ENFRENTARSE AL MUNDO YA NO ES BIEN VISTO EN ROMA

El caso de monseñor Aillet

POR BERNARDINO MONTEJANO

El obispo de Bayona es tal vez hoy el mejor obispo de Francia. En la línea de San Remigio, San Hilario de Poitiers y el cardenal Pie es abanderado de la gran opción: se recoge con Cristo o se desparrama sin Él.

Al bautizar a ese noble bárbaro que era Clodoveo, San Remigio le ordenó: “Fiero sicambro: quema lo que has adorado y adora lo que has quemado”. Si estuviera hoy le diría: quema a los ídolos que has adorado, empezando por la Pachamana y tantos otros, que hoy se ofrecen al culto: la libertad, la igualdad, la fraternidad, la democracia, el planeta, la ecología, el clima y tantos más que integran la feria idolátrica de nuestro tiempo y adora a Cristo crucificado, “escándalo para los judíos y locura para los gentiles”, ese Cristo hoy tantas veces oscurecido y asociado hasta con espíritus malignos, invocados en oraciones conjuntas con “otras tradiciones religiosas”.

¡San Hilario de Poitiers! Padre de la Iglesia de Occidente, firme defensor de la fe proclamada en el Concilio de Nicea, puente entre la patrística oriental y occidental a mediados del siglo IV, doctor de la Iglesia, proclamado por Pío IX en 1851, nació en Poitiers en el 320 y murió en ella en el año 368. Por su oposición a la herejía arriana fue desterrado a Oriente. Sin medias tintas escribió Contra Constantium Imperatore y Contra Auxentium, un obispo arriano.

Si hoy viviera nos diría: Hermanos, no pactéis con los herejes. Yo viví en el destierro por no transar con un emperador y un poderoso obispo arriano; se pueden imaginar cual sería mi reacción contra el modernismo “síntesis de todas las herejías”. Si escribí contra ellos, poco me puede importar ser “misericordeado” por un porteño de Boedo, malhablado, ignorante, contradictorio, que hoy se sienta en el trono de Pedro.

CARDENAL PIE

El cardenal Pie, su sucesor como obispo de Poitier; el 6 de agosto de 1987 tuvimos el honor de presentar, junto con nuestro amigo Alberto Caturelli, el libro del P. Alfredo Sáenz S.J. El cardenal Pie (Nihuil-Galadius, General Alvear, Mendoza).

Pie, como su antecesor San Hilario, quería que sus sacerdotes fueran “exorcistas” de su siglo y que los fieles encendieran en sus almas la llama del coraje. Encabezó la lucha por la integridad de la doctrina contra los errores del naturalismo y del liberalismo y en el orden concreto, fue el líder de la defensa de Pío IX contra las tropas garibaldinas, puntas de lanza de la revolución anticristiana.

Garibaldi, “mamarracho de bandido” como lo calificó Ignacio Anzoátegui, encarnación de la masonería, también estuvo por la Argentina y no omitió crimen alguno en estas tierras (para quien le interese, mi artículo “Garibaldi en América”, Verbo, n° 411/412, 2003). Hoy este delincuente tiene su monumento en un lugar clave de la Ciudad de Buenos Aires, plaza Italia.

El cardenal Pie fue además un gran patriota y si hoy viviera en este mundo podría comprobar como escribe Caturelli, que “la apostasía de su patria es más profunda que lo que él había imaginado”.

Si hoy estuviera entre nosotros abominaría de Macron y sus secuaces y contra el gran error de una “laicidad positiva”, nos convocaría a fortalecer los jirones de la Cristiandad; y contra las componendas actuales de muchos obispos y sacerdotes tercermundanos, volvería a invitarlos a exorcizar un tiempo impío.

Vamos ahora a examinar al obispo de Bayona, Marc Aillet. En su diócesis funcionan sin problemas dos seminarios, el diocesano reabierto por él en el 2010 con 21 seminaristas, ordenado el primer presbítero en el 2020 y el Redemptoris Mater, fundado en el 2015. En el diocesano la enseñanza se nutre de Santo Tomás de Aquino. Ambos seminarios recibieron una “visita fraterna” de otro obispo el año pasado.

Fueron acogidas en la diócesis monjas Servidoras del Señor y de la Virgen de Matará, rama femenina del Instituto del Verbo Encarnado, quienes colaboran en dos centros parroquiales: Novauvrenk, primera ciudad amurallada de Francia y Souveterre de Béarn.

SIN VUELTAS

En el año 2021 en una de sus declaraciones el obispo Aillet afirmó sin vueltas que la ley divina está sobre la República, pecado grave para la masonería republicana.

Cuando se publicó el engendro Fiducia supplicans, manifestó su desacuerdo y se quejó de la ausencia de definición de la palabra “pareja”, término tan equívoco que engañó a un juez de nuestra Corte Suprema, Belluscio, a quien, en una reunión social, el ministro Zaffaroni le dijo: “Doctor, le voy a presentar a mi pareja”, a lo cual el viejo jurista contestó mientras le estrechaba la mano: “Mucho gusto, señor Pareja”.

Las quejas contra Aillet son grotescas: “una lectura demasiado estricta y rigurosa de la Biblia, con posiciones atrasadas” y “contrariar el deseo de apertura del papa Francisco”.

Aquí está la clave del asunto y volvemos a la enseñanza de Platón en su Politeia: el tirano no soporta lo mejor y se rodea de lo peor. Esto explica el alejamiento forzoso de los cardenales Müller, Sarah, Pell, Ladaria, en el Vaticano y la promoción de impresentables como el “Trucho” Fernández, Roche, Hollerich o Sicluna. Otros, como Zanchetta, ya no pueden promoverse porque están presos, bien a la sombra.

Esto explica la incompatibilidad del papa Francisco con un gran obispo como Marc Aillet. Que Dios lo ayude a soportar esta extraña misericordia.