CLASICA. El Ensamble Concentus BA con solistas de alto vuelo

Dispares máscaras de Don Juan

Gluck, Suite del ballet ‘Don Juan’, Wq.52 Mozart, Sinfonía Concertante para violín y viola, en mi bemol mayor, K 364, y Sinfonía N° 41, en do mayor, K 541, ‘Júpiter’. Por: Lina Tur Bonet, violín; Pablo Saraví, viola, y el Ensamble Concentus BA (direc.: Ricardo Sciammarella). El jueves 15 en el teatro Avenida.

“No hay arte que sólo se entienda a partir de la historia”, explica Paul Henry Lang, y agrega: “mostrar la música antigua de un modo bastante diverso al de nuestras experiencias, costumbres y sensibilidades, tocada con instrumentos obsoletos y poco manejables, en condiciones ya superadas por nuestras técnicas musicales, amenaza con convertirse en un asunto abstracto. El sonido es una cosa viva. Las obras de arte están vivas porque se ven con ojos nuevos en cada generación”.

Dentro de este marco, si se quiere de mirada un tanto arqueológica, el jueves, en la tercera función de un ciclo de cuatro denominado ‘Románticos y revolucionarios’, se presentó en el Avenida Concentus BA, “primera orquesta historicista argentina”, que conducida por Ricardo Sciammarella y pese a los conceptos tan terminantes del eminente musicólogo húngaro-estadounidense, consiguió plasmar una velada interesante, a favor fundamentalmente de la actuación de dos solistas de alto vuelo.

GLUCK Y MOZART

Denominado sin que haya quedado muy claro porqué ‘Las máscaras de Don Juan’, el concierto (en el que no hubo programas de mano, lo cual fue lamentable) se inició con unos pocos números del ballet homónimo de Gluck (1761, en la partitura original son cerca de treinta). Y ya desde el primer acorde se pudo comprobar que sin perjuicio de las esbeltas líneas desenvueltas por su director, el conjunto exponía una sonoridad desabrida, opaca, ancha.

Seguidamente, la bellísima Sinfonía Concertante, en realidad un doble Concierto para violín, viola y orquesta, de Mozart, fue objeto de una esmaltada versión, atravesada en sus esbeltos diálogos por exquisitos unísonos, trinos y contracantos. Pablo Saraví, esta vez en viola (afinada medio tono más alto para aproximar timbres y colores), lució alma siempre sedosa, de particular calidez, fraseo de impecable categoría, acabada cadencia y precisión en las variaciones. Al tiempo que la joven española Lina Tur Bonet, al margen de su limitado volumen, mostró melodioso y fluido deslizamiento de arco, excelente bagaje técnico y metal de hermosa homogeneidad a lo largo de su extensa tesitura. Fue remarcable asimismo en esta pieza la exacta interacción y equilibrio logradas por Sciammarella en lo que hace a todos los planos musicales.  

SINFONIA JUPITER

Tanto Tur Bonet como Saraví descollaron muy especialmente en su único bis: el Rondó de uno de los Dúos para sus instrumentos, también del autor de ‘Don Giovanni’, en cuya traducción exhibieron cualidades desde ya virtuosísticas.
En el final, la versión de la Sinfonía ‘Júpiter’ (la última de su autor) se ajustó a los lineamientos señalados. Arcos con cuerdas de tripa y sin vibrato, bronces naturales y maderas de afinación inestable, al igual que timbales de voz particularmente dura definieron las características de esta entrega, que el maestro manejó con calificadas acentuaciones y concepto estilístico.

Calificación: Bueno