Se ha iniciado un año electoral. Durante el recién nacido 2025 se pondrán en juego liderazgos territoriales, controles partidarios, equilibrios o desequilibrios legislativos y, en los hechos, aunque no se trate de una compulsa presidencial, la elección de medio término tendrá consecuencias sobre el poder central y determinará el margen de gobernabilidad con el que Javier Milei podrá desplegar la segunda mitad de su mandato.
El primer año de gestión le deparó al gobierno nacional resultados muy favorables que seguramente extienden su crédito al porvenir inmediato, aunque conviene tomar en cuenta que varios de los mecanismos que facilitaron la bonanza de los últimos doce meses no se repetirán; por ejemplo, los efectos del blanqueo que dieron alivio financiero y permitieron recuperar reservas para disminuir el saldo negativo. Tiempo pasado.
¿Cuánto tiempo podrá extenderse el achicamiento de la brecha entre el dólar oficial y los dólares libres, que viene acompañado por un atraso cambiario que desalienta a los exportadores, debilita la competitividad y favorece (más aún tras el final del impuesto país) la competencia de la producción extranjera?
El gobierno de Javier Milei es optimista; el Presidenete despidió 2024 prometiendo “tiempos felices”: confía en mantener los logros ya alcanzados y ampliar marcadamente sus apoyos en el Congreso Nacional. A decir verdad, este objetivo no representa un gran desafío. El oficialismo libertario sólo pone en juego 2 de las 24 bancas de diputados con las que cuenta y habrá 127 diputaciones en disputa. Un cálculo conservador permite suponer que podrá alcanzar un bloque propio de unos 60 diputados como fruto del comicio. Y en la Cámara Alta, donde se renuevan 24 asientos, los libertarios esperan incorporar nuevos senadores para sumar a los 2 que ya tienen. Este año eligen senadores (tres por cada distrito) la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Chaco, Entre Ríos, Neuquén, Río Negro, Salta, Santiago del Estero y Tierra del Fuego.
Pero las apuestas no se reducen al número de bancas que se obtengan. Para el balance político final también cuentan la posición relativa de cada fuerza en el ordenamiento electoral. Y las plazas que se disputan no son sólo de dimensión legislativa: hay importantes distritos en los que se juega poder territorial. Por eso las fuerzas políticas calculan y ponen en acción ingenierías electorales y, cuando lo hacen, develan parcialmente sus proyectos o intenciones.
MARCHAR SEPARADOS
Al margen de la contabilidad legislativa, hay una apasionante pulseada a la vista en la ciudad de Buenos Aires, donde La Libertad Avanza -bajo el comando de Karina Milei (es decir, del Presidente)- parece haber tenido que dar batalla al macrismo en su sede central.
Conciente de esa ofensiva sobre sus dominios, el jefe de gobierno Mauricio Macri ha divorciado la elección local de la que dirime cargos nacionales. Esta última está prevista para el mes de octubre; Macri, en cambio, fechó el comicio porteño en julio (y probablemente, si consigue apoyo de la Legislatura de la Ciudad para anular las PASO en el distrito, termine haciéndolas dos meses antes, en mayo). Macri alegó motivos plausibles: quiere que la agenda porteña esté en primer plano y que no sea velada por los debates y los temas nacionales, como suele ocurrir cuando ambas elecciones tienen lugar simultáneamente.
En cualquier caso, aun si los argumentos lucen razonables, el motivo de fondo del Ejecutivo porteño para disociar las elecciones (y anticipar la local a la nacional) es gambetear la estrategia plebiscitaria que prepara el gobierno central, con la que amenaza convertir comicios parlamentarios de medio término, normalmente atados a lógicas distritales, en una polarización entre apoyo o cuestionamiento a Javier Milei y su gobierno.
Sometido a esa lógica, la discusión sobre la política porteña sería succionada la disputa nacional y el oficialismo local macrista sería atropellado por el oficialismo nacional justo en momentos en que La Libertad Avanza y el PRO disputan públicamente las condiciones de una sociedad en la que el macrismo pretende resguardar cierta autonomía o grados de libertad mientras Milei esgrime una oferta de virtual cooptación en todos los distritos al mismo tiempo.
“No me gusta que me inviten a ser parte con un condicionante absoluto (´Es como yo digo o no es nada´)”, objeta el jefe de gobierno porteño. Tanto Jorge Macri como su primo Mauricio resisten la ofensiva del mileísmo sobre el distrito porteño y su ambición de componer una lista única digitada con prevalencia de nombres de La Libertad Avanza.
