Estamos en Coral Lake y una tormenta se hace huracán en grado cinco y se extiende por la ciudad. La protagonista, mientras conduce, imagina la situación de su padre. Pero ni los peores pensamientos responden a la realidad. Lo encuentra en un sótano en pésimo estado. Cocodrilos arrastrados por la tormenta son los nuevos huéspedes de una casa en peligro.
La escena del horror está presente. Un oscuro y reducido espacio, las aguas que permanentemente suben y las sombras de los clásicos bicharracos de los pantanos de la Florida en acecho.
Cine catástrofe clase B, con reducido presupuesto, pleno de golpes de efecto con cimbronazos sonoros y acciones inesperadas, quiméricos obstáculos y más quiméricas soluciones. Un combo de aflojamientos y tensiones que puede al espectador con su profusión de fuera de campos impredecibles, primeros planos macabros y una airosa Haley, que como buena campeona de natación hace malabares acuáticos para acabar con los saurios, salvar al perro Sugar y pedir ayuda para ayudar a un padre herido y una casa en estado de crisis.
Alexandre Aja ("Alta tensión") muestra su pericia en la puesta en escena, como generador de tensiones y creador de cocodrilos poco creíbles, pero no puede casi nada con tanta obviedad de un guion añoso y poco creativo. Nadando con la ayuda de buenos campos visuales con desenfoques inteligentes, el director logra una película de buen ritmo, que aunque suena a cosa ya vista puede distraer a algún amante del género sin demasiadas pretensiones.
Calificación: Regular