Diplomacia, deporte y pulseadas internas

Para esta misma mañana, a las seis hora argentina, en el palacio del Elíseo, sede de la Presidencia francesa, estaba agendado el encuentro entre Emanuel Macron y Javier Milei. La cita se originó en  la última reunión del G7, a la que Milei concurrió como invitado. Allí Macron sugirió al argentino asistir a la ceremonia de inauguración oficial de los Juegos Olímpicos, que ocurrirá mañana. La Casa Rosada gestionó luego, a través del embajador en París, Ian Selecki, una reunión privada de los dos presidentes que el Elíseo confirmó finalmente el martes 23.

La canciller Diana Mondino no forma parte de la delegación que acompaña al Prersidente (que ayer aterrizó en la capital francesa). La delegación está integrada por Milei, su hermana y secretaria general de la Presidencia, Karina Milei, el secretario de Deportes, Daniel Scioli y el vicepresidente del Comité Olímpico Internacional (y embajador argentino en Estados Unidos), Gerardo Werthein. Naturalmente, el embajador argentino en Francia, Ian Selecki, integrará el grupo. El encuentro se produce en un instante en que algunas turbulencias interfieren en las buenas relaciones.  

Palabras poco felices

Uno de esos trastornos fue provocado tras un alboroto paradeportivo (cánticos de festejo del seleccionado de fútbol argentino  registrados como fondo en el posteo de Instagram de uno de los jugadores, fueron comprensiblemente considerados agraviantes en medios franceses). Más allá de que el propio jugador admitió el hecho y pidió disculpas, la situación se agravó y colateralmente recalentó las pugnas internas oficialistas.

El subsecretario de Deporte, Julio Garro, reclamó públicamente que el capitán del equipo argentino, Leo Messi, y el presidente de la AFA, Claudio Tapia, pidieran disculpas como representantes de la selección nacional.  La Casa Rosada, en cambio, le reclamó la renuncia a Garro por las redes: el propio Milei compartió el agresivo mensaje de un adicto que despedía al funcionario. La Oficina del Presidente informó “ningún gobierno puede decirle qué comentar, qué pensar o qué hacer a la Selección Argentina Campeona del Mundo y Bicampeona de América, ni a ningún otro ciudadano. Por esta razón, Julio Garro deja de ser Subsecretario de Deportes de la Nación”. 

Una vocera habitual del oficialismo, la diputada Lilia Lemoine, explicó indulgentemente por los medios las expresiones de los futbolistas locales ("Pensar que un argentino va a ser racional mientras está jugando al fútbol, opinando sobre fútbol, es una locura. No va a pasar") y procuró restarles cualquier contenido racista (“Por otro lado,  es cierto que la selección de Francia es íntegramente de color Es muy llamativo que un país que es occidental y blanco, actualmente tenga una selección de fútbol que más bien sería de un país africano").

La vicepresidenta, Victoria Villarruel avanzó en la misma dirección que habían sugerido tanto la decisión del Presidente como las palabras de su vocera informal y fue más allá; en un largo posteo en las redes trató a Francia de país colonialista: "Ningún país colonialista nos va a amedrentar por una canción de cancha ni por decir las verdades que no se quieren admitir. Basta de simular indignación, hipócritas.”

Las críticas a la selección no habían sido expresadas, en rigor, por el estado francés, sino por su máxima entidad futbolística, razón por la cual tanto la comunicación de la Oficina del Presidente como la rotunda diatriba nacionalista de la vice lucieron desmedidas.

Jugando a las visitas

Aunque la embajada francesa no  pareció darse por enterada, la secretaria general de la Presidencia, Karina Milei, consideró indispensable visitar a su titular, el embajador Romain Nadal, para transmitirle disculpas por el juicio emitido por Villarruel, opiniones “que el gobierno no comparte”.

Paradójicamente, el pedido de perdón que Garro había solicitado a Messi y a Tapia y terminó costándole el puesto, terminó formulándolo la poderosa hermana presidencial y no por los cantitos de vestuario, sino por declaraciones “poco felices” por las que solo fue responsabilizada la vice. «No se puede, por una cuestión deportiva, generar un quilombo institucional en términos diplomáticos – dijo el Presidente a un canal de streaming-. Pero ya está, lo arregló Kari». La reunión con Macron aparecía como una de las pruebas que ese arreglo debía superar.