El macrismo trata de defenderse de esa intención hegemónica sin dar lugar a que se dude de su voluntad de apoyar al gobierno nacional: "Esto no es una elección de ejecutivos, sino de cuántos diputados y concejales ingresan. Y eso no necesariamente requiere ir juntos (…) Si hay gente a la que le gusta Milei y también le gusta la gestión de la Ciudad, va a tener dos momentos políticos para votar. Hay que desdramatizar. Acá lo que tenemos que lograr es tener la mayor cantidad de diputados que crean en la institucionalidad, en el futuro, en el equilibrio fiscal y que no quieran volver atrás”.
BLANCO O NEGRO
El mileísmo no se conforma con la bandera blanca que esgrime Jorge Macri: “Tal como ha dicho en otras oportunidades el mismo Jefe de Gobierno: cambiar las reglas de juego en pleno año electoral no hace más que levantar sospechas de segundas intenciones", declaró el regimiento capitalino de La Libertad Avanza. "Esto es un capricho de casta; se equivocan si creen que con ste ventajeo electoral' perjudican a nuestro partido, solo logran poner en evidencia al oficialismo porteño subestimando y cansando a los votantes”.
Aunque Javier Milei avisó públicamente (entrevista con Forbes) que: "en las elecciones o vamos con el PRO juntos en todos lados o iremos separados”, la insistencia de su fuerza se concentra en la Ciudad Autónoma, donde el macrismo maneja los controles desde hace 18 años y donde el Presidente quiere hacer pie con firmeza y, en lo posible desplazarlo.
En los hechos, La Libertad Avanza se está moviendo en la ciudad autónoma como una fuerza predominantemente opositora al PRO: en la Legislatura el bloque mileísta ortodoxo (hay otro, encabezado por Ramiro Marra, que se desmarca de las instrucciones de Karina M.) ha votado por el rechazo de iniciativas importantes de Jorge Macri, por caso, el presupuesto.
Si el PRO y el mileísmo no alcanzaran un acuerdo electoral en el distrito, el comicio presentaría incógnitas interesantes: se ampliarIan las posibilidades de Unión por la Patria, que cuenta con un candidato (Leandro Santoro) bien acogido en la opinión pública, y podría filtrarse una sorpresa ante la división de quienes se mostraron unidos en el último balotaje presidencial. Más allá de ese riesgo, la puja entre el PRO y La Libertad Avanza en el distrito sería muy interesante.
Para el PRO, una derrota ante el mileísmo determinaría una nueva crisis interna y enfrentar la cruel alternativa de sumisión o aislamiento. El efecto sería más letal todavía si el macrismo no solo cayera debajo de LLA, sino también detrás de la lista opositora (con mucha intervención K) que encabezaría Santoro.
En cuanto al mileísmo, podría asimilar sin graves traumas un segundo puesto a poca distancia del macrismo, pero su aventura porteña sería muy costosa si cae por mucha diferencia ante el macrismo y más catastrófica aún si terminara detrás de una figura aliada al kirchnerismo.
Dado que es mucho lo que se juega, hasta que la Casa Rosada y el macrismo resuelvan el contrato electoral que los una o se confirme la idea de marchar separados se registrarán seguramente vistosas operaciones en un sentido y el otro. La Ciudad ya sufrió la cooptación de un alto funcionario (Diego Kravetz, con el impulso de Balcarce 50, saltó de número 2 de Seguridad de CABA a número dos de la SIDE), ya padeció una numerosa fuga de delincuentes de una de sus comisarías;y su ex secretaria de Educación prepara la garrocha para aterrizar en campo mileísta y tanto Cristian Ritondo como Diego Santilli esperan un mensaje de whatsapp. Hay más números en carpeta.
HAMLET EN LA PLATA Del lado opuesto de la Avenida General Paz, el gobernador bonaerense Axel Kicillof no imita aún el desacople que Jorge Macri acaba de cometer en su distrito. Kicillof también quiere disociar las elecciones provincial y nacional pero, a diferencia de su colega porteño, no cuenta con un frente interno suficientemente unido. No es que Macri no tenga adversarios en el PRO (basta recordar a Patricia Bullrich, que ya puso el grito en el cielo por el desacople; pero, bueno, ella es funcionaria de Milei y su postura antimacrista ya se ha naturalizado), en cambio, la contra que tiene que manejar Kicillof es nada menos que la de Cristina Kirchner, presidenta del Partido Justicialista y su antigua protectora y valedora.
