Aqueologia urbana en Buenos Aires
Durante una semana los más destacados especialistas disertaron en la Casa Virrey Liniers sobre el patrimonio histórico urbano. Visitas guiadas y películas vinculadas a la temática histórica brindaron la posibilidad de descubrir los misterios de la Ciudad.
"Lo que buscamos con fue darle un protagonismo importante a lo que había debajo de las casas de la ciudad. Quisimos seguir poniendo a la arqueología muy cerca de la divulgación común para que no sea algo de científicos que escuchan a otros especialistas. Buscamos que la gente comience a darse cuenta que hay valores en donde transitan sin darse cuenta", explicó a La Prensa Liliana Barela, Directora General de Patrimonio e Instituto Histórico.
Para brindar la posibilidad de conocer un poco más de este mundo, entre el 13 al 26 de abril se desarrolló la segunda edición de la "Semana de la Arqueología de Buenos Aires". Llena de actividades vinculadas a los últimos hallazgos producidos en el país y con una serie de visitas a puntos históricos destacados en el barrio de San Telmo, los visitantes tuvieron la posibilidad de conocer más de su ciudad.
Muchas veces hablar de arqueología nos remite a imágenes que prevalecen en el imaginario colectivo. Esperamos que de golpe el descubridor de un gran hallazgo sea más parecido a Harrison Ford que al vecino de nuestra casa o que sean aventureros que hayan trabajado en un alejado lugar en medio de un desierto inexplorado.
Quizás resulte difícil de imaginar que estuvieran trabajando en la acera de nuestras casas o que los objetos que dejó nuestra abuela fueran todo un tesoro para un erudito arqueólogo. Y sin embargo, el territorio de la Ciudad de Buenos Aires constituye uno de los más valiosos patios de juegos para quienes buscan en los objetos abandonados los rastros de la historia social de los primeros pobladores de la región.
Con más de dos décadas de experiencia excavando en innumerables sitios arqueológicos urbanos, la investigadora Ana Igareta del CONICET y miembro de la División Arqueológica del Museo de La Plata, disertó sobre los eventos inesperados que le ocurren a cualquier arqueólogo.
"La arqueología urbana tiene algunos elementos inesperados como las protestas. Una vez estábamos excavando en el microcentro donde había manifestantes que pasaban sobre el sitio que estábamos excavando", recordó la arqueóloga. Los fuertes ruidos y los gritos de los reclamos se sintieron mucho más cerca de lo esperado por estos estudiosos que generalmente están acostumbrados al silencio en sus excavaciones.
Luego agregó que "en otra excavación en Santiago del Estero nos encontrábamos a más de un metro bajo tierra. Un día hubo un desfile a caballo que iban a galope y por poco no nos ven. También nos pasó durante la Semana Santa que la iglesia realizó una peregrinación con los fieles y temíamos que alguno se cayera mientras pasaba al lado de donde estábamos".
SABELOTODO
El público genera otros momento inéditos durante una excavación. Desde una abuela ofendida porque se estudiaban objetos hallados que databan de su niñez, pero que permitieron conocer más de la realidad social de ese momento, hasta algún vecino que sabía todo del barrio, son algunos personajes curiosos que la investigadora tuvo que enfrentar durante su carrera profesional.
También puede surgir un momento incómodo para un investigador cuando descubre un artefacto del cual no sabe nada. "Muchas veces encontramos objetos que no sabemos para que sirven y la gente igual nos pregunta. Nos sucedió en San Isidro que en un pozo de basura encontramos unas tablas de arcilla con relieves y no entendíamos para qué eran", destacó Igareta.
La casualidad y un poco de suerte les reveló el enigma que a simple vista no se podía dilucidar.
"Llevamos los objetos al laboratorio para analizarlos y de casualidad una persona lo colocó frente a una lámpara. Ahí notamos que se proyectaba una imagen porno para la época, una mujer levantándose la pollera y con la enagua abajo mientras un hombre la observaba. Entonces nos enteramos que esas tablas las traían desde Francia y que sólo personas con dinero podían tenerlas. Que las tiraran al pozo de la basura nos hace pensar que no era algo que quisiera que se encontrase. Al final de cuentas cuántas cosas hemos tirado nosotros en la basura lo que no quisimos que nadie viera", explicó riéndose la investigadora del CONICET.
