A unos días de celebrado el día de la mujer viene bien rellenar algunos de esos huecos que siempre quedan vacíos. Mujeres que no son nombradas y que merecerían serlo, quizás mucho más, que otras que ocupan las primeras planas en la historia relatada.
Seguramente, muchas mujeres en silencio han tenido una vida heroica y han dejado en su trayecto por la tierra un legado femenino de generosidad, abnegación y desprendimiento. Y es muy bueno que así sea.
Pero ya que la “corrección política” nos habla continuamente del empoderamiento femenino” viene muy bien recordar a dos mujeres poderosas: Hildegarda e Isabel.
HILDEGARDA
Ubiquémonos en el Sacro Imperio Romano Germánico, allá por el verano del año 1098, cuando nacía la que sería en el futuro una santa abadesa benedictina, que fue además filósofa, científica, médica, líder monacal, compositora, escritora y teóloga.
Evidentemente se destacó como lider y fue reconocida entre sus pares. El convento la eligió como Magistra. Compuso setenta y ocho obras musicales, algunas de ellas fueron las más grabadas de su época y su vigencia persistió a través de los siglos. A partir de 1979 se produjeron alrededor de treinta y cinco discos con sus canciones religiosas y su música llegó también al cine. Columba aspexit. formó parte de la banda sonora de Una mente brillante, película ganadora del Oscar en 2001.
Se cuenta entre una de las escritoras de mayor producción de su tiempo. Obras teológicas y científicas. Escribió poemas y supervisó iluminaciones. El diseño estético tampoco le era ajeno. Según la usanza de la época, los manuscritos eran ilustrados o iluminados completando el texto con la decoración de sus letras capitales, bordes y pequeños dibujos en oro y plata.
También se la reconoció por la invención de una lengua construída o lingua ignota. Un idioma parcialmente construído diseñado a partir del estudio de las lenguas naturales. Algo así como el que muchos años después creó el escritor y filólogo británico J. R. R. Tolkien y que aparece en sus historias en la Tierra Media. Bastante más desarrollado y florido que el intento fallido de la jerga de género.
La predicación de Hildegarda giró en torno a la redención, la conversión y la reforma del clero y no escatimó duras críticas a la corrupción eclesiástica y la secta de los cátaros. Su fama llegó a ser tal que, en 1150, el emperador Federico I Barbarroja la invitó a entrevistarse con él en su palacio. Incursionó en la política de su época.
Y como si todo esto fuera poco no temió hablar de la sexualidad femenina, las relaciones íntimas entre el varón y la mujer y la fisiología del orgasmo.
La profesora Azucena Fraboschi, una de sus biógrafas, citaba en “Hildegarda de Bingen. La extraordinaria vida de una mujer extraordinaria” que: “la afirmación de que es el varón quien da el sexo de la criatura, y la afirmación de la importancia de una atmósfera de amor entre el padre y la madre para la formación de un hijo o de una hija de buen carácter y actitud virtuosa, se señalan como descubrimientos científicos de épocas muy posteriores y sin embargo…” fue Hildegarda quien lo descubrió primero.
La santa de Bingen murió a los 81 años. En mayo de 2012, Benedicto XVI, la nombró Doctora de la Iglesia y reconoció su culto público y universal, aún sin haber pasado por procedimiento ordinario de canonización formal actual.
ISABEL
Isabel la Católica, esa gran reina de España que junto con su esposo unificó a los reinos de la península y cambiaron al mundo, es sin lugar a duda una de las grandes figuras de la historia universal.
Durante su reinado concluyó la reconquista de España, que había comenzado con el Rey Pelayo en Asturias en el Siglo VIII. Se llevó a cabo una de las mayores epopeyas de la humanidad: el descubrimiento y la conquista de América, dando inicio a la evangelización de todo el continente y el surgimiento del Imperio español. Reorganizó el sistema de gobierno, reformó la seguridad ciudadana y mejoró la economía, logrando reducir la deuda que había heredado.
Además, inició la reforma de la vida de la Iglesia en España, adelantándose en décadas al Concilio de Trento. El 20 de julio de 1500, prohibió la esclavitud. Esta ley fue muy importante, porque no solo la prohibió, si no que consideró a los indígenas como súbditos de la Corona como cualquier español. De esta manera se convirtió en la primera persona en preocuparse por los derechos de los indios. También ordenó que estos fueran enviados a América y que les devolvieran las tierras que antes les hubieran pertenecido.
La Fe, siempre estuvo presente en sus decisiones políticas, económicas y familiares. Era parte de su ser. Entendió que la reconquista y el descubrimiento de América eran parte de su misión evangelizadora. La idea de cristianizar las indias no sólo inspiró el inicio de la gesta, sino que la impregnó por entero, incluso en contra de las conveniencias económicas y políticas de España, a la que probablemente le hubiera resultado más fácil haber actuado como los que conquistaron el norte de América. Es “Sierva de Dios” y desde hace cincuenta años está abierta su causa de beatificación.
Dos mujeres de fe, poderosas, fieles a sus convicciones, valientes y comprometidas que merecen ser ejemplo para todas las demás.
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