ALGUNAS IDEAS PARA RECUPERAR EL SENTIDO VERDADERO DE UNA FIESTA RELIGIOSA

El fin de la Navidad “paganizada”

POR FERNANDO MIGUEL SALON

Navidad es uno de los tiempos más lindos del año, porque es el festejo del cumpleaños de Cristo vivo. En este festejo está la alegría de saber que nació, que es verdadero hombre y verdadero Dios, que está en nuestros corazones muy presente porque allí es donde reside Su reino, y que representa la luz y esperanza del mundo que así lo quiera. Es la fiesta de quien es el camino, la verdad y la vida, y de quien nos llevará al Padre. ¿Qué más podemos pedir?

Pero sucede que el mundo va orientado hacia otro lado, tal cual Él nos lo advirtió, y entonces Navidad se ha transformado mayoritariamente en una fiesta pagana, confundida con el fin de año en lo que se da en llamar “las fiestas”, para muchos casi sin saber de qué se trata. Así es como hacemos una serie de cosas que nada tienen que ver con Navidad, o más tristemente, que van en contra de lo que Cristo nos enseña.

Salimos de shopping, y vemos los negocios adornados para la Navidad comercial. Regalos, cuanto más grandes mejor. Para todos. Para quedar bien. El materialismo reina para quienes pueden darse el lujo, y entristece a los que no pueden comprar. Esto golpea en el alma a los cristianos por ver tanta cosa mundana. De hecho el gobierno argentino dijo que abre la importación por correo para mejorar “las fiestas”. Del 50% que no es pobre, supongo.
Nos reunimos para comer y beber de más, para luego tomar digestivos, acumular calorías, y esquivar los controles de alcoholemia. Se coordina la cocina de las diversas comidas, pero sin saber para qué. ¡Que las bebidas estén bien frías, por favor! Nadie o casi nadie en la mesa dirá nada relativo a Navidad, al nacimiento de Cristo. No se rezará ni se agradecerá la comida. Esto podría ser confundido con cualquier comida o reunión familiar de cualquier día del año.

Pedimos licencia en el trabajo para pasear. Existen los llamados mercados de Navidad por doquier. Hay folletos y viajes de Navidad también por doquier. Esperamos la medianoche para salir a bailar, frenéticamente conectados con el celular. Ruido y alcohol. Ruido a destape de botellas. ¿Para qué? Muy pocos brindarán por el Nacimiento.

Encendemos cohetes y fuegos artificiales, y a veces peligrosos tiros al aire. ¿Para qué? ¿Tiene esto algo que ver con Cristo? ¿Habría esos ruidos en el Pesebre, allí aislados y solitarios María, José y el Niño Dios?

IGNORANCIA

Muchos festejan sin saber quién es Cristo, qué pasó con El, cuál es su enseñanza, ni qué obligaciones tenemos para con El. Muchos festejan en pecado mortal. O hasta ignoran que están en esa situación. Pero es Navidad, y algo hay que hacer. ¡Fiesta! En algunos lugares a las semanas previas a Navidad le llaman días de “espíritu navideño”, pero en realidad se refieren solo a espíritu de compras, estrés de fin de año, y fiestas paganas, sin ninguna relación con Navidad, con Cristo.

A veces se prepara el Pesebre rutinariamente, o ni siquiera eso. Ya no se recuerda que es tiempo de confesión y arrepentimiento. ¿De que vale entonces “festejar” así? Reunión familiar dirán. Pues bien, hay otros 364 días para ello, pero Navidad es Navidad, y en ese día nació Cristo. Esto hay que festejar el 24 y 25 de diciembre, no otra cosa. Y tenemos que estar en Gracia de Dios, valga la repetición, confesados y arrepentidos de corazón.

Navidad se ha transformado mayoritariamente en una fiesta común, como un cumpleaños, un aniversario, una graduación, o similar. Se ha transformado en el abandono y olvido del Niño Dios. ¿En cuantos hogares? No sabemos, pero podemos deducir que en muchos.

En realidad, la fiesta de Navidad pagana es un disimulo cosmético de la soledad en que se encuentra aquel que festeja siendo ateo, pues tendrá solo dolor de barriga y aturdimiento en el día siguiente. No hubo comunión con Dios. Nada quedara en su alma. Solo vacío.

Es preferible estar solo con Dios rezando en una habitación, una casa, una iglesia, un hogar de ancianos, o un hospital. Será la mejor honra a la Navidad, y nos sentiremos mejor al haber cumplido con El.

Jesús dijo que no es de este mundo, entonces ¿para que estar en donde Él no está, o sea en la fiesta de Navidad pagana? Nuestro Señor escuchará con claridad a quien le rece en Navidad, pero no podrá ver muy bien a quien este de fiesta pagana. ¡Ay de quien se acuerde de El solo en algún momento de desgracias y por interés!

