El columnista invitado

Debemos copiar el modelo de Chile para evitar la sobrevaluación del peso

Es inconcebible que un gobierno liberal impida que se proteja el poder adquisitivo de la ciudadanía.


La Argentina concluyo su vida republicana el 4 de junio de 1943 cuando un golpe de Estado instalo una dictadura fascista que duro 12 años. A partir de aquel día, se terminó la democracia y por ende la exitosa vida económica, cuya base es, fue y será, la del respeto por la Constitución, la división de los poderes, el federalismo, la probidad de los dirigentes y su idoneidad, la educación y la libertad de prensa.

En aquellos doce años de dictadura nació la crisis cambiaria argentina que consistía en que el tipo de cambio, o sea el valor del peso, fue sobrevaluado artificialmente o sea que la moneda extranjera, en este caso el dólar, estuvo -y esta- muy barato. Este hecho se prolongó en buena parte de los años transcurridos hasta la fecha. Durante este periodo la sobrevaluación desalentó a las exportaciones y, desde luego, estimulo la inflación.

Debido a la reducción gradual de las exportaciones ocurrieron resultaron dos cosas:

1) Disminuyeron los ingresos en dólares al país.

2) La baja en las exportaciones desalentó la producción nacional, por lo que el PBI por habitante fue y es inferior al que debería ser.

La sobrevaluación cambiaria desalienta la exportación porque el productor nacional recibe menos pesos que los que debería recibir por cada dólar que valga aquello que exporta.

CRAWLING PEG

En la realidad argentina de hoy nuestro Gobierno fijo el precio de cada dólar en 800 pesos en diciembre de 2023, precio que debía incrementarse con el 2% mensual. Este porcentaje no tiene basamento alguno. El precio de la moneda, que es el precio más importante de la economía de cualquier país, quedo en manos del Gobierno y no del mercado.

Esta actitud contrasta con lo ocurrido respecto del índice de precios que se calcula por las operaciones concretamente efectuadas por los habitantes de este suelo que integran un cuidadoso examen científico de los precios de las operaciones realizadas, lo que es la única verdad. A diciembre de 2024 los $800 por dólar se transformaron en aproximadamente $1.830, si tenemos en cuenta el índice de precios al consumidor al 30 de noviembre pasado.

Quiere decir que cuando el Estado entrega pesos en cambio de los dólares que vale la mercadería exportada, quien era su dueño recibe, atento el precio fijado por el incremento del 2% mensual, el 58.03% de lo que recibiría si se le pagara el precio sustentado en el índice de precios al consumidor establecido por lo que dice el mercado.

La disminución de las exportaciones inevitablemente mengua la ocupación de trabajadores lo que daña el número de esos factores de la producción y disminuye todos los valores que genera en la riqueza nacional.

Si, en cambio, aumentáramos las exportaciones, podríamos acudir en auxilio de aquellos que no tienen forma de superar su impiadosa pobreza.
La sobrevaluación cambiaria desalienta la inversión nacional y extranjera y subsidia al turismo fuera de nuestra fronteras y torna carísima la vida aquí de los extranjeros, como también perjudica gravemente a los productores nacionales del campo, la industria, el comercio y a quienes se ocupan del turismo de nacionales y extranjeros.

EJEMPLO DE CHILE

Desde varios siglos atrás, el pensamiento económico ha buscado que la moneda quedara inmune a las circunstancias del mercado y su poder adquisitivo fuera el mismo a lo largo del tiempo. La moneda es un gran invento que tiene tres elementos esenciales: Debe darle un precio a las cosas que sea conocido, que sean fácilmente comercializables y debe brindar a sus dueños la posibilidad de mantener, gracias a ellas, el valor de lo que ahorre. Esta tercera exigencia, la moneda argentina no la cumple: el mero transcurso del tiempo desvanece su valor.

“La moneda chilena se basa en el índice de precios al consumidor. Se sustenta en la realidad”.

En 1886/7 un profesor ingles de notable envergadura, Alfred Marshall, sostuvo que la moneda debía tener una referencia adicional que fuera la expresión de la realidad. O sea que el tiempo no pudiera cambiar nada respecto de lo que se entregó como moneda, en lo que concierne a su poder adquisitivo al momento en que el deudor deba pagarla y el acreedor recibirla. Ese acto debería hacerse utilizando lo que llamo unidad. Este era sencillamente un patrón de unidad del poder adquisitivo de la moneda que debería estar a cargo de un organismo del Estado de manera que el momento del pago, el acreedor obtenga, el mismo valor en poder adquisitivo que entrego. Su propiedad quedaba de esa manera guarnecida.

La idea genial de Marshall fue olvidada hasta que en Chile decidieron ponerla en práctica en 1967, o sea 80 años más tarde. Siete años luego, en 1974, se la completo como está ahora, con un éxito impresionante, sencillamente porque la moneda chilena se basa en el índice de precios al consumidor. Se sustenta en la realidad. Nosotros en la ficción, como hemos visto.

El ingreso per cápita en Chile es incomparablemente superior al nuestro, sus deudas externas mucho menores, la inflación es del 3% anual, entre 1974 y 2009, tuvieron en el periodo 1974/2009 el mejor crecimiento per cápita de América Latina, y pueden financiar grandes inversiones de infraestructura, etc.

En la Argentina este sistema superior a todo lo que se ha ensayado aquí, no se puede utilizar porque la indexación está prohibida por la ley 23.928, pese a que esta ley protege a la propiedad privada. Es inconcebible que un gobierno sedicentemente liberal impida que se proteja el poder adquisitivo de la gente.

En nuestro país el modelo chileno que estamos examinando tiene magníficos partidarios y obras que vamos a mencionar:

1) La Moneda Virtual, 2016, de la cual se ha obtenido buena parte de este trabajo y cuyos autores son: Guillermo Laura, lamentablemente fallecido, y Ergasto Riva.

2) Economía Política, 2024, Eduardo R.Conesa, Luis A. Rey y Gustavo R. Zunino y Economía Política Argentina, 2022 de Eduardo R.Conesa y Gustavo Zunino.

El suscripto en 2013 trató el tema en un reportaje televisado invitado por la periodista Elena Valero Narvaez y posteriormente fueron publicados artículos sobre la necesidad de modificar la moneda en Facebook y en Youtube.

CONCLUSION

El precio de la moneda nacional no puede ser sobrevaluado. No puede obstaculizarse la posibilidad de exportar. Debe obtenerse el ingreso de los dólares que desesperadamente necesitamos para terminar con el cepo y aumentar la producción nacional y crear fuentes de trabajo. También necesitamos fondos para terminar con la angustia de esa gente que apenas come y no tiene con que adquirir los remedios exigidos para prolongar su vida.

La Argentina requiere tener una moneda sana, que estimule la inversión, el ahorro, el comercio nacional e internacional y el turismo. El invento de Chile lo debimos copiar muchos años atrás pero nada se hizo. Si seguimos con el tipo de cambio sobrevaluado, nuestra Patria y sus habitantes corren un riesgo mortal.