueño de dirigir al Liverpool, de Inglaterra. Fue una de sus últimas apariciones públicas. Se dio el 23 de marzo durante un partido a beneficio que enfrentó a leyendas del Liverpool y del Ajax, de Países Bajos. Ese día, el viejo entrenador, quien ya había revelado su enfermedad, pudo estar al frente del equipo inglés con más Champions League ganadas. Jürgen Klopp, por entonces técnico de The Reds, fue clave para que se cumpliera el deseo de Eriksson. El alemán lo invitó al banco de suplentes.

Emocionado, saluda al público el día que hizo realidad su sueño de dirigir al Liverpool

"Estar en este encuentro es un sueño y nunca podría haber soñado con tanto. Cuando fui DT siempre quise ir al Liverpool y nunca pasó. Estuve cerca una vez y hubo conversaciones, pero nunca llegó a ocurrir", confesó Eriksson emocionado en aquella ocasión.

Recién en enero de este año, en la radio sueca P1, el hombre pudo contarles a sus seguidores qué era lo que le estaba pasando a su cuerpo. "Todo el mundo puede ver que tengo una enfermedad que no es buena. Todo el mundo supone que es cáncer. Y lo es. Pero tengo que luchar el mayor tiempo posible", reveló con hidalguía para que su seguidores estuvieran al tanto y, tal vez, un poco cansado de ocultar lo que le estaba pasando. Desde entonces dio batalla siempre con una sonrisa, como quien se burla de un destino que sabe fatal pero asume con desdén.

Su primera incursión el fútbol tuvo lugar en el Torsby IF de la División 4 de Suecia. Tenía 16 años y era un mediocre marcador de punta. Luego pasó al SK Sifhälla porque su familia se mudó a Säffle, ciudad industrial de su país natal. Allí, en el condado de Värmland, estudió economía. En 1972 se unió al equipo KB Karlskoga FF de la División 2, en el que también trabajó como profesor de educación física. A los 27 le puso punto final a su carrera de futbolista.

El festejo de unos de los tantos títulos que ganó en Lazio junto al Cholo Simeone, la Brujita Verón y el Matador Salas.

El trabajo de Eriksson como entrenador comenzó en la década del 70, en el Degerfors, de Suecia. Luego pasó por equipos destacados en serio como Benfica, Roma, Manchester City, Lazio y las selecciones de Inglaterra, México y Costa de Marfil. Su última experiencia como director técnico fue en el seleccionado de Filipinas, entre 2018 y 2019. Dirigió allí apenas nueve partidos.

Pero su obra cumbre se dio al frente de Inglaterra, seleccionado al que dirigió desde 2001 a 2006. La Federación inglesa de fútbol (FA) le rindió esta semana un merecido homenaje. “Será recordado para siempre por su significativa contribución a la selección nacional. Nadie podrá olvidar la victoria por 5-1 ante Alemania en Múnich bajo la dirección de Sven”, el primer entrenador no británico que tomó el mando de los Tres Leones, destacó la FA en un comunicado. También estuvo al frente de los conjuntos nacionales de México, Costa de Marfil y Filipinas, además de probar en las ligas china y tailandesa.

Fue feliz. Quiso siempre que se lo recordara con una sonrisa, como un hombre positivo. Dicen, quienes filmaron el documental en el que habla en primera persona del epílogo de su vida, que los hizo llorar de alegría y tristeza, todo al mismo tiempo. “No lo lamenten, sonrían. Gracias por todo, entrenadores, jugadores, público, fue genial. Cuídense y cuiden su vida. Y vívanla. Adiós”, aconsejó antes irse.

Svennis fue un enamorado del fútbol, un deporte que lo acompañó casi hasta el final de sus días.