EL INDICE HABRIA TOCADO SU TECHO TRAS EL GRAN SALTO EN EL PRIMER TRIMESTRE, ASEGURA LEOPOLDO TORNAROLLI
“El año terminará con 45% de pobreza”
Un crecimiento sostenido de la economía y la merma del proceso inflacionario reducirán el número de pobres en el mediano plazo. Debería evitarse una devaluación del peso para no agravar el escenario.
El escenario es preocupante. No sólo debido a que el nivel de pobreza en la Argentina ya supera el 50% sino porque las perspectivas de crecimiento hacia el año que viene surgen inciertas. Pero las cosas pueden mejorar en el mediano plazo.
“En el corto plazo la razón principal de la pobreza es la inflación. Si bien la economía se contrajo el año pasado y en lo que va de este año, eso no repercutió demasiado en la cantidad de empleo, por lo que el principal canal a través del cual el mal desempeño económico afectó a los hogares, y produjo una suba en la indigencia y la pobreza, es la inflación”, explica Leopoldo Tornarolli, Magister en Economía e Investigador Senior del Centro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales (Cedlas) de la Universidad Nacional de La Plata.
Y agrega: “En otras palabras, no hubo un significativo número de hogares que se hayan quedado sin ingresos de un momento a otro por pérdida del empleo, sino que casi todos los hogares vieron caer su poder adquisitivo al crecer sus ingresos por debajo de la inflación. Esto ocurrió tanto en los ingresos laborales, como en ingresos de otras fuentes, especialmente jubilaciones y pensiones. Los ingresos por transferencias estatales, AUH y Alimentar, son tal vez la única de las fuentes de ingresos de los hogares más vulnerables que no perdió con la inflación desde diciembre de 2023 a esta parte, incluso crecieron en valores reales”.
-En un comentario reciente dijo que la pobreza se duplicó desde 2017, sin un salto del desempleo. ¿Conoce otras experiencias semejantes?
-Aunque el contexto fue bastante diferente, lo más parecido es lo que ocurrió en nuestro país durante las hiperinflaciones de finales de los ‘80 y comienzos de los ‘90 del siglo pasado, donde también hubo un salto muy fuerte en la pobreza, producto de la inflación, sin que el desempleo se incremente demasiado. En general, los aumentos fuertes de la pobreza suelen estar asociados a caídas importantes en el empleo, aunque no es una regla de hierro.
LA TENDENCIA
-¿Cuál cree que es la tendencia? ¿Habrá llegado a su techo?
-Al menos en el corto plazo sí. Gran parte del aumento en indigencia y pobreza se dio en los primeros meses de 2024, y desde entonces ha ido recuperándose parcialmente la pérdida en el poder adquisitivo de los hogares, por lo que ya en el segundo trimestre cayó un poco la pobreza. Y en las próximas mediciones también va a caer, en la medida que la inflación se siga moderando (lo que a su vez requiere evitar otro salto devaluatorio). Este año va a terminar con un nivel de pobreza menor a 50%, posiblemente cerca de 45%, algunos puntos por encima del cierre de 2023.
-¿La economía argentina puede transformarse en un ecosistema permanente de bajos salarios?
-Aunque la experiencia de la última década y algo más es de caída gradual en los salarios, a la situación actual no la veo como permanente. Con la reducción de la inflación parte de esa caída se va a recuperar, y si al orden macroeconómico sigue un proceso de crecimiento moderado pero sostenido, deberíamos volver a una situación más parecida a la de Chile y Uruguay que al del resto de la región. Obviamente, nada de esto está garantizado en Argentina, pero no lo veo como inalcanzable.
-¿Un ciclo de crecimiento sostenido podría bajar considerablemente estos números?
-Sí, si volvemos a crecer los salarios van a recuperarse, y la pobreza e indigencia van a bajar. De cualquier modo, debemos acostumbrarnos a pensar que vamos a tener niveles de pobreza inaceptablemente altos, por encima del 30% de la población viviendo en esa situación, por un período prolongado de tiempo. Para perforar el piso de pobreza de las últimas 3 décadas (25%) vamos a necesitar un desempeño positivo durante varios años y posiblemente no lleguemos a ese punto durante esta década.
-Alguna vez un sociólogo destacó que en la Argentina hay un núcleo duro de la pobreza (en ese entonces era un 15%) que resultaba irreductible, más allá del modelo económico. ¿Qué opina?
