Déjà Vu

Esto ya lo vivimos. La frase o el pensamiento se repite en esta Argentina borgeana donde el tiempo es circular y las experiencias vuelven a suceder, una y otra vez. Planes de estabilización, el problema inflacionario, la escasez de dólares, la eterna espera por inversión extranjera, la fuga de capitales, las corridas cambiarias, los viajes apresurados para golpearle las puertas al Fondo Monetario Internacional, la pobreza, la marginalidad, el mundo que se vuelve adverso.

Luego de semanas de inestabilidad en los mercados y zozobra por la escalada del precio del dólar paralelo, llegó cierta calma, como cuando tras el azote del vendaval el viento rota al norte y se convierte en una brisa suave, reparadora. Poco duró la experiencia. Los aranceles al comercio exterior impuestos por la gestión Trump a lo largo y ancho de todo el planeta terminaron por sacudir nuevamente el avispero.

Hoy en la Argentina, o al menos en el proyecto que el Gobierno tiene de llegar lo mejor parado posible a las elecciones legislativas de octubre, todo depende del acuerdo que se firme con el Fondo Monetario. Esto, más algunas transferencias que ejecutarían otros organismos internacionales como el Banco Mundial, ayudarían a reforzar las reservas del Banco Central, que hace rato ya oscilan en torno a los u$s 25.000 millones. El arca tiene apenas chirolas.

De allí que el presidente Javier Milei y el ministro de Economía, Luis Caputo, armaran las valijas de prisa y partieran rumbo a los Estados Unidos para darle el toque final al acuerdo que involucra un monto cercano a los u$s 20.000 millones. Cuánto de esa cifra llegará finalmente, cuántas divisas se desembolsarán todas juntas y en un solo tramo, es una verdadera incertidumbre.

El Gobierno hizo lo imposible por detener el sacudón cambiario, frenar la corrida contra los billetes verdes. Es una verdad conocida que el Fondo es renuente a rubricar pactos en medio de un tembladeral en los mercados, si bien la letra gruesa del documento parece que está acordada desde hace mucho tiempo.

A Milei sus viejos amigos economistas lo corren por derecha. Coinciden muchos especialistas en que el esquema de estabilización ensayado por La Libertad Avanza desde la asunción presidencial está agotado. Dicen que los agentes económicos –léase los grandes capitales y no el vecino que compra en el almacén- olfatean que el programa languidece y entonces corren a cubrirse mediante la compra de divisas. Y en su accionar defensivo terminan por azuzar la corrida y generar malestar e incertidumbre.

Los economistas del ala izquierda cuestionan al Gobierno aún desde antes de la asunción. La novedad ahora es que los hombres y mujeres del mismo palo le exigen a la administración Milei pisar el acelerador, avanzar en las reformas. Hay quienes, además, le reclaman que el ajuste histórico que ha ensayado el Ejecutivo sobre el gasto público no es suficiente, como tampoco lo es la apertura de la economía.

Si, como dicen los expertos, el ciclo del actual plan de estabilización está acabado –vale la pena leer la entrevista a Mariano Fernández, nota de tapa del suplemento- habría que barajar y dar de nuevo. En la hoja de ruta, en el futuro cercano, consideran que pronto aparecerá un rebrote inflacionario y que la actividad económica se estancará o caerá nuevamente en recesión.

Una señal de que el proceso de desinflación pudo haber tocado su piso la dieron esta semana algunas consultoras privadas que adelantaron el dato del Indice de Precios al Consumidor del mes de marzo. El relevamiento realizado por CyT Asesores Económicos, bajo la dirección de Camilo Tiscornia, anuncia que en el tercer mes la inflación fue del 2,7%, por encima del 2,4% de febrero. “Hubo una aceleración importante en Alimentos y Bebidas (5,4%), con frutas y verduras cumpliendo un rol clave por las fuertes lluvias del mes”, dice el documento.

Los datos de la Fundación Libertad y Progreso marcan que la inflación de marzo habría sido igual a la de febrero, es decir 2,4%, acumulando 7,2% en el año, y 53,9% en términos interanuales.

“Es probable que la tensión en el mercado cambiario deje alguna secuela en el proceso de desinflación, demorando algo más de lo previsto la desaceleración que anticipábamos. Más allá de estas cuestiones coyunturales, los fundamentos económicos son sólidos para pensar que la inflación seguirá cayendo a lo largo del año”, destacó Lautaro Moschet, economista de la Fundación Libertad y Progreso.

