Con perdón de la palabra

El Club Evaristo (parte XXIV): el caso de la bandera quemada

Gatica, el gato barcino devenido en gata, no aceptó pacíficamente que la despojaran de sus cachorros. Y, como venganza de la rifa organizada por Avelino, dejó de perseguir a los ratones que, ante tal circunstancia, empezaron a ganar posiciones en el restaurant Asturias.
Pero no era Avelino hombre de dejarse amedrentar así nomás.
De modo que contraatacó, suprimiendo la comida de Gatica. Y prohibiendo terminantemente que alguien la alimentara. Empezó a enflaquecer la gata, sin dar su pata a torcer. Y trató de procurarse algún sustento fuera del Asturias. Pero el deterioro creciente de la economía nacional había determinado que fuera poco el que podía obtener en los tachos de basura del vecindario. De modo que terminó por capitular, retomando la caza de ratones. Los cuales abandonaron los espacios conquistados en el Asturias. Comprobado lo cual, Avelino levantó la sanción impuesta, normalizándose sus relaciones con Gatica.

CONFIDENCIAL
–Sobre el caso que voy a exponer –comenzó Mariano Gallardo –dispongo de alguna información confidencial, pues mi tío Juan Luis fue testigo del suceso y dio cuenta del mismo en un libro que escribió, titulado Crónica de Cinco Siglos.
–Lo tengo –interrumpió Medrano.
–Cuándo no. Pero haceme el favor de no arruinarme la historia contando cómo fueron las cosas.
–Descuidá, no te la voy a arruinar.
”Sigo entonces. A través de lo que nos contó Eduardo Ferro le dimos un vistazo a parte de los primeros gobiernos de Perón. Hoy me voy a ocupar del tramo final de esos gobiernos, cuando era inminente la revolución que tuvo como principal protagonista a la Armada, en junio de 1955. Leo el libro de mi tío para situarnos en aquel momento:
”A fines de 1954, Perón entra inopinadamente en conflicto con la Iglesia Católica, cuya jerarquía no había tenido hasta entonces roces con el gobierno. Por el contrario, la enseñanza religiosa en las escuelas, establecida por Ramírez, determinó que la mayoría de los obispos mirara con simpatía al candidato oficialista en 1946 y muchos católicos lo votaron, situación que aún se mantenía en 1951 [cuando Perón fue reelegido]. Pero ocurrió que la Iglesia conservaba su autonomía frente al régimen, lo cual contrastaba con las loas prodigadas desde casi todos los demás sectores de la sociedad, salvo los declaradamente opositores, que eran pocos. Y Perón, de buenas a primeras, acusa a monseñor Manuel Tato, provisor y vicario general de Buenos Aires, como así también a monseñor Ramón Pablo Novoa, de sabotear la acción gubernativa”.
“Ello por cuanto los acusados habían desaprobado la instalación de un campo de recreo para niñas de colegios secundarios en la quinta presidencial, instalación ésta que dio lugar a extendidas habladurías”.
”Al ataque verbal de Perón sigue una política de abierta agresión a la Iglesia, que contraría las convicciones arraigadas en la población y que discrepa con la llamada doctrina justicialista»”.
“Se deroga la enseñanza religiosa, se establece el divorcio vincular, se autoriza el funcionamiento de prostíbulos, las autoridades reciben y condecoran a jerarcas de cultos cismáticos y es anunciada una reforma constitucional que separará a la Iglesia del Estado”.
“Algunos ministros considerados masones integran el gabinete y es tenido por tal el vicepresidente Teisaire. Al calor oficial se lleva a cabo un gran acto espiritista en el Luna Park, bajo el auspicio de la Escuela Científica Basilio. El lenguaje de muchos funcionarios se tiñe de anticlericalismo y, en la prensa gubernista, aparecen titulares como éste: «Se alborotó el obispero»”.
