Un libro de cuentos ambientados en una atmósfera preapocalíptica, que trata sobre el valor de la amistad para sostenerse mutuamente en la fe en el fin de los tiempos, acaba de ser publicado por cinco autores argentinos que debutan así en la escritura, confiados en que la ficción permita hacer visible para otros “el mundo invisible”.
El Pinta y sus amigos. Cuentos trascendentales (Alfa Ediciones, 406 páginas) reúne una treintena de relatos y algunos poemas escritos por Marcos Díaz Metz, Leandro Blasquez, Leonardo Regensburger, Ariel Villarreal y Adrián Bet, todos ellos de entre 42 y 59 años, y con diversas profesiones (tres abogados, un docente y un ingeniero informático).
Su incursión en el terreno literario la atribuyen, entre otros, al padre Leonardo Castellani y el profesor de literatura y pensador estadounidense Anthony Esolen, quienes los convencieron de la importancia de la “batalla por la imaginación” en la guerra cultural, según confiesan.
Regensburger cuenta en diálogo con La Prensa que la inspiración más inmediata de las historias fue la lectura del libro Las Hojas de la Higuera, de Javier Anzóategui, quien es autor del prólogo. Aunque hay otras influencias también, mencionadas en la dedicatoria del libro, como Lewis, Newman, Chesterton, Castellani, Benson o Meinvielle.
Los propios autores son los que definen la atmósfera que envuelve a las historias como aquella en la que ya se intuye la segunda venida de Nuestro Señor Jesucristo. Ese clima viene sugerido, según dicen, por “los acontecimientos que suceden en la patria y en el mundo, sobre todo después de la ‘Gran Mentira’”.
“Siempre es bueno ver los acontecimientos históricos a la luz del Evangelio”, aseguran, y en ese sentido para ellos es evidente que hay “una aceleración del mal” que corre de la mano de “un enfriamiento de la caridad”, lo que los hace pensar en esa Segunda Venida de Cristo. El padre Castellani ya decía que la enfermedad del hombre moderno es pensar que Cristo no vuelve, o no pensar que vuelve, advierten.
Por todo esto es que uno de los personajes propone como lema de vida “Resistir en la amistad”, según apuntan.
“El objetivo del Pinta y sus amigos es propagar la Santa Bohemia por todos los rincones de Las Provincias Unidas del Sur, como hábitats de fe, oasis de sentido, donde se puedan poner los pensamientos y deseos en común”, dicen.
“Pero no se proponen una reconquista de lo temporal, porque creemos que, salvo un milagro, no sería posible en las actuales circunstancias; ni tampoco se postula el abandono de la ciudad”, explican.
“Se trata de reunirse con amigos a conversar de los grandes temas (teología, poesía, filosofía, política, literatura), en torno a unas buenas bebidas, comida, tabaco y, si cabe, guitarreada, para consolidar los vínculos, alentar la Esperanza y resistir los embates del enemigo con más fortaleza”, añaden.
La amistad es vista por los autores como “un sacramental”, siempre que se dé “en la Verdad, es decir, en Cristo”. De ahí la importancia que le atribuyen. “A Cristo le gusta habitar entre los amigos”, argumentan. De hecho, recuerdan que “Nuestro Señor mandaba a sus apóstoles a predicar de dos en dos y prometió que, donde dos o más se juntasen en Su Nombre, El estaría en medio de ellos”.
Esa clase de amistad es la que intentan cultivar los propios autores, según confiesa Regensburger. Y eso, pese pese a la distancia geográfica que los separa, porque Blázquez y Villarreal viven en Santa Fé, Díaz Metz en Rosario, Bet en Buenos Aires y él en Caleta Olivia, Santa Cruz. Sin embargo, subraya que hay entre todos ellos “una comunión de intereses, de espíritu, que asombra”, y que los medios digitales ayudan a mantener el contacto.
También confía que ese intercambio es muy necesario para quienes, como él, están alejados y en la Patagonia, una tierra más inhóspita que otras para la fe. Algo de esto, según anticipa, se refleja en el cuento que él escribió.
El Pinta y sus amigos será presentado el jueves y viernes próximo en las Jornadas de Formación Católica del Litoral, en Paraná, Entre Ríos.