Por Verónica Airala *
La Provincia de Buenos Aires, cueva de mafiosos, corruptos y delincuentes, suena como una letra de un tango, pero es la triste realidad que se vive y se respira.
EPICENTRO DE CRIMINALIDAD
El conurbano bonaerense, el mismo que algunos lo califican como "conurbano caliente" para minimizar el impacto de tanta delincuencia, se convirtió en un territorio donde los asesinatos, los motochorros y el narcotráfico son moneda corriente. La inseguridad esta naturalizada: los
bonaerenses han hecho cayos, se acostumbraron a la fuerza, al punto de perder incluso la capacidad de exigir lo más sagrado que tiene un ser humano: el derecho a la vida.
La droga avanza como pólvora, los delincuentes pasean sin temor, los asesinatos son rostros sin justicia, y los ciudadanos han sido reducidos a simples números útiles únicamente en época de elecciones.
DÉCADAS DE ABANDONO POLÍTICO
Desde el regreso a la democracia en 1983, la provincia ha sido gobernada mayoritariamente por el peronismo-kirchnerismo, con excepción de los períodos 1983-1987, bajo Alejandro Armendáriz (UCR), y 2015-2019, con María Eugenia Vidal (JxC/PRO). En total, 33 de los 42 años de democracia han estado bajo el dominio del peronismo empobrecedor. En la actualidad, el modelo pobrista se profundiza con Axel Kicillof, quien acaba de iniciar su segundo mandato.
LA INSEGURIDAD GOBIERNA
¿Qué está pasando en el conurbano profundo? Poco se habla de la "no gestión" de Kicillof, y aún menos de la realidad que se vive en los partido del Gran Buenos Aires, los cuales son un antro donde la mafia y la criminalidad encuentran refugio. Zonas liberadas, ausencia de control policial, nulo presupuesto para seguridad pública: una tierra de nadie que al mismo tiempo es la tierra del delito institucionalizado.
El empleo de políticas progresistas y garantistas, que priorizan al victimario sobre la víctima; no solo han favorecido la impunidad, sino que también han condenado a los bonaerenses a adaptarse al ritmo impuesto por los delincuentes.
VIVIR CON MIEDO
La situación en la Provincia de Buenos Aires es angustiante y exige atención urgente. El aumento del delito, la inacción gubernamental y la resignación social han creado un escenario donde el miedo y la inseguridad dominan la vida cotidiana de la población.
Mientras no se apliquen políticas públicas que logren atacar las raíces del problema, y se sigan priorizando los intereses políticos por encima de las necesidades de la ciudadanía, el conurbano bonaerense continuará siendo una región sometida por delincuentes y políticos a quienes no les interesa garantizar la seguridad y el bienestar de la sociedad.
¿Hasta cuándo? ¿Hasta cuándo se va a tolerar que la provincia más grande y rica del país siga siendo arrasada por la pobreza y la violencia? porque este modelo de decadencia no se sostiene solo: depende del consentimiento, la pasividad y la indiferencia social.
Es hora de poner el foco en esta crisis estructural y demandar soluciones concretas; de lo contrario, esta situación se perpetuará como una triste realidad, generación tras generación.
* Abogada