El papirotazo sufrido por la vice solo indirectamente tenía que ver con el hecho de que el Presidente tenía compromisos en París. No parecían tener por sí mismas entidad suficiente para influir sobre este encuentro. Es más plausible considerar que Karina Milei aprovechó la oportunidad para reprender y desgastar a la vicepresidenta, una actora política con agenda propia, que cuenta con un respaldo de opinión pública que suele superar al del presidente y a quien el público libertario sigue respetando como una figura de liderazgo. Ese crédito público de Villarruel es probablemente considerado una amenaza potencial por el entorno presidencial. A ella no se la puede apartar a través del tweet de algún troll adicto, como se hizo con Garro o, días antes, con Fernando Vilella, el secretario de Bioeconomía, ni se les puede echar flit acusándolos de “traición”, como hizo Milei con dos miembros de su Consejo de Asesores, el economista Fausto Spotorno y el empresario textil Teddy Karagozian. El círculo estrecho de Milei reestructura los equipos de gobierno en busca de disciplina y subordinación plena. La vice, que no está a tiro de decreto –fue electa con los mismos votos del Presidente- no encaja en ese esquema.

Pero el episodio parafutbolístico no aparecía como la única sombra en la relación con Francia. No es un secreto para nadie –y, como es obvio, tampoco para el gobierno de Macron- que Milei cultiva el relacionamiento más estrecho con las fuerzas de la llamada derecha identitaria europea, cuya expresión francesa es el partido Rassemblement National, liderado por Marine Le Pen, para evitar cuyo triunfo el presidente francés convocó a todas las fuerzas políticas a producir un “cordón sanitario”. Esos antecedentes son, si bien se mira, más significativos que el anticolonialismo paradeportivo de laas declaraciones emanadas del oficialismo argentino.

También parecen tener más volumen como obstáculo otros hechos y declaraciones generados desde las filas libertarias que responden a Javier Milei. Por ejemplo, la visita formal de un grupo de diputados oficialistas a detenidos por graves transgresiones a los derechos humanos que se encuentran alojados en la cárcel de Ezeiza. Uno de los visitados fue Alfredo Astiz, condenado a cadena perpetua por el secuestro, tortura y desaparición de dos monjas francesas, Alice Domon y Léonie Duquet, así como de otras personas. El estado francés, a través de distintos gobiernos, de diferentes ideologías, ha sostenido durante décadas la reivindicación de justicia para el caso de “las monjas francesas” y seguramente el embajador francés en Buenos Aires ha informado a su cancillería sobre las visitas y sobre las opiniones de su organizador, el diputado libertario entrerriano Benedict Beltrán, que ha declarado que el juicio a Astiz y  "los fallos violan las leyes y los tratados" y  que "las Fuerzas Armadas vencieron al terrorismo marxista por las armas y el Presidente (Javier Milei) combate en la política a esta ideología. ¿Cuál es su última guarida? El Poder Judicial, y los vamos a combatir denunciando públicamente a los jueces que armaron y fallaron a favor de esta farsa en el Consejo de la Magistratura".

Razonablemente, el Presidente tomó distancia de los diputados que visitaron a estos presos. Su secretario de Prensa, Eduardo Serenellini, insistió en que “el gobierno nacional no tiene nada que ver con la visita de legisladores cercanos a la vicepresidenta Victoria Villarruel”, absolviendo a Milei y haciendo su aporte en la cinchada con la vice.

Tal vez ninguna de estas nubes perturbe el buen diálogo con Macron al que Milei  aspira, centrado en la perspectiva económica y en el aliento a la inversión francesa. El Macron es un político que sabe colocar los intereses de su país por encima de los detalles y las preferencias ideológicas.

Rechiflas y expectativas

Después de asistir a la inauguración de unos Juegos Olímpicos en los que el público francés parece haber elegido como rival a los representantes argentinos –silbados o abucheados en distintas presentaciones-, Milei volverá a Buenos Aires para participar de la inauguración de la exposición rural, el domingo 28, donde hablará.  El ministro Luis Caputo ya adelantó que no incluirá ningún anuncio sobre retenciones. . Los productores se conformarían con que se anticipara con fecha fija una reducción gradual del gravamen, sin embargo el gobierno posterga esa buena noticia porque sabe que seguirá necesitando imperiosamente esos recursos, especialmente tomando en cuenta el compromiso de reducir el impuesto PAIS en septiembre.

El campo mantiene un tercio de la cosecha gruesa en silobolsas y espera el momento adecuada para vender. Los dólares agrarios tardan en llegar. La brecha entre dólares libres y cotización legal “se normalizará”, prometió el ministro, pero apenas se nota. Las reservas siguen negativas.

Caputo busca ablandar al FMI para avanzar en un acuerdo renovado que implique un aporte que permita terminar con el cepo, como le reclaman los mercados. Pero por ahora el Fondo reparte elogios y sonrisas,  diagnostica una caída mayor del PBI que la que había previsto (3,5  por ciento en lugar de 2,8 por ciento) mientras respalda a Rodrigo Valdés, encargado del Hemisferio Occidental (y al mando de la relación con Argentinaa quien el presidente Milei ha acusado de ser “cómplice”  de “las bombas que dejaron plantadas” durante el gobierno anterior para que le exploten a él.

Seguramente Milei confía en que, más temprano que tarde, alguna creciente  influencia del  gobierno de Estados Unidos (él piensa desde ya en Donald  Trump) lo liberará de esas reticencias.