Cirugía de la obesidad: persisten los obstáculos para acceder al tratamiento
Menos del 0,5% de las personas que padecen obesidad mórbida (obesidad grado III) en la Argentina logra acceder a la cirugía bariátrico-metabólica pese a que en la actualidad es considerado el tratamiento más efectivo a largo plazo para esta enfermedad crónica, que reduce la calidad y la expectativa de vida, al predisponer el desarrollo de enfermedades asociadas, potencialmente graves. Se trata de una estimación elaborada por la Sociedad Argentina de Cirugía de la Obesidad (SACO) en base a la cantidad de pacientes afectados por obesidad severa en el país, según cifras oficiales del Ministerio de Salud de la Nación y la cantidad de cirugías bariátrico-metabólicas que se realizan por año (entre 10.000 y 12.000).
“La cantidad de amparos que hay es significativa. En general, fallan a favor del paciente”, aseguró el doctor Felipe Eduardo Fiolo, director ejecutivo y coordinador del Comité de Asuntos Legales y Laborales de la SACO. “Al paciente lo avala la indicación médica y la Justicia -con la información que recibe del cuerpo médico- seguramente va a fallar a favor. Los pacientes tienen derecho a la atención. Deben apoyarse en sus equipos tratantes y reclamar ante la negativa por la vía que corresponda, siempre asesorados por sus médicos, que son quienes respaldarán la indicación y eventualmente tendrán que hacer alguna presentación a requerimiento del juzgado”, detalló el médico cirujano especialista en cirugía bariátrico-metabólica.
Según puntualizó Fiolo, alrededor de un 5% de la población (aproximadamente 2.300.000 personas) padece obesidad mórbida, pero los equipos especializados en cirugía bariátrico-metabólica del país operan tan solo entre 10.000 y 12.000 pacientes por año. “Y si consideramos los enfermos diabéticos tipo 2 y la ventaja demostrada que tiene la cirugía para el control de la diabetes, se observa que el procedimiento quirúrgico está muy subutilizado también en ese terreno”, subrayó.
El especialista explicó que la SACO viene trabajando desde años en la actualización de las indicaciones de la cirugía bariátrico-metabólica y recordó que en la actualidad se la denomina “cirugía metabólica” porque “no solamente permite tratar el exceso de peso sino además las enfermedades que se relacionan directamente con ese significativo sobrepeso que tienen estos pacientes”. “Por eso hablamos de una cirugía con finalidad metabólica, ya que va más allá de la pretensión de perder peso”, insistió.
En concreto, desde la sociedad que nuclea a los especialistas en cirugía bariátrico-metabólica, se ha logrado, en agosto de 2022, la actualización del decreto reglamentario de la Ley de Obesidad (26.396). De este modo, “se consiguió disminuir el tiempo que se exigía a los pacientes de tratamiento médico previo (de dos años a un año), se amplió la edad de los pacientes candidatos (de 18 a 70 años), se incluyeron aquellos pacientes con un índice de masa corporal (IMC) de 35 o más (obesidad severa) con presencia de una enfermedad asociada a la obesidad, como la diabetes tipo 2 o hipertensión arterial o apnea/hipopnea obstructiva del sueño (SAHOS) o enfermedad articular con gran limitación funcional. En tanto que, si el índice de masa corporal es de 40, no es necesario tener ninguna comorbilidad para poder acceder a la cobertura”, puntualizó Fiolo.
Respecto de los requisitos y limitaciones que imponen los distintos entes pagadores (obras sociales y prepagas) a sus afiliados para poder acceder a este procedimiento quirúrgico, el experto de la SACO apuntó que “muchas obras sociales se siguen rigiendo por el decreto reglamentario anterior y eso lo único que hace es ponerle más trabas a un paciente que de por sí está afectado en su salud por la obesidad”.
En ese sentido, hizo hincapié en que la obesidad “va a traer aparejadas enfermedades asociadas y esto bajo ningún punto de vista puede ser tomado como una cirugía estética o un tratamiento cosmético, sino que estamos tratando una patología como tantas otras que tratamos los cirujanos, junto al equipo de especialistas”.
