Casos de perdedores que invitan a la risa
No tenía que ser
Por Nicolás Horbulewicz
El Guardián Literario. 120 páginas
Las historias de fracasados son un provechoso alimento literario porque disparan el humor y la rápida identificación de todo lector sincero que no lleve una vida envanecida por las mieles del éxito mundano.
De eso tratan los cuentos de No tenía que ser, el tercer libro de Nicolás Horbulewicz (Buenos Aires, 1984). Sus protagonistas son perdedores de variable intensidad a quienes se presenta con un tono general humorístico, con alguna pizca de melancolía.
La infancia, el amor, la amistad y el fútbol son los temas más frecuentados, las excusas que habilitan al autor a incomodar a sus protagonistas y colocarlos del otro lado de la frontera del ridículo y el absurdo. Una narración directa, coloquial y espolvoreada de insultos despeja todo conato de solemnidad. Hay buen oído para los diálogos y alguna que otra sorpresa en el desenlace de tramas que no aspiran a revolucionar la literatura universal.
Son diez los relatos de No tenía que ser. Como en toda colección de este tipo, la calidad no es pareja, aunque aquí puede decirse que los altibajos resultan menores (en cambio afean el libro un par de distracciones semánticas o tipográficas en el uso de ciertas palabras).
Entre los cuentos más logrados podría mencionarse el destino ingrato y siempre divertido de un “mufa” en “Despido con causa”; la desopilante y fallida ambición delictiva de un futbolista venerado (“La verdadera historia del Tano Migliozzi”) o “Dejá de joder con el fútbol”, el generoso ejemplo de un futbolista del interior que por buenos motivos se negó a ir “para atrás”. La pieza más extensa, “Enamorol”, transcurre “en un futuro no muy lejano” y presenta un curioso dispositivo para “medir, en porcentajes, la atracción que una persona siente por otra”. No hay riesgo en revelar que todo saldrá muy mal.
Tomados en conjunto los textos de Horbulewicz consiguen lo que se proponen: arrancan sonrisas y a veces hasta provocan alguna sonora carcajada.