“Tú, cuando ores, métete en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está allí a solas contigo. Y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará”, dice Mateo 6:6.

Cada vez menos personas sienten Navidad en su corazón, y le dan el valor enorme que tiene. Y “bajan un cambio”. Y se detienen a pensar y rezar. A estar en paz con su alma. A leer algún pasaje bíblico hermoso y trascendente para la ocasión. A recordar que Cristo, que nace, es el único que tiene palabras de Vida Eterna. A reflexionar acerca de cuánto le debemos. A darle gracias. A pedirle perdón. A participar de las misas de las semanas previas (Adviento), de la misa de Nochebuena, y de Navidad misma.

En la Navidad pagana hay dos grupos de festejantes: los ateos, que no creen pero que se cuelan en el festejo popular como si fuera un día cualquiera; y los que alguna vez fueron cristianos o criados en familias con ejemplo y tradición cristiana, pero que han perdido la Fe por no cultivarla y por caer en el relativismo de las cosas del mundo, en general llamados ateos bautizados por el Papa emérito Benedicto XVI. Ellos han sucumbido al mundo o bien aún creen ser cristianos haciendo cosas contrarias a las enseñanzas de Dios, o directamente ignorándolas y pensando que lo que a ellos les apetezca se lo pueden pedir a Dios. En ambos casos, los festejantes no conocen a Jesucristo.

Hay también quienes festejan Navidad aparentemente en forma pagana, pero que son personas que tienen su vida guiada por la Ley Natural, y casi sin saberlo, son muy buenos cristianos pues dan el ejemplo con su forma de vida, sus actos, y sus obras, lo cual es más importante que las meras palabras. Estas personas están cerca de Dios y no se apartarán de quien imprimió el sello de Su Ley en ellos. Ellos no saben que siguen a Cristo, pero lo hacen mejor que muchos otros.

“El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán”, nos dijo Jesús. ¿Cómo no aprender, saber y recordar cada palabra que nos dijo, si en ellas está la sabiduría? Sus palabras son el mejor regalo de Navidad.

SEMANA SANTA

En otro tiempo del año hay unos días muy tristes para los cristianos; Semana Santa, cuando Cristo fue entregado y crucificado. Esos tres días en los cuales estuvo muerto representan los mismos clavos con que fue crucificado clavados en el alma de cada cristiano, y nuestro corazón está muy oprimido. No son días de vacaciones, ni fiesta, ni ningún otro evento social, más que estar de duelo por Nuestro Señor muerto hasta que llegue el Domingo de Resurrección. Antes solo se escuchaban música sacra, cantos gregorianos, y marchas de procesión en esos días.

Hoy hay una Semana Santa pagana también, como en Navidad. La gente pagana ríe indiferente en los días de luto cristiano, sin intentar entender el dolor ajeno, el máximo dolor en el Cielo. Se planean vacaciones en Semana Santa, o solo se espera el feriado para cualquier cosa. Y que pocas procesiones quedan. Qué lástima, qué dolor. Cuánto deseo que al menos haya comprensión y respeto. Esa misma gente, ¿no llora acaso cuando su padre muere? Cristo es el Padre de los cristianos, y entonces hay un paralelo de situaciones aquí en la Tierra con nuestro padre terrenal como en el Cielo con nuestro padre celestial.

PROPUESTAS

Propongámonos en esta Navidad dejar de lado todas las cosas y actividades de la Navidad pagana y realmente festejar el nacimiento de Cristo. Rezando, confesándonos y arrepintiéndonos de nuestros pecados, con modestia, con bajo volumen, solo con pequeños regalitos y si son para el corazón mejor, yendo a la iglesia, practicando alguna obra de misericordia, dando gracias a Dios y comprometiéndonos a retribuirle aunque sea una pequeña parte de lo que Él nos dio, pidiéndole que nos ayude a estar en Gracia de Dios, y que aumente nuestra Fe. Solamente luego de eso la cena de Navidad y el festejo tendrán sentido.

Propongámonos que para Semana Santa volveremos a guardar la solemnidad del luto, del dolor por la muerte de Cristo en esos tres días. Esto debe ser fácil de entender, pues puede compararse con la pérdida del ser más querido que tengamos aquí en la Tierra. Y podemos asistir a alguna representación buena del Vía Crucis que está estrechamente ligada a la llamada Pasión de Cristo y con las 14 estaciones de la Cruz, y es uno de los momentos más conmovedores para quienes seguimos la Fe Cristiana. Solo después de experimentar el dolor se podrá sentir la felicidad del Domingo de Pascua.

Todos nos sentiremos mucho mejor de cuerpo y alma, aliviados, protegidos, comprendidos, más pacientes, guiados hacia lo que está bien, y alejados de lo que está mal. Nuestra vida tendrá mejor sentido. Y con la mente más clara en la Verdad. Estos beneficios no vienen de nadie más que de Cristo. ¡Feliz Navidad!