El rincón del historiador

El bicentenario de María Eugenia Escalada

Se cumplió el sábado pasado el bicentenario del fallecimiento de esta dama que había nacido en Buenos Aires el 8 de setiembre de 1781 y según el libro de bautismos de la parroquia de la Merced, fue bautizada por el Pbro. Vicente Arroyo con el padrinazgo de su abuelo materno don José de Salcedo y de la beata misionera María Antonia de San José, conocida como Mamá Antula, con los nombres de María Eugenia Ramona de la Trinidad Escalada. Aclaremos que las biografías insisten en que fue bautizada el 13 de setiembre, pero el libro dice ""la bauticé, puse óleo y crisma"" el mismo día del nacimiento.

Era hija de don Antonio José de Escalada, y el mismo documento bautismal agrega que por este lado nieta de "don Manuel de Escalada, natural del Valle de Castañeda en las montañas de Santander, y de doña María Luisa Sarriá, natural de la ciudad de Chile"; su madre doña Petrona de Salcedo era hija de "José de Salcedo, natural de Moquehuá y Juana Silva, natural de Santa Fe".

Segunda hija de un matrimonio de recursos y ampliamente vinculado en la ciudad (algunos afirman que su madre era sobrina del virrey Vértiz), tenía casi tres años cuando murió su madre. En 1788 su padre habría de reincidir en el matrimonio con doña Tomasa de la Quintana y Aoiz, matrimonio del que nacieron seis hijos, cinco de las cuales llegaron a edad adulta y con las que se educó. Una de esas medias hermanas fue Remedios, casada en 1812 con el futuro general San Martín.

LOS ALTOS

La residencia de los Escalada, conocida como "los altos de Escalada", fue centro de magnificas tertulias, como lo han relatado los hermanos Robertson, y en ellas María Eugenia lució su encanto y cultura.

Casó en la Merced el 5 de junio de 1797 con el gaditano don José De María o Demaría, que la doblada en edad y estaba radicado en Buenos Aires desde 1785. Era el único propietario, según su descendiente Raúl de Labougle, "de una Compañía que contaba con una flota de diez barcos de diferentes desplazamientos, y que se utilizaban para el comercio con el Paraguay, Corrientes, las colonias portuguesas del Brasil, Cuba y otras islas del Caribe, Méjico, las costas de Africa, las colonias portuguesas del Brasil, Cuba y otras islas del Caribe, Méjico y las islas del Océano Indico". Lo que nos da una idea del poderío económico del esposo.

Es interesante conocer la dote que ella aportó a la sociedad conyugal, en total ocho mil pesos moneda corriente en diferentes bienes; un terreno sobre la barranca detrás de San Francisco, a media cuadra bajando por la Real Aduana, en la calle que atraviesa (actual Balcarce), que formaba un martillo, con un edificio construido de ladrillo cocido, con techo de cañas de tejuela y tejas; que con su carpintería, puertas, ventanas, tirantes y herrería se tasó en 5.955 pesos 7  reales.

Un negrito criollo para su servicio llamado José, una caja de jacarandá con dos gavetas y dos asientos de nogal forrados en suela, junto con un cuadro de la Virgen con marco de nogal que se tasó en 1.066 pesos. Cinco trajes de muselina de bordados diferentes, uno de pano azul con botones esmaltados, una saya negra con flecos, una manta con blondas, otra de bayetilla negra y un corte de muselina superior bordada de oro, que se valuó en 435 pesos.

Las alhajas fueron las siguientes: un anillo de brillantes (160 pesos), una palomita de brillantes (350 pesos), dos hilos de perlas grandes con una onza de seis adarmes (385 pesos), cuatro hilos de perlas menores con una onza y tres adarmes (166,20 pesos), un aderezo de oro con zarcillos y chispas de diamantes (70 pesos) y una bacinilla de plata.

Ante el escribano Agrelo don José De María firmó el documento en noviembre de 1800, varios años después de haber recibido dichos bienes.
Adhirió a la causa de Mayo, y en la Gaceta del 2 de octubre de 1810 que da cuenta de las contribuciones para la expedición al interior se lee: "La patriota doña María Eugenia Escalada ha oblado 2 onzas de oro llenándose de júbilo al tiempo de exhibirlas, por ser para tan digno objeto, y manifestando con las expresiones más vivas sus relevantes sentimientos (en términos de mover a ternura a las personas más idiotas) hacia la justa causa a favor de los derechos de nuestro Monarca el Sr. D. Fernando VII, y de sus hermanos los naturales de estos países".

Dos años más tarde fue de las damas que donaron un fusil y que estamparon esta frase: "Yo armé el brazo de este valiente que aseguró su gloria y nuestra libertad".

Su marido, mientras tanto, seguía con sus viajes y fue uno de los que además de abrazar la causa de la Independencia marchó a Asunción del Paraguay donde ayudó a levantar el foco de insurrección. En 1819 don Gaspar Rodríguez de Francia, el Supremo, lo detuvo y a pesar de los pedidos en su favor hasta del mismo brigadier Bernardo O"Higgins, recién recuperó la libertad en julio de 1826.

ONCE HIJOS

Doña Eugenia, sola en Buenos Aires, se dedicó a criar a sus once hijos. Seis de ellos no alcanzaron edad adulta: María de los Dolores (1799), María de la Encarnación (1801), María de la Trinidad (1802), María de las Mercedes (1803), María Petrona (1809) y María Luisa (1816). De las mayores casadas con el chileno José León de la Barra y con el británico Eduardo Lawson, llegó a conocer algunos de sus nietos.

El 28 de octubre de 1822 fue a la quinta de la familia en Flores, su bisnieto, el destacado historiador Adolfo P. Carranza, fundador del Museo Histórico Nacional, quien recordó: "Habiendo dado un largo paseo terminó fatigada e incómoda por el polvo que había recogido durante el viaje. De regreso a la ciudad se siente enferma, su malestar aumenta, y pocas horas después entrega su alma al Creador", cuando amanecía el nuevo día. Sus restos fueron sepultados en el altar de San José de la iglesia de la Merced.

La gentileza de Ezequiel Canavero del Museo Histórico Nacional nos permite ilustrar esta nota con su retrato, una miniatura del artista Angel Camponesqui "El Romano" que retrató a la sociedad porteña de la primera década del siglo XIX.

Ya que las entidades dedicadas a reivindicar los derechos de género, recuerdan con el silencio absoluto a estas mujeres que hicieron desde su lugar la revolución, bueno está que la evoquemos a dos siglos de su muerte, como lo hizo su numerosa descendencia en una misa celebrada en su memoria en el templo donde fue sepultada.