La señora ya se ha expresado inequívocamente sobre el tema. Lo hizo delante del propio Kicillof, en el plenario del PJ que encabezó en Moreno en la primera quincena de diciembre, el año pasado. Para ella es indispensable centrar la oposición a Milei en la problemática nacional. No le preocupa en absoluto la estrategia plebiscitaria del Presidente. Por el contrario, así como él quiere encarnar el Sí en ese imaginario plebiscito, ella quiere corporizar el No. Imagina que esa polarización la fortalecerá, inclusive (como seguramente supone) si pierde, porque cree que ese papel legitimará o consolidará su poder interno.
Kiicillof se encuentra ´mutatis mutandi´, ante un dilema análogo al que afrontan los Macri del otro lado del mostrador: quiere y necesita mostrar autonomía pero, así como el macrismo no se atreve a aparecer como opositor a Milei, Kicillof vacila ante Cristina.
Así, el gobernador pospone el desacople y anticipo de la elección bonarense, que le permitiría ser la cabeza de esa batalla (independizándola de la nacional, que la señora de Kirchner quiere conducir). Kicillof tiene la esperanza de volver a salir victorioso en la provincia con esa estrategia separada, porque duda de las chances de un peronismo enfrentado nacionalmente a Milei con el liderazgo de CFK. Ganar en Buenos Aires lo proyectaría como un aspirante con títulos para pelear por la candidatura presidencial de una oposición con eje en el peronismo. Pero necesita ganar tiempo, porque el cristinismo maneja muchas palancas de su propio gobierno (incluyendo ministros de su gabinete) y de la Legislatura, y articula con muchos intendentes.
En ese contexto, el gobernador fracasó en el intento de aprobar el presupuesto en la Legislatura y de conseguir el visto bueno para un proyecto de financiación por toma de deuda. Tiene una oposición externa pero simultáneamente debe lidiar con una oposición interna que le dificulta las negociaciones. Se ha visto obligado a posponer presupuesto, financiación y desacople electoral. Ahora vienen las breves vacaciones de fin de año, pero enseguida empezarán las urgencias. El 2025 recién empieza.
El primer año de gestión le deparó al gobierno nacional resultados muy favorables que seguramente extienden su crédito al porvenir inmediato, aunque conviene tomar en cuenta que varios de los mecanismos que facilitaron la bonanza de los últimos doce meses no se repetirán; por ejemplo, los efectos del blanqueo que dieron alivio financiero y permitieron recuperar reservas para disminuir el saldo negativo. Tiempo pasado.
¿Cuánto tiempo podrá extenderse el achicamiento de la brecha entre el dólar oficial y los dólares libres, que viene acompañado por un atraso cambiario que desalienta a los exportadores, debilita la competitividad y favorece (más aún tras el final del impuesto país) la competencia de la producción extranjera?
El gobierno de Javier Milei es optimista; el Presidenete despidió 2024 prometiendo “tiempos felices”: confía en mantener los logros ya alcanzados y ampliar marcadamente sus apoyos en el Congreso Nacional. A decir verdad, este objetivo no representa un gran desafío. El oficialismo libertario sólo pone en juego 2 de las 24 bancas de diputados con las que cuenta y habrá 127 diputaciones en disputa. Un cálculo conservador permite suponer que podrá alcanzar un bloque propio de unos 60 diputados como fruto del comicio. Y en la Cámara Alta, donde se renuevan 24 asientos, los libertarios esperan incorporar nuevos senadores para sumar a los 2 que ya tienen. Este año eligen senadores (tres por cada distrito) la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Chaco, Entre Ríos, Neuquén, Río Negro, Salta, Santiago del Estero y Tierra del Fuego.
Pero las apuestas no se reducen al número de bancas que se obtengan. Para el balance político final también cuentan la posición relativa de cada fuerza en el ordenamiento electoral. Y las plazas que se disputan no son sólo de dimensión legislativa: hay importantes distritos en los que se juega poder territorial. Por eso las fuerzas políticas calculan y ponen en acción ingenierías electorales y, cuando lo hacen, develan parcialmente sus proyectos o intenciones.