”La no autorizada procesión de Corpus Christi –realizada pese a todo el 11 de junio de 1955 –se transforma en una gigantesca manifestación, donde a los sentimientos piadosos se suma la pasión política. Aquel día regresó al país Pascual Pérez, luego de defender exitosamente la corona de los pesos mosca obtenida el año anterior, siendo el primer título mundial conquistado por un boxeador argentino. Desde el ministerio del Interior se intentó neutralizar los efectos de la manifestación adversa, mediante un recibimiento multitudinario tributado al campeón. Durante el transcurso de aquélla, la quema de una bandera nacional –que el gobierno achaca a los manifestantes y éstos suponen una maniobra fraguada por el go- bierno– da lugar a violentas imputaciones oficiales contra la Iglesia y los católicos”.
“El 12 de junio, grupos peronistas atacan la catedral metropolitana, cuyos defensores terminan presos. Perón dispone que monseñores Tato y Novoa sean deportados”.
QUIEN LO HIZO
”Pues bien, éste es el marco donde se debe situar el acontecimiento que trataremos hoy, o sea la quema de la bandera nacional que católicos y peronistas se imputaron mutuamente. ¿Quién la quemó realmente y con qué intención lo hizo? Vuelvo a leer, ya que mi tío, en su mismo libro, cuenta lo que vio ese día. Dice allí:
”La quema de una bandera argentina, durante la manifestación realizada el día de Corpus Christi, en junio del 55, tuvo notable trascendencia. El gobierno la utilizó para acusar a los católicos de traición a la patria y éstos imputaron al gobierno haber fraguado el hecho, devolviendo la acusación. Quien esto escribe participó de esa manifestación y puede aportar algunos datos sobre el tema”.
”Ocurrió que, llegada la columna de manifestantes al Congreso, se intentaron izar en los mástiles del mismo banderas argentinas enlazadas con la papal. Durante el intento, una de aquéllas comenzó a arder accidentalmente, al tomar contacto con cierta llama votiva que allí había y debiendo soltarla el muchacho que la llevaba, el cual estaba trepando para enarbolarla”.
”Ahora bien, en base a noticias que circularon por entonces, en el Ministerio del Interior se habrían enterado del suceso, a través de algunos de los agentes infiltrados en la manifestación, requiriéndose a la policía el envío de la bandera quemada, como prueba de la versión que se resolvió a suministrar a su respecto. La policía no había recogido el pabellón chamuscado y, a fin de disimular su omisión, parece que en la Comisaría 6a. se procedió a quemar otro, para remitirlo al ministro Borlenghi”.
”De manera que las banderas quemadas aquel ya lejano día de 1955 habrían sido dos: una por accidente y otra para ocultar un descuido policial. Ninguna, en realidad, con ánimo de agraviar el símbolo patrio”.

¿ALGO QUE AGREGAR?
”Hasta aquí lo que cuenta mi tío sobre el caso. Que me parece más que suficiente para tratarlo nosotros. En el supuesto que tengamos algo que agregar”.
–No creo que podamos añadir nada a lo que cuenta tu tío, testigo presencial de los momentos más importantes del suceso –comentó Zapiola–. Aunque, a decir verdad, lo que él vio fue cómo se quemaba accidentalmente la bandera en una llama votiva del Congreso. Pero no le consta que la policía hubiera quemado otra para esconder una omisión. Aunque su suposición es muy verosímil y además, por lo que dice, en la época corrieron rumores en ese sentido.
–Lo que está claro –opinó Fabiani, contumaz –es que la policía, que respondía al gobierno peronista, quemó una bandera intencionalmente y no por accidente.
–Es lo que esperábamos que dijeras –respondió Kleiner. –Lo que no quita que sea cierto –agregó Cueto.
–Sí, en cuanto a la materialidad del hecho. Pero sin intención de agraviar el símbolo patrio, como señaló Gallardo –recordó Medrano.
–Pues que estáis todos de acuerdo –intervino Avelino–. A brindar, señores.