“El 80% de las personas no aportó 30 años al sistema previsional”

El sistema necesita una reforma profunda que tenga como eje la equidad, asegura Manuel Mera, director de Protección Social del Cippec. Quitar el piso de 30 años de aportes y modificar la Pensión Universal, dos objetivos clave. Cómo se armonizan estas ideas con el fervor fiscal del Gobierno.

Esta semana el Gobierno dio de baja la moratoria previsional, con lo cual las personas en edad jubilatoria que no tengan acreditados 30 años de aportes sólo podrán acceder a una Pensión Universal para Adultos Mayores, establecida en un 80% del monto de una jubilación mínima (en abril será de $355.820). Se encendió la mecha y estalló la polémica.

“La moratoria tiene dos impactos, uno social y otro más económico. En términos económicos en el corto plazo no habrá mucha variación. Esto no va a generar una caída del gasto en pensiones por dos razones: primero porque ante la posibilidad de la baja de la moratoria asumimos, esto no es un dato, que mucha gente debe haber pedido turno en Anses. Debe haber aún mucha gente en proceso de entrar en esa moratoria”, señala Manuel Mera, director de Protección Social del Cippec (Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento).

“Después en términos de costos lo que habrá es un cambio cualitativo. La persona que no llega a los 30 años de aportes, que es el piso, en lugar de ingresar por la puerta de la moratoria lo hará por la puerta de la Pensión Universal para Adultos Mayores (PUAM). En ambos casos el monto es parecido por una cuestión obvia y sencilla. Cuando crearon la PUAM la establecieron en un nivel parecido a lo que entregaba la moratoria, es decir un 80% de una jubilación mínima”, añade.

-Un punto es que la pensión no es hereditaria para el cónyuge, a diferencia de la jubilación.

-Tiene el impacto legal de que una es una jubilación y la otra es una pensión. Por ende, la jubilación da derecho a una pensión para el cónyuge en caso de fallecimiento, y la pensión no. Es personal y es un monto fijo. Otra cuestión es que la moratoria de alguna manera tomaba una referencia de los años aportados. Esto es, en la moratoria me van descontando los meses que adeudo. Si adeudaba poquitos meses, estaría pagando un par de años. En cambio, para la PUAM si yo aportó 1 año o 29, es lo mismo. Y ahí creemos que hay una temática a resolver, que está en el debate público y que la mayoría de los actores políticos reconocen que hay una proporcional a conversar y un problema a resolver.

-¿Debería corregirse eso antes de ir hacia una reforma previsional más profunda?

-No, todo lo contrario. Porque hay que hacer algo para ese grupo es que hay que aprovechar para realizar una reforma más integral. Sino seguiremos construyendo compartimientos estancos, generando grandes baches entre aportó cero o tuvo algún problema de invalidez, o aportó 5 años o aportó 29. Sigo generando escalones y lo que hay que hacer es ordenar. Argentina ya tiene una cobertura casi total de la población mayor de 65 años, sea por moratoria, jubilación o PUAM. El 95% de los adultos mayores tienen una cobertura. Lo que hay que reordenar es cómo cubro a esa gente y qué valores establezco. Ahí surge otro problema y es que el sistema argentino tiene casi 200 puertas de entrada distintas. El régimen general, que debería ser el base, no es el base. Hay una infinidad de excepciones, los regímenes especiales que pueden variar en los años de aportes requeridos y la edad jubilatoria o el monto pagado y cómo se actualiza. Eso se ha ido acumulando a través de las décadas. Hay muchísimas capas geológicas. El 50% de lo que se presupuesta corresponde a otro tipo de regímenes, no al general. Incluye también las cajas provinciales y las profesionales. Ahí hay una gran cantidad de inequidades, superposiciones y duplicaciones. Si uno ordenara eso se podría garantizar un pilar cero, y esta es la propuesta del Cippec. Una base que asegure que toda persona de más de 65 años tenga una cobertura y después sobre eso dar otro pilar que sea proporcional a los años efectivamente aportados. Si aporté un año, me darán lo que corresponde: unos pesos. Y si aporté 29 o 35, va a ser proporcional.

SIN PISO

-¿Uno de los puntos de la propuesta es quitar el piso de los 30 años de aportes?

