ENTREVISTA A VIVIANA RIVERO SOBRE ‘LOS SOLES DE SANTIAGO’

Del pasado a un futuro distópico

La nueva novela de la escritora cordobesa combina una trama histórica con ambientación futurista y trasfondo pandémico. Variantes en una fórmula bendecida por el éxito.

Viviana Rivero no les teme a los desafíos. Ya en su vida anterior, como asesora legal y abogada litigante en su Córdoba natal, sabía hacerse lugar en un mundo machista que veía como esa mujer de sonrisa perfecta, iba ganando uno a uno sus casos y se volvía el temor de cualquier querellante. Y tampoco siente presión hoy, muchos años después, siendo una de las escritoras más importantes de la nueva ola de la novela histórica argentina.

Tras su último libro Apia de Roma que causó sensación en la Feria del Libro 2023 firmando autógrafos cual Beatle en los años ‘60, llega Los soles de Santiago (Planeta, 568 páginas) con el que ofrece una novedad, un relato futurista en paralelo a su clásica investigación histórica. Aquí la autora entrelaza dos momentos puntuales de la historia, uno anclado en el año 31 a.C. y otro en el 2055 luego de varias pandemias que dejaron al planeta sin adultos mayores, dentro de un escenario que se divide entre la población oficial y la subversiva.

Actualmente, Rivero divide sus días entre Argentina y España. Su vida itinerante tiene varias explicaciones, dos hijos viviendo en el exterior, un marido músico que triangula su profesión entre varios continentes y ella misma que desde hace años a su recorrido de promoción le agregó España, Italia, México y toda Sudamérica. Su agenda es más que apretada.

EL CAMINO

Mientras se dispone a hablar con este diario en un lujoso hotel del microcentro porteño, su agente de prensa le cuenta que después tienen una entrevista en una importante radio y que al día siguiente ya parte hacia Uruguay donde la esperan los medios montevideanos para saber más sobre estos soles que asoman en la bella e histórica ciudad de Santiago de Compostela.

“La idea de hacer el Camino de Santiago surgió porque me juntaba en España con mi hija que vive en Australia. Como yo vivo parte del año en Madrid y tenía ganas de hacerlo hace años, se lo propuse y aceptó. Pero nunca con el objetivo de escribir sobre ello, sino por el desafío de hacerlo. Si bien no lo comenzamos en Francia que es el punto de inicio, lo comenzamos desde España. Fueron 15 días caminando entre 11 y 24 kilómetros diarios”.

—¿Mientras caminaba iba imaginando la historia de ‘Los soles de Santiago’?

—No, me dispuse a disfrutar. No tenía mi cabeza puesta en modo escritora. Quería vivirlo a pleno sin pensar en nada. Lo que sí me sorprendió fue entender que gran parte de la historia de Europa sigue allí, en caminos, puentes, murallas, ríos. Son muchos días de caminar, donde lo urgente lo dejaste en tu casa, no estás quieto, pero tampoco vas con prisa porque si no, no llegás. Vas a un ritmo justo que te permite pensar en lo importante. Te viene a la cabeza tu vida y empezás a ponerle el valor justo a las cosas. Es un gran momento personal. Son 15 días al aire libre, con lluvia, sol, calor, humedad y solo un techo por las noches solo para dormir.

—¿Cómo surgió esta unión de historias entre Eme y Cazue?

—Los procesos creativos de cada libro son raros porque se unen todas las vivencias de uno. Para Los soles de Santiago se ve que metí todo en una licuadora y salió esta historia entre el pasado y el futuro. Todo lo que es futuro es lo que a mí me interpela como persona. Si bien no estaba en mis planes escribir sobre el año 2055, la idea me fue llevado sola. Por otra parte, no quería dejar la novela histórica porque es lo que me apasiona y lo que mis lectores piden, pero me inquietaba esa semilla que se había instalado en mi cabeza y la dejé germinar. —La investigación histórica la debe tener aceitada pero ¿cómo llevó la creación del futuro?

—El futuro que describo es un poco el proceso que viene pasando en la actualidad. Los grandes dueños de las empresas alimenticias que te enferman con sus productos son los mismos de las empresas farmacológicas que te curan. Al día de hoy si me preguntan si me pondría un chip en el cuerpo por cuestiones tecnológicas te diría que no, pero si en unos años me da seguridad y me evita ciertas cuestiones, tal vez diga que sí, a sabiendas de que quizás pierda la individualidad que es lo más preciado que un ser humano tiene en esta vida. Esas fueron las reflexiones durante el proceso creativo. Imaginar un mundo así, con una mujer como Eme, que lucha en soledad por sobrevivir a una realidad adversa.