-Sí, eso que algunos llaman “núcleo duro” o “pobreza crónica” efectivamente existe y es aquel grupo de hogares cuyas carencias estructurales son tales que hacen que permanezcan en situación de pobreza aun en aquellos períodos donde la economía crece y genera mayores oportunidades. Establecer el porcentaje de hogares y personas en esa condición no es sencillo, pero es posible que haya crecido en los últimos años donde la economía no funcionó bien. Esa población va a seguir necesitando la asistencia estatal aun en el mejor escenario de crecimiento poblacional que podemos esperar y, en ese escenario, deberíamos apuntar a que sus hijos sean los que finalmente puedan romper ese estado de pobreza crónica.
-¿Sofocar la inflación es el paso necesario para bajar la pobreza?
-Es una condición necesaria para bajar la pobreza en forma sostenible. Pero no es suficiente. En el corto plazo va a permitir recuperar gran parte del terreno perdido en los últimos años, pero para ir más allá vamos a necesitar que la economía logre crecer y evitar las recurrentes crisis que afectan a nuestra economía.
52,9% es el nivel de pobreza en la Argentina tras el primer semestre.
EL AJUSTE
-Dada la pérdida de beneficios provenientes del Estado como los subsidios, ¿la gran víctima del ajuste hoy es la clase media?
-Los datos muestran que el ajuste, al menos en el primer semestre, afectó prácticamente a todos los sectores de la economía. Cuando la actividad económica se contrae como lo hizo en los primeros meses del año, es casi inevitable que sea así. Pero efectivamente, aquellos que no son pobres también se vieron afectados y el impacto sobre ellos fue fuerte, tanto a través del deterioro del poder adquisitivo de los salarios (en buena parte explicado por la reducción de los subsidios económicos) como a través de la caída en el valor real de jubilaciones y pensiones, ya que los adultos mayores son mayormente parte de la clase media.
-¿En cuánto tiempo la lógica de libre mercado, la apertura paulatina de la economía y esquemas de certidumbre para las inversiones como el RIGI pueden dinamizar la creación de empleo?
-No lo podría afirmar con precisión. Los últimos meses del año deberían mostrar una dinámica económica mejor que la observada hasta ahora. Y si el gobierno es exitoso en estabilizar la economía y sostener el orden macroeconómico, a partir del año próximo deberíamos ver una recuperación en la economía, cuya fuerza va a depender otros factores, como el funcionamiento de la economía global y el clima.
-El Presupuesto 2025 tiene como eje el equilibrio fiscal. Si hay superávit se bajan impuestos, si hay déficit se recorta el gasto. ¿Qué visión tiene de esta política?
-En el diagnóstico del gobierno el orden fiscal es prioritario en la estabilización de la economía. Y luego del desorden que fueron las cuentas fiscales, el cierre de los mercados de crédito y la emisión excesiva de estos años es difícil estar en contra de esa premisa. Lógicamente hay divergencias de opinión en cuáles sectores se debería haber recortado más y en cuales menos, y creo que ahí se da gran parte de la discusión entre colegas. En cualquier caso, es cierto que el gasto público estaba en niveles históricamente altos en Argentina y que era imposible de financiar, por lo que creo que está bien la racionalización del mismo, aunque discrepe en la magnitud del ajuste sobre algunos sectores (ciencia y educación, por ejemplo). En la cuestión impositiva, celebro que el gobierno tenga entre sus objetivos una simplificación del sistema tributario y lo haga más eficiente. Creo que no debería descuidar la progresividad del mismo.
-¿Debería el gobierno implementar un programa que apunte a la producción y el desarrollo? ¿Se lo impide su esencia libertaria?
-No sé si es necesario un programa explícito en ese sentido, pero sí tener clara una orientación y como nos vamos a insertar en la economía global. Por ciertos momentos pareciera que el gobierno supone que una vez alcanzada la estabilización el mercado por sí mismo va a resolver ese problema, pero sabemos que los casos exitosos muestran, en mayor o menor medida, algún tipo de articulación entre el Estado y el mercado. Supongo que en el gobierno se reconoce esta situación y se prefiere una participación menor del Estado, lo que no está mal, en la medida que se reconozca que tiene un rol importante de cualquier modo.
-¿Puede el escenario electoral del 2025 moderar las políticas de ajuste?
-No lo sé, en general sucede así, pero el gobierno actual ha mostrado ser muy peculiar y diferenciarse de sus antecesores en casi todos los aspectos, incluso los más relacionados con la política. La mejora en la situación fiscal de 2024 posiblemente le de al gobierno algo de margen como para relajar las políticas de ajuste en 2025 si lo necesita desde el punto de vista electoral, pero no podría afirmar que van a usar esa opción.