-Absolutamente. Si uno hace eso, lo vuelve más progresivo. El 80% de las personas no llega a aportar 30 años al sistema previsional. Así, lo que genero es una distribución más equitativa donde el 80% de los que se jubilen recibirían un haber igual o mejor que el de la fórmula actual. Al final del día podría tener un equilibrio fiscal, gastar menos. Esto no es una fórmula mágica sino aplicar lo que se hace en muchos lugares del mundo: establecer pisos garantizados y proporcionales, ordenando las inequidades y el gasto alto que hay en la Argentina. Nuestro país, comparado con otros, gasta muchísimo más con una población más joven.

-A la hora de poner orden habría que tocar muchos privilegios y beneficios. ¿Es factible ensayar ese movimiento?

-Ninguna reforma previsional es sencilla. Los costos políticos son de corto plazo y los beneficios son de largo plazo y esos son desincentivos a discutir. Muchas de estas reformas que pueden reducir en algunos sectores tienen una justificación en la igualdad. Por ejemplo: un gerente de un banco que hoy se jubila con 30 años de aportes. Para el cálculo previsional se toman los últimos 10 años de aportes, su última década como gerente. Ahora, sus primeros 20, cuando entró como cajero, eso no se los cuento. Hago como si hubiera aportado toda su vida como gerente. Ahí hay un subsidio cruzado para el otro lado. También hay un 30% de los fondos que sirven para pagar jubilaciones que vienen de impuestos generales como el IVA. Entonces no todo es contribución. No es que estoy tocando un beneficio que es puro y duro de aportes. Hay muchos subsidios para ambos lados, aunque usualmente destacamos los subsidios para los que aportaron poco.

-Usted pone mucho énfasis en la equidad, que no va necesariamente de la mano con la lógica fiscal. ¿Cómo se armoniza esto en un contexto donde el Gobierno hace del superávit fiscal un estandarte?

-Esta propuesta tiene un norte que es bajar el gasto. Podemos gastar menos y ser más equitativos. ¿Dónde están algunos recortes del gasto? Hay casi 2 millones de personas menores de 65 años que cobran algún tipo de beneficio previsional. Ahí se puede pensar en proporcionalidad. Si una persona se queda viudo o viuda a los 30 años, hoy en día recibe una pensión hasta su fallecimiento. Ahí es razonable pensar cierta proporcionalidad. Tal vez cobrar un tiempo razonable para que se pueda rearmar.

-¿Hay que podar también las duplicaciones que tiene el sistema?

-Podar las duplicaciones injustificadas. Obviamente si el pensionado es un hombre o una mujer de 70 años, no se le puede poner un tope. Hay muchas inequidades cuando uno ve la cantidad de pensiones por invalidez. Ahí hay una bolsa muy oscura. Hay provincias con un porcentaje de invalidez más alto que otras. Pongamos la misma regla para todos, unifiquemos las pensiones por invalidez. Eso tiene algo muy fuerte de equidad, ver cuándo es temporal y cuándo permanente. Así, podando estas ramas, se llega a recortar el gasto final. Por la gran cantidad de gastos extras y exenciones injustificadas es que existe margen para construir un sistema más equitativo, más igualitario y más barato.

DESAFIOS

-Con respecto a la edad para jubilarse, ¿habría que equiparar a hombres y mujeres?

-La última vez que se estableció la edad jubilatoria, en 1994, la esperanza de vida era de 72 años. Hoy es de 77 años y se espera que para fin de siglo pase los 80. Uno tiene que asumir que las expectativas de vida son distintas y los adultos de hoy no son iguales a los de hace 40 años. Muchos trabajos tampoco son iguales ahora que antes. Lo que tiene que hacer una jubilación es cubrir a una persona que no está en condiciones de estar en el mercado laboral por la edad. Ahí viene la discusión de género. Tal vez hoy en día no se justifique más una división de edad de género, justificada por la capacidad laboral. Pero sí hay algo que es verdad, hay una brecha de género en la inserción en el mercado laboral y en los cuidados. Las mujeres se embarazan y cae sobre ellas, de manera inequitativa, el peso del cuidado de los hijos. Entonces es justificable que por cada embarazo tenga cubierto un año de aportes. El cambio de edad es una muy mala manera de apuntar un problema real que es la diferente inserción de la mujer en el mercado laboral.