MERCADO PROPIO

Con 14 libros editados, Viviana Rivero se convirtió en los últimos años en una de las autoras más vendedoras de la novela histórica argentina. Sus presentaciones son multitudinarias y sus publicaciones son seguidas de reojo por la industria cinematográfica para filmar relatos probados con su sello de calidad como garantía. Lo que al principio era una escritura amena para despertar el interés de los amigos y de quien quisiera leer a una autora entusiasta, hoy es un mercado necesitado de su literatura para reactivar una industria que tiene sus altibajos. Sobre el nivel de presión que maneja, la autora se muestra relajada y confiada.

“Mi escritura sigue igual a como empecé, sin expectativa de best-seller. No podría modificarla en pos de vender más o de abarcar nuevos públicos. Tampoco sabría cómo. Me duraría una o dos páginas y después volvería a mi tono habitual. Yo escribo como siempre y que las traductoras lo vuelquen a su idioma como mejor quede. Sí agradezco a Dios y a la vida que mi forma de escribir guste e interese”.

—¿Qué cambió de aquella abogada que escribía a esta autora de relieve internacional?

—Casi todo. Antes trabajaba de abogada y mechaba con la escritura pero desde hace años me divido en el trabajo que me lleva escribir el libro y el tiempo de promoción. Son dos formas muy distintas pero que se retroalimentan. Cuando escribo, primero es todo el proceso de investigación y luego son diez horas por día frente a la computadora escribiendo, editando, leyendo y releyendo. Y cuando promociono el libro, todo está dedicado a los viajes, a las charlas, a la firma de ejemplares. En el último tiempo se sumaron países como Chile, México y Colombia. A los lectores hay que darles tiempo porque ellos invierten mucho tiempo en mis libros. No puedo menos que ponerme a charlar con ellos y agradecerles. Además las historias personales son muy emocionantes.

FACTOR SORPRESA

—¿Cómo encara un nuevo proyecto? Debe tener un piso del cual no puede bajar...

—No me siento presionada por escribir éxitos, en lo que sí pongo atención es en no repetirme. Primero porque soy una escritora que acompaña a sus lectores desde hace 14 libros. El lector se da cuenta cuando un autor pone piloto automático o si repite fórmulas. Tampoco lo haría por mí. Me aburriría escribir más de lo mismo. Por eso a lo largo de mis libros, he abordado temáticas diferentes como la Revolución cubana, la Guerra Civil Española, la guerra en Siria, ahora el Camino de Santiago. Y cuando comienzo una historia, pocas veces sé cómo terminará. Ese factor sorpresa me interesa en principio a mí y después calculo que a mis lectores. Le temo a la previsibilidad de mis textos entonces actúo en consecuencia para que nada se vuelva obvio. Es como un juego de cartas, como me conocen mucho, entonces yo tengo que sorprender siempre para ganarles y esa adrenalina también me motiva a mí a volar cada vez más alto.

—¿Tiene el síndrome del autor ausente en reuniones familiares?

—Casi siempre que necesito resolver escenas me vuelvo para dentro. Mi marido ya me conoce y sabe que cuanto más callada estoy en la casa, más adentro de mi historia estoy. A veces cuando ceno con él o con la familia les pido que hablen ellos porque yo no tengo nada de qué hablar más que del libro. Y como sé que aburro, que me hablen ellos. También pasa que hay cumpleaños a los no puedo faltar y voy rara. Sé que estoy pero no estoy. A veces la salida sale bien, vuelvo renovada y me alegro de haber ido, otras veces me pregunto: “¿Para qué fui?”.

—¿El lado B de Viviana Rivero?

—Escribo descalza y en invierno con medias. Después aunque parezca extraño, cuanto más escribo, más entrenada necesito estar. Salgo a correr, hago gimnasia. Como cierta clase de comida para no sentirme pesada. Si sé que voy a escribir después de almorzar, no me voy a hacer un plato de ravioles, sino un huevo y un tomate, para tener claridad física y mental. Y cuanto más adentro de mi libro estoy, más necesito la ayuda de mi marido y de mis hijos cuando están en casa para que hagan las compras, la cena, que elijan el menú.

—¿A ojos de hoy, cuál de las dos profesiones es más Viviana Rivero?

—Visualizo a las dos pero me quedo toda la vida con la Viviana escritora. Sin olvidarme que la escritora existe gracias a la abogada. Lo que pasó fue que pensé que mi profesión de escritora sería mucho más tranquila pero no, es mucho más intensa. Después entendí que yo era la intensa y apasionada, no la profesión.

—Al terminar un libro, ¿por cuánto tiempo vuelve al eje?

—El día después de entregar el libro siempre me digo: “A partir de ahora lo voy a tomar de otra forma, no puedo vivir así tanto tiempo, voy a cambiar esto, lo otro”. Pero lo cierto es que cuando vuelvo a empezar un libro vuelvo a hacer lo mismo de siempre, a sufrir, a meterme para adentro, a viajar muy en el tiempo, a investigar hasta el mínimo detalle. Me prometo mil cosas que nunca cumplo.