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Drogas: Crónica de una muerte anunciada (II)

La clínica nos anuncia lo que Gabriel García Márquez decía de aquel personaje que en 1981 tenía la “muerte anunciada”. En algunos de nuestros pacientes esto parece ser así.

Consumo voraz ignorando consecuencias. Internaciones clínicas variadas y sucesivas con daños orgánicos. Terapias intensivas con riesgo de vida. Nada parece detenerlos.

Nos preguntamos si es solo porque su sistema de recompensa quedó “hipotecado” (sistema de placer) desde hace muchos con déficits cerebrales de autocontrol evidentes o hay algo más. Creo que sí.

Pero también somos fruto de una historia y encontramos en ellos duelos, abandonos, ignorancia de su origen, violaciones, incestos, etc.
O sea, traumas no procesados y stress postraumáticos evidentes. Además, estructuras de personalidad en donde la “sordera psicológica y la ceguera de los que ven” supera cualquier situación, aunque sea evidente.

No olvidar tampoco que la civilización tecnológica trajo a través de los celulares puntos de venta inusitados y contactos con “delivery” por doquier. Basta de lecturas, y menos si son clásicos importa el TikTok, o las historias de Instagram. Además, estamos en presencia de un negocio que alimenta a políticos, jueces, financistas, bancos, etc.

Eutanasias legalizadas o en muchos casos demencias por doquier (personas dañadas que quedaron con daños cognitivos que le impiden comprender y controlar impulsos).

EL HOMBRE INTERIOR

Nos podemos preguntar donde quedo el “hombre interior” que tiene una intimidad que contar como nos enseñó San Agustín. Desde S. Agustín el hombre no es solo el fruto de una naturaleza (physis) y la “polis” (ciudad) como pensaban los primeros griegos.

Es más que la máscara (prosopon) de los griegos que representaba un papel en una obra de teatro como primeramente se nombró a la persona. Una representación.

Con el estoicismo y máxime con San Agustín surge un “hombre interior” y un hombre exterior y en él una intimidad, pero esa intimidad solo surge en un “ordo amoris” o sea en un encuentro con Otro (puede ser un terapeuta) con la mediación que iba surgiendo en una relación.

Estos pacientes no pueden hacer esta inclusión salvífica. Su único objeto “amoroso-mortífero” es encontrar droga.

El joven pueblerino de García Márquez ignoraba lo que iba a ocurrir; nuestros pacientes también, pero van como el personaje en la búsqueda de la muerte anunciada.

La crónica clínica es variada ya sea desde reiteradas internaciones que sucumben y abandonan cuando tienen que enfrentarse con el secreto de sus vidas y huyen para volver cada vez más deteriorados a la misma Institución en la cual han tenido vínculos muy fructíferos, pero no lo suficientemente fuertes para dejar el consumo dependiente que los lleva al cementerio, variadas internaciones en Terapia Intensiva, infartos, accidentes cerebrovasculares y el inexorable deterioro mental.

La queja al volver mutilados por el consumo es que han perdido empresas, los hijos que ya no pueden ver, los limites judiciales, los problemas económicos. Vuelven solo como quien va a una “tintorería” en la búsqueda inexorable del anunciado final. Limpiarse un poco para luego seguir. Mientras tanto se engañan, y engañan al equipo terapéutico con una supuesta mejoría.

Muchos, después, quedan en la calle, y solo los sostiene un familiar que les paga la Obra Social pero la droga (especialmente la cocaína) no se puede dejar.

Otros cuando están por triunfar y que en los finales del tratamiento han recuperado sus negocios, su esposa, sus hijos, etc.; y ahí vuelven a caer en la “muerte inexorablemente anunciada” recordando ese hermoso trabajo de Freud “los que fracasan cuando están por triunfar”.

SUJETO Y OBJETO

Mi maestro en psiquiatría el Dr. Jorge Sauri nos hablaba de la retención del “sujeto por el objeto” formas de describir la perdida de libertad del sujeto en aras del objeto químico.

