El rincón del historiador

El cólera y el anteojo de San Martín

Hace unos meses pude leer una nota en las redes de Miguel Ángel Martínez, serio cultor de temas referidos a nuestro pasado, con el anuncio de la rifa de un “anteojo” o catalejo del Gral. San Martín, que fue sorteado en 1887 para sufragar los gastos ocasionados por la epidemia de cólera que azotó el país desde diciembre de 1886.
Ese ejemplar pertenecía a la colección del arquitecto Carlos Alberto Courtaux Pellegrini (1894-1971), que fue miembro de número de la Academia Sanmartiniana y vicepresidente 2º del Instituto Nacional Sanmartiniano.
Los primeros casos de cólera aparecieron hacia los finales de la presidencia del general Roca y comienzos de la de Juárez Celman el 12 de octubre de ese año.
Todo comenzó con un barco anclado en el Riachuelo, y su primer foco fue en el barrio de la Boca, como dice nuestra colega Cristina Seghesso de López Aragón, que estudió el desarrollo del mal en Mendoza: “La prensa porteña fue transmitiendo de manera incompleta y cautelosa para evitar la alarma, asimismo los casos eran atribuidos sin precisión al cólera, colerinas, o gastroenteritis”.
La Capital fue la que menos sufrió el mal, ya que de algún modo había instalaciones sanitarias, como aguas corrientes, cloacas, etc., que cubrían el terreno donde podía desarrollarse. Sin embargo en el interior alcanzó grandes proporciones, un batallón lo llevó a Rosario y en un vapor se trasladó el mal al litoral.
En medio de tal desgracia, Manuel Ricardo Trelles un reconocido coleccionista, decidió donar en memoria de su hermano Rafael fallecido en 1880, un “anteojo” que le perteneciera y fuera del general San Martín, sobre “cuya autenticidad podían informar los señores generales Mitre, Espejo y Mansilla”.
La rifa se lanzó a la venta en los primeros días de enero de 1887, bajo la dirección de la Intendencia Municipal de la Capital a cargo de Torcuato de Alvear; un total de 20.000 números a un peso que se agotaron con seguridad rápidamente dado el espíritu solidario que siempre ha tenido nuestro pueblo.
Ignoramos quien lo ganó y del destino final de dicha prenda, seguro hay mucho más para investigar en los diarios de la época. En el Museo Histórico Nacional se conserva uno que donara el 22 de noviembre de 1890 el general Bartolomé Mitre, que perteneció al general José de San Martín.
“Es un instrumento óptico que permitía ver de cerca objetos que se encontraban a gran distancia, dando largo alcance a la vista. En esa época se lo llamaba anteojo. Está compuesto por una serie de lentes de vidrio montados en una estructura formada por tramos cilíndricos encastrados. Está construido en madera y bronce, donde tiene grabadas las iniciales (J. de S.). Tiene cristales articulados en cilindros que se encastran”.
Una historia de esta Buenos Aires, que siempre nos sorprende y sobre la que seguiremos investigando.