TESOROS
Pero si se le pregunta a un arqueólogo cuál fue el gran hallazgo de su vida, su respuesta no se referirá al descubrimiento de riquezas invaluables o grandes estructuras. La mayoría de las veces sus grandes eventos arqueológicos son pequeños objetos que cuentan con un un gran valor histórico para los especialistas.
Pese a encontrar algunas joyas incas en Catamarca mientras trabajaba en su tesis de doctorado, Igareta tuvo su mayor descubrimiento de forma inesperada.
"Estábamos en la ciudad catamarqueña de Londres, que todo el mundo decía que era inca, buscando indicios de que hubiera sido ocupada por los españoles. Luego de dos años de excavar encontré un día una pared incaica y al lado otra construida por los españoles que no eran muy buenos constructores", recordó feliz la investigadora.
Los hallazgos también pueden surgir del estudio de objetos hallados en excavaciones y su vinculación a fuentes documentales de cada época. Recién recibida de la carrera de antropología con especialidad en arqueología, la joven investigadora Melina Bednarz estudió para su tesis la infancia en la ciudad de Buenos Aires entre los años 1810 a 1880.
"El estudio de la infancia no es un área muy ampliamente desarrollada. Tanto el género como la infancia son construcciones culturales de cada época. Cada sociedad tiene ideas particulares, por ejemplo, de lo que se espera de un niño de ocho años o un adolescente de 17 años", destacó la antropóloga.
Luego agregó que "la cultura material que tenemos a partir de las investigaciones arqueológicas están relacionadas a familias de clase media-alta. Evidentemente hay factores socioculturales y socioeconómicos que influyen en las denominaciones".
DOCUMENTOS
Como parte de su trabajo, Bednarz investigó en los clasificados de ese período histórico cómo se expresaban sobre la infancia. "En 1850 tenemos un aviso en el sector de objetos perdidos que pedía a quien hubiera encontrado a un chinito de edad de 10 o 12 años con cierta descripción. Estaba equiparado al nivel de perdida de caballos, etc. Estos niños eran de la servidumbre y de otros estratos sociales. Otro anuncio se refiere a la casa de los espósitos que tenía una regulación que si los chicos dejados allí cumplían cuatro año no podían se devueltos a sus padres. Al tener a muchos de ellos a punto de cumplir esa edad publicaron un aviso para los padres recordaran que aún podían retirarlos como si fueran un paquete", subrayó la investigadora.
Otro eje conceptual de su trabajo se refirió al estudio de la infancia dentro del estudio del genero. "Ya desde 1810 se observan esfuerzos del Estado por la salud pública en general. Hay campañas de vacunación contra la viruela y luego de 1850 otro aviso se refiere a las enfermedades de las mujeres y los niños como una categoría. Esto nos lleva a esta homologación del concepto infancia y género. Se consideraba que los niños y mujeres eran por iguales receptores de enfermedades parecidas", explicó Bednarz.
SABORES
La gastronomía del siglo 19 es poco conocida por el público en general. Los clásicos pucheros que hoy se sirven en los hogares distan de ser parte de la receta original que comían en esa época. Las legumbres y hortalizas no abundaban en la dieta diaria y muchas veces los alimentos, como las papas, se importaban desde Europa.
En tanto, uno de los temas abordados durante la semana fue la Zooarqueología. "El investigador Mario Silveira a partir de los restos de animales fue viendo qué se comía y cómo se usaban sus partes, por ejemplo para hacer botones. Muchas veces dependíamos de los relatos de viajeros que escribían recetas de la comida porteña", destacó Barela.
Para quienes no pudieron asistir a la exposición arqueológica, una buena noticia: los destinos arqueológicos donde se desarrollaron las visitas guiadas continuarán abiertos durante el resto del año.