También Jacques Alain Miller hablaba del triunfo del de la “Ley del Anti-amor” (amor a la vida, así mismo, a un proyecto). Todo en aras de la retención a un objeto (químico) que en forma inclaudicable no pueden dejar aun a costa de perderlo todo, o sea: “crónica de una muerte anunciada”.

El gran maestro en psiquiatría argentino Juan Carlos Goldar hablaba de que había pacientes que habían perdido “los valores preventivos de la salud” o sea el cuidado de si y de los amores humanos que los rodean. Recuerdo que en el libro que me dedica en donde se refiere a esto me dice el Maestro: “ … a Juan que ha tomado el virtuoso camino de lo difícil”.

En los momentos previos a “a la muerte anunciada” no escuchan a nadie; no basta hablarles muchos minutos ya que la “sordera” anuncia el ineluctable final solo se iluminan con “el polvo blanco” para luego en la “resaca” sentirse indignos.

GARCIA MARQUEZ

Son hechos de la vida real que narra García Márquez que al referirse a la muerte de Santiago (personaje de la novela) nos dice que él no sabe qué va a morir, pero todos en el pueblo lo saben. Nuestros pacientes están -parecería-programados para morir. Ignoran o no pueden ver que van hacia la muerte.

El “pecado” que había cometido Santiago era haber “desvirgado” a una mujer que se iba a casar con otro. Este al enterarse decide matarlo. Muchos sabían esto menos el que va al cadalso alegremente.

La “retención por el objeto químico” en nuestros pacientes, en una verdadera esclavitud no solo se debe a la potencia química de lo que seduce limitando la función frontal del cerebro y por ende la perdida de las consecuencias de los actos y fundamentalmente de la libertad generando la apertura del cerebro “automático-simiesco” que en su perseverancia de “noches y días sin fin” de consumo llevan a la crisis que puede ser terminal y letal.

Como en Santiago de la novela de García Márquez hay algo ignorado (inconsciente) que lo acerca a la “muerte anunciada”. Además de la potencia química hay algo ignorado en el paciente -que en muchos casos- no podemos descubrir en las terapias (secretos familiares, abusos, incesto, etc).

Tratar adicciones es lograr una “intimidad emocional” con el paciente en donde este nos permita “abrir “la ventana de su novela psicológica personal y de su novela familiar (duelos, abusos, incesto, etc.) que incluye hasta tres generaciones.

LOS NARCOTICOS

La gente no solo busca medicamentos (no me refiero en este articulo a la necesidad de muchos pacientes de medicaciones psiquiátricas dadas por especialistas médicos) sino narcóticos.

En Grecia era el Narciso (Narkikos) la flor que cautiva; pero era la planta para las tumbas en los cementerios. Alude a la muerte. Cautiverio con los narcóticos que nos llevaba a la muerte.

Así vamos muriendo nosotros mismos cuando quedamos presos de ese narcisismo que nos cautiva con la droga. Vamos perdiendo nuestra Identidad. Vamos llegando así a “un perpetuo arresto en casa” en términos de Ortega y Gasset -filósofo español- o sea al “autismo toxico” cuando en realidad “nos salvamos con las cosas" como él mismo dice. De ahí el célebre dicho sobre los argentinos de Ortega: “argentinos …a las cosas…basta de mirarse al espejo”.

Surge así el vaciamiento de si con la señal de angustia como marca permanente de la devaluación humana; la droga es vendida como un “plus” de alivio de esta neurosis colectiva y la promesa de volver al Paraíso Perdido.

El narcisismo se transforma en el eje de la existencia. Este hecho es paralelo a la caída de la noción de parentesco (des-familiarización creciente) y entonces el joven queda naufragando solo en un mundo que parece no entender. La adicción, mientras tanto, asegura la manipulación y el control sociales con el silencio de los manipulados y todo esto asegura un disciplinamiento social.

La intemperie masiva va generando una multitud de “desaparecidos sin nombre”. Mientras muchos se llenan los bolsillos (dealers, compañías financieras, fuerzas de seguridad, productores de drogas, jueces, políticos, lavadores de activos, etc.) ya que son los que cobran como sepultureros.


* Director general de Gradiva - Rehabilitación en adicciones.