El Gobierno, mientras tanto, aguarda los dólares del FMI que le permitan mantener a flote el actual plan de estabilización. Caso contrario, debería emparcharlo o bien diseñar uno nuevo, devaluación mediante. Pero aquí el impacto del salto del tipo de cambio sobre los precios sería inevitable y entonces La Libertad Avanza llegaría más magullada que entera a las elecciones legislativas. Y eso es algo que no les puede pasar.

GUERRA COMERCIAL

A veces los imponderables también juegan su partido. Les ha ocurrido a todos los gobiernos argentinos. Muchas veces al programa económico lo desestabilizó algún evento de carácter internacional, como puede ser el desplome de los precios de los granos. Otros, en cambio, se vieron favorecidos por estas circunstancias. A Javier Milei le ha tocado gobernar en un mundo de desatada guerra comercial.

Flaco favor le ha hecho al presidente libertario su amigo Donald Trump, que el miércoles lanzó el Día de la Liberación, una batería de aranceles a las importaciones como herramienta para negociar posiciones y disciplinar a aquellos que atentan contra los intereses norteamericanos. A la Argentina le tocó un módico 10%, pero el guarismo es lo de menos. El tema central es el clima enrarecido con el que habrá que convivir durante mucho tiempo.

Nadie puede saber por estas horas cuál será el efecto de las medidas de Trump sobre la economía real. Por lo pronto, el jueves los mercados se desplomaron como una señal de que poco y nada les ha agrado la política comercial del republicano. El objetivo, aseguran, es potenciar la recuperación de la producción nacional y la generación de empleo fabril, además de obtener recursos impositivos para tapar el agujero fiscal.

El lado B de este neoproteccionismo podría ser el encarecimiento de los insumos para la producción, que terminaría por hacer subir los precios y reavivar el proceso inflacionario estadounidense. Además, en las cadenas globales de valor donde se insertan sectores como el automotriz, la fabricación de un vehículo no es más que la unión de diversas autopartes construidas y distintos puntos del globo. ¿Cuánto se incrementarán los costos, aranceles mediante?

Las medidas impulsadas por Donald Trump, restringiendo el comercio exterior, se dan de bruces con el ideal libertario que acuna Milei, un mercado de fronteras abiertas donde fluye el capital sin obstáculo alguno o con escasas trabas. El escenario es ahora por completo otro. Sólo el tiempo nos dirá las consecuencias concretas de este puñado de medidas. Cada uno tiene su mirada al respecto.

El politólogo Julio Burdman aseguró en su cuenta de la red social X: “La decisión de Trump de aplicar los aranceles mínimos a Argentina confirma que él no es proteccionista, sino que hace geopolítica con su política comercial. Elige a qué países imponer aranceles con un criterio que es pro-comercio: los sube precisamente a los proteccionistas”.

BUENOS DATOS

En medio de todo esto en la semana el Indec dio a conocer los datos oficiales de Pobreza e Indigencia. En el segundo semestre de 2024 el flagelo cayó del 52,9% al 38,1%, principalmente impulsado a la baja por la merma de la inflación, ese impuesto que pagamos todos pero que le duele más a los que menos tienen. La pregunta es si la parábola descendente es parte de un proceso sustentable o si la curva puede revertirse de un día para otro.

El economista Leonardo Tornarolli aseguró que "la pobreza sigue siendo un problema enorme y necesitamos una situación mucho más sostenible en el tiempo". Y agregó que la base de comparación es engañosa porque el 52,9% es un guarismo demasiado alto, aún para la Argentina.

En el resbaloso terreno social argentino, y en el del empleo en particular, la situación es bien diversa. Los trabajadores registrados han sacado la cabeza y un poco más por encima del agua.

De acuerdo a un informe de la consultora PwC Argentina, las empresas argentinas aplicaron un ajuste salarial promedio de 8,93% en el primer trimestre de 2025, por encima de la inflación proyectada del 7,27%, consolidando la recuperación del salario real.

Las proyecciones para 2025 muestran una tendencia a la baja tanto en inflación (32%) como en ajustes salariales (31%), acompañadas por una moderación en la frecuencia de los incrementos. El 80% de las compañías ya pagó o está pagando bonos por resultados 2024, mientras que el 29% prevé aumentar su dotación de personal este año, en un contexto de mayor estabilidad económica.

Los trabajadores del segmento informal, en cambio, dan una lucha singular y despareja. En la trinchera del cuentapropismo ocurre otro tanto. En este abril malvinero vale forzar el paralelismo: están mojados, maltrechos y esperando que algo los salve de un final que vislumbran desgarrador.