SIETE DIAS DE POLITICA
El Gobierno comete los errores mas gruesos en el peor momento
Fracasó en su intento de aprobar el ascenso del general Milani en el Senado y dañó su imagen de defensor de los derechos humanos en plena campaña. Hay internas que la Presidenta no controla.
El lunes pasado el kirchnerismo recibió un durísimo golpe en la Comisión de Acuerdos del Senado. El Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) -del hasta entonces oficialista Horacio Verbitsky- impugnó el ascenso a teniente general del actual jefe del Ejército, el general César Milani, por lo que la Presidenta debió "postergar" su tratamiento. En realidad Milani ya nunca será ascendido y lo que recibió el gobierno más que un golpe fue una puñalada por la espalda.
El fracaso tiene consecuencias obvias y causas que no lo son tanto. Entre las primeras, la incogruencia de promover a un sospechoso de haber participado de la represión ilegal en un difícil tramo de la campaña, en el que está luchando por retener el voto propio y corre de atrás en la decisiva provincia de Buenos Aires al candidato opositor, Sergio Massa. Hasta su secretario de Derechos Humanos, hijo de desaparecidos, terminó denunciado en la justicia penal. Un desastre en toda la línea.
Los organismos de DD.HH. no vinculados al gobierno habían impugnado a Milani, pero el CELS lo apoyó hasta el lunes. Sin embargo, poco antes de que los senadores se reunieran para tratar su pliego cambió de vereda sin avisar y lo repudió. Ergo, los aliados "K" huyeron en masa y la mayoría necesaria para aprobarlo se evaporó. En su violentísimo giro el CELS alegó haber conseguido nueva información comprometedora para Milani.
Eso es lo que estuvo a la vista. Lo que, en cambio, no se vio fue la verdadera razón por la cual el CELS cambió de postura en el plazo de tan sólo una semana, a pesar de que las sospechas sobre Milani se conocían desde 1984. Y para explicar lo que parece inexplicable hay que hacerse eco de relatos poco transparentes, pero verosímiles. Relatos sobre luchas de poder por el control del espionaje interno y conflictos dentro del propio oficialismo que la presidenta parece no haber podido controlar.
Según ese relato, el problema empezó con el malhadado pacto con Irán. Ese inesperado viraje de la política exterior de Cristina Fernández descolocó a un sector importante de la ex SIDE que había apoyado la "pista iraní" y recibido apoyo de sus colegas de los Estados Unidos.
Con cortocircuitos en ese delicado frente, la presidenta optó por neutralizarlo, encumbrando en el Ejército a Milani, un oficial de inteligencia. Usó una estrategia habitual en el kirchnerismo: cuando un organismo vinculado a la seguridad no es confiable, por ejemplo, la policía bonaerense, no lo interviene, sino que pone a otro a competir con él, por ejemplo, la Gendarmería. Los resultados de este método en general no son alentadores, pero en este caso fueron desastrosos: el "carpetazo" que pegó en el corazón del kirchnerismo.
¿Por qué fue Verbitsky el instrumento de esta desgracia? Trascendió que Eduardo Zannini había apoyado la promoción del militar, que en su momento gozó del respaldo de Nilda Garré y del propio Verbitsky. Pero Garré se fue exiliada a la OEA y Milani tuvo un espectacular ascenso que lo puso en la mira de todos sus competidores. En medio de las denuncias periodísticas en su contra, Verbitsky, que ya había sido alejado del círculo áulico a causa de la reforma judicial y había quedado desairado por sus ataques contra Bergoglio, resolvió pagar con la misma moneda. Optó por evitar los costos de semejante escándalo y atornilló definitivamente el autaúd de Milani.
Lo elocuente de todo el episodio es que más allá de los riesgosos movimientos que desató la Presidenta en el turbio mundo del espionaje nativo, su sistema de toma de decisiones parece más vulnerable que nunca. Antes todos los funcionarios, allegados y operadores la consultaban y obraban en consecuencia. Hoy, libran luchas por espacios de poder en las que su palabra no es la última, pero la que termina pagando el costo es ella.
Los errores, por otra parte, no podían ser menos oportunos. Los esfuerzos por impulsar a su candidato bonaerense Martín Insaurralde (ver Visto y Oido), las obras e inauguraciones, la reducción al impuesto a las ganancias, están dando resultados positivos, pero pierden efectividad ante escándalos que amplifican los medios desafectos. Y para peor, los que los ayudan a la "opo" son ex aliados fuera de control.