MARCHAR SEPARADOS
Al margen de la contabilidad legislativa, hay una apasionante pulseada a la vista en la ciudad de Buenos Aires, donde La Libertad Avanza -bajo el comando de Karina Milei (es decir, del Presidente)- parece haber tenido que dar batalla al macrismo en su sede central.
Conciente de esa ofensiva sobre sus dominios, el jefe de gobierno Mauricio Macri ha divorciado la elección local de la que dirime cargos nacionales. Esta última está prevista para el mes de octubre; Macri, en cambio, fechó el comicio porteño en julio (y probablemente, si consigue apoyo de la Legislatura de la Ciudad para anular las PASO en el distrito, termine haciéndolas dos meses antes, en mayo). Macri alegó motivos plausibles: quiere que la agenda porteña esté en primer plano y que no sea velada por los debates y los temas nacionales, como suele ocurrir cuando ambas elecciones tienen lugar simultáneamente.
En cualquier caso, aun si los argumentos lucen razonables, el motivo de fondo del Ejecutivo porteño para disociar las elecciones (y anticipar la local a la nacional) es gambetear la estrategia plebiscitaria que prepara el gobierno central, con la que amenaza convertir comicios parlamentarios de medio término, normalmente atados a lógicas distritales, en una polarización entre apoyo o cuestionamiento a Javier Milei y su gobierno.
Sometido a esa lógica, la discusión sobre la política porteña sería succionada la disputa nacional y el oficialismo local macrista sería atropellado por el oficialismo nacional justo en momentos en que La Libertad Avanza y el PRO disputan públicamente las condiciones de una sociedad en la que el macrismo pretende resguardar cierta autonomía o grados de libertad mientras Milei esgrime una oferta de virtual cooptación en todos los distritos al mismo tiempo.
“No me gusta que me inviten a ser parte con un condicionante absoluto (´Es como yo digo o no es nada´)”, objeta el jefe de gobierno porteño. Tanto Jorge Macri como su primo Mauricio resisten la ofensiva del mileísmo sobre el distrito porteño y su ambición de componer una lista única digitada con prevalencia de nombres de La Libertad Avanza.
El macrismo trata de defenderse de esa intención hegemónica sin dar lugar a que se dude de su voluntad de apoyar al gobierno nacional: "Esto no es una elección de ejecutivos, sino de cuántos diputados y concejales ingresan. Y eso no necesariamente requiere ir juntos (…) Si hay gente a la que le gusta Milei y también le gusta la gestión de la Ciudad, va a tener dos momentos políticos para votar. Hay que desdramatizar. Acá lo que tenemos que lograr es tener la mayor cantidad de diputados que crean en la institucionalidad, en el futuro, en el equilibrio fiscal y que no quieran volver atrás”.
BLANCO O NEGRO
El mileísmo no se conforma con la bandera blanca que esgrime Jorge Macri: “Tal como ha dicho en otras oportunidades el mismo Jefe de Gobierno: cambiar las reglas de juego en pleno año electoral no hace más que levantar sospechas de segundas intenciones", declaró el regimiento capitalino de La Libertad Avanza. "Esto es un capricho de casta; se equivocan si creen que con ste ventajeo electoral' perjudican a nuestro partido, solo logran poner en evidencia al oficialismo porteño subestimando y cansando a los votantes”.
Aunque Javier Milei avisó públicamente (entrevista con Forbes) que: "en las elecciones o vamos con el PRO juntos en todos lados o iremos separados”, la insistencia de su fuerza se concentra en la Ciudad Autónoma, donde el macrismo maneja los controles desde hace 18 años y donde el Presidente quiere hacer pie con firmeza y, en lo posible desplazarlo.
En los hechos, La Libertad Avanza se está moviendo en la ciudad autónoma como una fuerza predominantemente opositora al PRO: en la Legislatura el bloque mileísta ortodoxo (hay otro, encabezado por Ramiro Marra, que se desmarca de las instrucciones de Karina M.) ha votado por el rechazo de iniciativas importantes de Jorge Macri, por caso, el presupuesto.
Si el PRO y el mileísmo no alcanzaran un acuerdo electoral en el distrito, el comicio presentaría incógnitas interesantes: se ampliarIan las posibilidades de Unión por la Patria, que cuenta con un candidato (Leandro Santoro) bien acogido en la opinión pública, y podría filtrarse una sorpresa ante la división de quienes se mostraron unidos en el último balotaje presidencial. Más allá de ese riesgo, la puja entre el PRO y La Libertad Avanza en el distrito sería muy interesante.