POSTERGAR LA SALUD
A nadie se le ocurriría pedirle a un enfermo cardíaco que ha sufrido un infarto que realice actividad física y otros cambios de hábitos antes de poder acceder, por ejemplo, a un cateterismo. Sin embargo, esto es lo que les ocurre en la actualidad a las personas que padecen obesidad mórbida, que deben documentar que han realizado distintos tratamientos sin éxito por un año.
“Un porcentaje mínimo o casi nadie de los pacientes con obesidad severa han llegado a ese peso sin haber intentado en algún momento algún tipo de dieta o tratamiento. Pero dado que se trata de una patología de carácter crónico, como cualquier otra patología crónica, muchas veces el paciente no tiene documentación de la cantidad de veces que ha ido al nutricionista o que ha intentado bajar de peso. Y el solicitarle que tenga un control mensual por distintos profesionales durante un año es lo que hace a veces engorrosa la autorización de la cirugía o donde se apoya muchas veces el sistema para denegarla”, explicó Fiolo, quien subrayó: “Tenemos que tener en cuenta que cuando un paciente tiene una obesidad mórbida o tiene ya enfermedades asociadas, decirle que esté un año más manteniendo un tratamiento médico que sabemos que en el 90% de los casos va a fracasar, es condenar a ese paciente a que siga padeciendo su enfermedad o que pueda sufrir complicaciones en ese periodo de tiempo, cuando está establecido y comprobado que la cirugía es una buena herramienta para lograr un descenso de peso importante en los pacientes, a un plazo relativamente corto”. “Estimamos que después de la cirugía, aproximadamente un 70% del exceso de peso se logra reducir al cabo de un año. Por lo tanto, vamos a esperar el mismo periodo de tiempo para intentar una cirugía, cuando en ese periodo de tiempo el paciente podría haber solucionado en gran medida su patología”, graficó el especialista de la SACO.
“Creíamos que con la Ley de Obesidad ya estaba garantizado el acceso al tratamiento, pero no obstante ello sigue habiendo trabas, sigue sin considerarse como una enfermedad importante, aunque limita la calidad y la expectativa de vida de los pacientes”, reflexionó.
“El tratamiento quirúrgico en una gran proporción de los casos permite revertir esta situación, corrigiendo en gran medida o incluso solucionando las patologías que están directamente relacionadas, tales como la hipertensión, problemas de colesterol y triglicéridos, apnea del sueño, síndromes metabólicos, diabetes tipo 2… Limitar a un paciente a que siga padeciendo su enfermedad por un tiempo prolongado no tiene sentido desde el punto de vista médico. Da la sensación de que es más un problema administrativo que médico”, prosiguió.
En esa línea, Fiolo enfatizó que quienes tienen el conocimiento técnico y profesional son los médicos que van a indicar la cirugía. “En los equipos acreditados -a través de la SACO y la Asociación Argentina de Cirugía - participan distintas especialidades y hay un consenso de que el paciente reúne las condiciones para operarse. Dejar de lado el aval profesional, lo que está indicado y establecido por las sociedades científicas y por la literatura, dejarlo subordinado a un decreto reglamentario en el cual se exige al paciente que siga enfermo un año más para tomar una medida, es muy injusto para el paciente”, finalizó.
El coordinador del Comité Asuntos Legales y Laborales de la SACO, doctor Felipe Eduardo Fiolo, enfatizó que los pacientes deben apoyarse en el equipo bariátrico de profesionales que lo están atendiendo. “Cuando los profesionales hacemos la indicación de la cirugía tenemos suficiente argumento como para poder defenderla. Si bien el equipo médico no puede ejercer ninguna presión sobre el ente pagador, sí lo puede ejercer el afiliado mismo. El paciente debe defender sus derechos porque, más allá del decreto reglamentario, hay una Ley de Obesidad que está en vigencia y nadie mejor que el equipo tratante para determinar si el paciente tiene indicación y si corresponde o no la opción del tratamiento quirúrgico”, subrayó.