Buena Data en La Prensa

Educar para formar familias

Hace años que venimos hablando sobre el envejecimiento poblacional. Gran parte del mundo - Argentina no es la excepción- viene sufriendo este problema y es necesario preguntarnos por qué pasa esto, para poder empezar a revertirlo antes que sea demasiado tarde.

Sabemos que este problema no es solo de occidente. También en países como Corea del Sur, Japón y ahora, también China, la tendencia de muchas parejas es postergar la llegada de los hijos, tener uno solo o directamente decidir no ser padres.

Aunque es un hecho multicausal, seguramente es en el individualismo, el consumismo y el relativismo donde podemos encontrar un factor importante.

IDEOLOGÍA DAÑINA

El feminismo radical y el falso empoderamiento de la mujer han puesto al hombre y al padre como su principal enemigo. Muchas de sus adherentes han tomado estilos masculinos tanto en su forma de expresarse como en su aspecto personal. La ideología de género está haciendo estragos sobre todo entre los jóvenes. El autopercibirse de otro sexo está llevándolos a recorrer un camino que les está causando daños irreparables para el resto de sus vidas.

Hace poco más de un año, gracias a los cambios políticos que ocurrieron en nuestro país, el hombre de a pie comenzó a enterarse y tomar conciencia de cómo la ideología de género está influyendo en su vida y que es necesario librar una batalla cultural para volver a la normalidad. Defender la vida desde la concepción hasta la muerte natural, promover la familia basada en la unión de un hombre y una mujer, defender la libertad y la propiedad privada, son temas que ahora vuelven a plantearse, en gran medida gracias al gran aporte que hacen en las redes sociales y con sus libros, pensadores como Agustín Laje, Nicolás Márquez, Pablo Muñoz Iturrieta y Miklos Lukacs entre otros.

Es imprescindible que los padres tomemos conciencia en la importancia de educar bien a los varones para que cumplan con su rol fundamental en la sociedad como también deben hacerlo con sus hijas mujeres.  Los padres son personajes decisivos en la configuración de la sexualidad de sus hijos. No solo aportan el material genético que los hace varones o mujeres, sino que son el punto de referencia de la masculinidad para el niño y de la valoración de la feminidad para la niña.  

Los hombres y las mujeres no somos iguales, pero eso no implica que uno o sea superior al otro. Somos complementarios y la unión de ambos es la base de la familia. Todo esto es lo que la izquierda cultural viene atacando desde hace años.

MUJER, DAMA, ESPOSA Y MADRE

La hiperinflación de la mujer no le ha traído buenos resultados. Cada vez más vemos a “mujeres empoderadas”, cansadas, culposas, exigidas e insatisfechas. 

La dama, mujer noble y distinguida, ha perdido en gran parte, el lugar que etimológicamente muestra su origen: ser ama, dueña de un hogar.  Los títulos de esposa y madre no parecen lucir tanto como los de doctora, empresaria o CEO, aunque bien llevados, requieran de más dedicación, habilidades e inteligencia. Por otra parte, ambos tipos de “titulaciones” no son incompatibles. 
 
VARÓN, CABALLERO, ESPOSO Y PADRE  

Por otra parte, el varón es perseguido, menospreciado y trata de no hacerse notar para no ser insultado o señalado como machista. Se lo trata de feminizar. 

Hace tiempo nos referimos en esta columna a ser educados como caballeros. “Actuar con caballerosidad, implica comportarse con distinción, nobleza y generosidad, pero parece ser que hablar de caballerosidad sería tan “demodé” como esta palabra”.

También en esa oportunidad nos mencionamos a la “deconstrucción” que está sufriendo el varón por parte de la ideología de género y además consideramos que: “los gestos de cortesía propios del caballero: ceder el paso, el asiento, pagar la cuenta, pueden ser tomados como una pequeña prueba de ostentación de su poderío de "macho”. 

Sin embargo, es necesario volver a tener presentes estos pequeños gestos en la educación de varones, que actúen con caballerosidad y puedan estar orgullosos de ser los protectores de su mujer y de sus hijos. Esto es fundamental que los padres se los transmitan. 

¿QUÉ PASA CON LOS CASAMIENTOS?

Hoy existe una marcada tendencia a vivir en concubinato o en pareja (para suavizar el término). Muchos prefieren convivir sin papeles o a lo sumo realizan ese engendro inexplicable de registrar la convivencia en el Registro Civil, generalmente por conveniencias económicas.

Durante muchos años el progresismo reclamó la legalización del divorcio vincular. El primero que lo impuso fue Perón en 1954 (fue derogado por la Revolución Libertadora) y luego Alfonsín en 1987. En el actual código Civil y Comercial de la Nación se vació de contenido la institución matrimonial. Pareciera que solo se la incluyó en su redacción para mantener la unión entre personas del mismo sexo.

Sin un contenido relevante - no son necesarias la heterosexualidad, ni la convivencia, ni la fidelidad, ni la indisolubilidad- se transformó en un simple contrato deslucido y poco atractivo. Ahora la mayoría opta por no casarse, y formar una familia no parece estar entre las prioridades.

Al indagar por qué muchos prefieren seguir conviviendo en vez de casarse, hemos escuchado respuestas como: ¡No necesitamos papeles lo importante es que nos queremos! ¡No tenemos plata para la fiesta y estamos bien así! No somos tan ingenuos, es obvio que un papel no garantiza el amor ni la perdurabilidad, pero a través de estas respuestas se trasluce que, en muchos casos, esos convivientes no desean formar una familia o quizás lo ven como una posibilidad muy a futuro. Viven el hoy y sus objetivos principales suelen ser viajar, recibirse, cambiar el auto o irse a vivir a otro lado. 

EDUCAR PARA LA FAMILIA

Es imprescindible que, en la formación de nuestros hijos, transmitamos el valor fundamental de la familia; educarlos para que, además de sus otros objetivos personales, alimenten esa vocación. Es algo que a veces lo damos por sentado y no nos damos cuenta de que la cultura imperante juega en contra.

Formar una familia implica asumir responsabilidades. Es hacerse cargo de la generación siguiente. Es estar convencido de la vocación que nos alienta, y por eso es fundamental comenzar con la base sólida de la unión matrimonial. Proyectar ser padres es asumir la gran tarea de traer un nuevo ser humano al mundo, de criarlo, educarlo, protegerlo y asumir un vínculo afectivo para toda la vida. Formar una familia es una manifestación de la esperanza y parte esencial del cambio cultural. 

  
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