Ellas tienen un cuerpo perfecto, simpatía natural, cultivan las relaciones públicas y cuanto más ganan, más invierten en cirugía estética y moda. Ardientes especialistas en pole dance (popularizado como el baile de caño), la mayoría son strippers. A ellas quiso parecerse Dorothy, luego conocida como Destiny (Constance Wu), cuando entró al club de stripper frecuentado por brokers y no tanto. Sobre ella y cómo la impactante Ramona Vega (Jennifer Lopez), "la reina del caño", la tomó como alumna de la noche trata esta película basada en hechos reales.
Pero "Estafadoras de Wall Street" no es sólo el cuento de la sofisticación, de las increíbles propinas y los tiempos de champagne rosado. La gran Depresión apareció como una hermana menor de esa que estalló en el 2008 en Estados Unidos con las hipotecas de alto riesgo y la crisis bancaria que los lanzó a todos por el aire. Así las chicas se unieron como en fraternidades (sororidad, le dicen ahora) y mejoraron la seducción de los clientes, desgranando aceleradamente sus tarjetas de crédito y llevando la exageración al delito con buen uso de droga convincente, suficiente para marear a un caballo (no por nada incluyeron la ketamina en el cocktail salvaje). Las chicas depredaron tanto como los patrones de clubes de caño, todo fuera porque sin un hombre proveedor en la familia, los hijos necesitaban educación privada y custodia mientras ellas trabajaban.
COMBO AMORAL
Brillante en la picardía y el descaro, sofisticada en el diseño de producción, combinando brotes feministas con responsabilidades maternales, incursión a los shopping de lujo y ternuras familiares (abuelita de Destiny, nena de Ramona), "Estafadoras de Wall Street" es un amoral combo de anzuelos para todos. Para quien busca chicas sexuales, para quien quiere reírse de brokers inocentones, para el que goza viendo a cazadores cazados y la franca obscenidad capitalista.
Como encarnando una patria prostibularia y juguetona aparece Jennifer López en una suerte de "Cumparsita, Milonguita y Marilyn Monroe", como diría Berni a propósito del personaje que con Juanito Laguna popularizó, Ramona Montiel.
Dos Ramonas que son una sola, la Montiel de Berni y la Ramona Vega de la película. Ambas se tocan en la distancia, capaces de usar una cascada de chinchillas o ligas coloradas con la misma elegancia. Con ella, el aplomo de Constance Wu como Destiny, ávida de progresar en una economía marcada por el juego de la Bolsa o la escasez del salario digno, y algunas strippers auténticas, las que inspiraron a Jessica Pressler a escribir el artículo periodístico que publicó New York, la revista que alguna vez salió para competir con The New Yorker y en la que se inspiró la película.
Calificación: Muy buena