Para el PRO, una derrota ante el mileísmo determinaría una nueva crisis interna y enfrentar la cruel alternativa de sumisión o aislamiento. El efecto sería más letal todavía si el macrismo no solo cayera debajo de LLA, sino también detrás de la lista opositora (con mucha intervención K) que encabezaría Santoro.
En cuanto al mileísmo, podría asimilar sin graves traumas un segundo puesto a poca distancia del macrismo, pero su aventura porteña sería muy costosa si cae por mucha diferencia ante el macrismo y más catastrófica aún si terminara detrás de una figura aliada al kirchnerismo.
Dado que es mucho lo que se juega, hasta que la Casa Rosada y el macrismo resuelvan el contrato electoral que los una o se confirme la idea de marchar separados se registrarán seguramente vistosas operaciones en un sentido y el otro. La Ciudad ya sufrió la cooptación de un alto funcionario (Diego Kravetz, con el impulso de Balcarce 50, saltó de número 2 de Seguridad de CABA a número dos de la SIDE), ya padeció una numerosa fuga de delincuentes de una de sus comisarías;y su ex secretaria de Educación prepara la garrocha para aterrizar en campo mileísta y tanto Cristian Ritondo como Diego Santilli esperan un mensaje de whatsapp. Hay más números en carpeta.
HAMLET EN LA PLATA Del lado opuesto de la Avenida General Paz, el gobernador bonaerense Axel Kicillof no imita aún el desacople que Jorge Macri acaba de cometer en su distrito. Kicillof también quiere disociar las elecciones provincial y nacional pero, a diferencia de su colega porteño, no cuenta con un frente interno suficientemente unido. No es que Macri no tenga adversarios en el PRO (basta recordar a Patricia Bullrich, que ya puso el grito en el cielo por el desacople; pero, bueno, ella es funcionaria de Milei y su postura antimacrista ya se ha naturalizado), en cambio, la contra que tiene que manejar Kicillof es nada menos que la de Cristina Kirchner, presidenta del Partido Justicialista y su antigua protectora y valedora.
La señora ya se ha expresado inequívocamente sobre el tema. Lo hizo delante del propio Kicillof, en el plenario del PJ que encabezó en Moreno en la primera quincena de diciembre, el año pasado. Para ella es indispensable centrar la oposición a Milei en la problemática nacional. No le preocupa en absoluto la estrategia plebiscitaria del Presidente. Por el contrario, así como él quiere encarnar el Sí en ese imaginario plebiscito, ella quiere corporizar el No. Imagina que esa polarización la fortalecerá, inclusive (como seguramente supone) si pierde, porque cree que ese papel legitimará o consolidará su poder interno.
Kiicillof se encuentra ´mutatis mutandi´, ante un dilema análogo al que afrontan los Macri del otro lado del mostrador: quiere y necesita mostrar autonomía pero, así como el macrismo no se atreve a aparecer como opositor a Milei, Kicillof vacila ante Cristina.
Así, el gobernador pospone el desacople y anticipo de la elección bonarense, que le permitiría ser la cabeza de esa batalla (independizándola de la nacional, que la señora de Kirchner quiere conducir). Kicillof tiene la esperanza de volver a salir victorioso en la provincia con esa estrategia separada, porque duda de las chances de un peronismo enfrentado nacionalmente a Milei con el liderazgo de CFK. Ganar en Buenos Aires lo proyectaría como un aspirante con títulos para pelear por la candidatura presidencial de una oposición con eje en el peronismo. Pero necesita ganar tiempo, porque el cristinismo maneja muchas palancas de su propio gobierno (incluyendo ministros de su gabinete) y de la Legislatura, y articula con muchos intendentes.
En ese contexto, el gobernador fracasó en el intento de aprobar el presupuesto en la Legislatura y de conseguir el visto bueno para un proyecto de financiación por toma de deuda. Tiene una oposición externa pero simultáneamente debe lidiar con una oposición interna que le dificulta las negociaciones. Se ha visto obligado a posponer presupuesto, financiación y desacople electoral. Ahora vienen las breves vacaciones de fin de año, pero enseguida empezarán las urgencias. El 2025 recién empieza.